Capítulo 6.

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-Buenas noches tesoro, ¿estabas durmiendo?

-No realmente mamá.

-¿Por qué no tesoro? Ya es algo tarde –le preguntó preocupada su madre.

-Lo se, es solo qué… sabes que mamá no importa, es algo muy tonto.

-Si no puedes dormir no puede ser algo tan tonto.

-Es solo que, he estado tanto tiempo aquí, protegido por estas grandes paredes que… -un suspiro de esperanza salió de la boca del chico sin darle tiempo de notarlo- tal vez estoy anhelando algo que ni siquiera se si existe, yo… -repentinamente calló sin saber como continuar.

-Me estás diciendo ¿que quieres salir?

-Eso creo.

-Acaso ¿no eres feliz aquí?

-Si, claro que lo soy, es solo que me di cuenta de que no se nada sobre la vida allá afuera.

-La vida allá afuera es cómo vivir en una jungla.

-¿Ves? Una jungla has dicho, quisiera verlas con mis propios ojos, y no solo en las fotografías de libro.

-¿Por eso quieres salir? ¿Para visitar los lugares de tus libros?

-En parte si –el destello de alivio que ocupaba los ojos de su madre desapareció, dejando una mirada de irritación y otro sentimiento el cual no logró identificar el chico.

-¿En parte? ¿A que te refieres con eso de “en parte”?

-Es simplemente que quisiera aprender más de la práctica que del concepto, vivir experiencias.

-¿Experiencias has dicho? Te he dado todo y ¿así es como me pagas?

-Lo siento mamá, de verdad siento mucho hacerte enojar, solamente quería expresarte mis sentimientos.

-¿Queriendo alejarte de mí?

-Nunca me alejaría de ti, pero si quisiera saber cómo se siente el amor.

-¿Es que acaso yo no te doy amor?

-Claro que si.

-Entonces ya sabes cómo se siente el amor.

-Pero no me refiero a eso, me refiero al amor por otra persona.

-¿Cómo una mujer? ¿Es eso lo que estás tratando de decirme? –Pronunció aquella mujer con desprecio- las mujeres que están afuera son malas, traicioneras y manipuladoras, todo lo que quieren es chantajear a los hombres de buen corazón para luego quitarles hasta el último centavo. ¿Es eso lo que tú quieres Justin?

-No mamá –dijo un poco cabizbajo el muchacho.

-Lo siento tesoro no era mi intención asustarte, pero es la verdad, las mujeres en el fondo siempre han sido así.

-¿Hasta tú?

-Sí, hasta yo –mintió la mujer para no matar su anterior comentario- sólo que algunas, muy pocas entendían que eso estaba mal, como por ejemplo tu abuela y yo...

-Y mama Ján.

-Si también –su tono estaba cargado de un disgusto que el muchacho no llegó a notar- bueno ya es tarde, buenas noches tesoro –besó la frente de su hijo.

-Buenas también a ti Mamá.

Pequeño Inocente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora