CAPÍTULO 12. EN TUS MANOS SOY...

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..."Puedo decirte tantas cosas... pero si te fijas en la forma en la que te miro, ya lo sabes todo"... Anónimo.

Would That Not Be Nice By Divine Fits  sonaba en los oídos de Emmanuel cuando sus últimas pisadas se detuvieron frente al lago del club de golf. Inspirando profundamente realizó estiramientos para relajar sus músculos tras la carrera y poco a poco ralentizó su pulso y respiraciones hasta lograr un ritmo normal. En calma, agradecido, permitió que su vista se llenara con los dorados y rosados tonos del cielo reflejados sobre el quieto espejo del agua. Un espectáculo soberbio.

Seleccionó otra lista de música y volvió caminando relajado hacia su edificio.

Lo recibió el aroma de la cafetera apenas entró en su departamento, siguió hasta la habitación y la cama ya estaba hecha. Sonrió al escuchar el agua de la ducha. Se apresuró en salir de sus tenis y los abandonó en una esquina de los estantes para calzado. Los calcetines terminaron en el fondo del cesto para lavandería.

Emmanuel recreó en su mente la imagen de Lu bajo el chorro de la ducha con el agua deslizándose sobre la dorada piel de su cuerpo.

Pero no quería fantasear solamente.  

El deseo se disparó en su sangre. Necesitaba tocar a Lu, saborearla, besarle la piel y sentir en las palmas de su manos su suavidad. Quería estrecharla contra su cuerpo, estar dentro de ella.

Anhelante y esbozando una torcida sonrisa, posó su mano en el pomo de la puerta.

Fue tarde.

Ella apareció envuelta en una nube de vapor y sus dedos se apretaron alrededor del cinturón de su bata cuando lo descubrió a él bajo la puerta.

—Llegué tarde —lamentó él con una media sonrisa.

Ella se acarició el húmedo cabello con timidez.

—Debo prepararme. Cabello, maquillaje, toda esa tontería.

—Lo sé —expresó suavemente y alargó su mano hacia su nuca donde acarició el nacimiento de su cabello, ella inclinó la cabeza hacia un lado y se recreó en su mimo. Emmanuel soltó su cabello y dejó que sus dedos vagarán por su mejilla, hasta la mandíbula y con su pulgar le acarició los labios. El leve estremecimiento que notó en ellos y ver que sus grises ojos se volvían casi negros, lo complació en extremo—. Como dije es una lástima —dijo encogiéndose de hombros.

Empujó la puerta de la cabina de la ducha y abrió las llaves para que corriera el agua. Se sacó la ropa delante de ella y entró tranquilamente a la cálida lluvia.

El cabello se le pegó de inmediato a la cabeza y cuello, y el agua caliente recorrió su firme cuerpo. Emmanuel extendía sobre los mechones de su cabello el shampú que había vertido en su mano, cuando sintió a Lu detrás suyo. Sonrió y se aclaró el pelo.

Emmanuel sintió en su sangre el estallido del deseo por su mujer, era abrumador lo que ella provocaba. Desde el inicio al conocerla, desde la primera vez que probó sus labios, y después de recuperarla; esa urgencia no había hecho sino acrecentarse con vehemencia.

Fue muy consciente de cómo ella preparó la esponja de baño con gel, su toque lo quemó cuando apoyó una mano en su hombro y enseguida talló su espalda.

Emmanuel se giró. Enganchó su brazo en la breve cintura de Lu y la estrechó contra su cuerpo. Percibió como ella contenía la respiración y observó la excitación brillando en sus grises ojos.

—¿No debías ocuparte de tu cabello y el maquillaje? —inquirió ronco apenas conteniendo el deseo que lo atravesaba.

—Como dije eso es una tontería, tú no lo eres. —Afirmó al deslizar la enjabonada esponja por su hombro a la vez que le rozaba el torso con los inhiestos pezones. Emmanuel no quiso contener el gruñido que se formó en su pecho, Lu era un sedoso fuego y su piel vibraba con su toque.

Marcados a FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora