CAPÍTULO 8

1 0 0
                                    

Una semana después, llegó el gran día.

El gran partido.

La victoria se definió cuando faltaban 5 minutos y fue por una anotación mía.

Me pusieron mi medalla, tomamos foto del equipo y cuando salí del campo me felicitaron mis primos y Lou, mientras yo les presentaba a Isaac. Mis padres no pudieron asistir pero no me sorprendí de ello.

Isaac se ofreció a llevarme a casa y accedí, fui por mis cosas y cuando encontré a Isaac estaba afuera de su coche hablando por teléfono.

- Ya voy Pam... Te dije que si... No, voy solo. -Isaac me miró - Debo colgar Pam ya voy para allá.

Me acerqué y él guardó el teléfono. Tenía planeado en mi mente una buena escena donde iríamos a cenar a un lugar al aire libre, veríamos las luces de la ciudad y celebraremos mi victoria. Quizá después al fin diéramos otro paso y nos besaríamos. La esperanza en mí no moría.

- Me gustaría celebrar contigo pero debo ir a casa.

De esa manera es como Isaac mataba todos mis sueños e ilusiones y lamentablemente lo hacía mucho. Decidí que iría a festejar con el resto del equipo, así que mandé un rápido mensaje a Lou. Ella era mi mejor amiga, quería festejarlo con ella y quizá con una botella de vodka. Estaba segura que la adrenalina del juego seguía en mí.

- Bien. ¿Puedes dejarme en casa de Ana? Puedo celebrar con el resto del equipo ahí.

- Está bien... Un gran juego por cierto. Eres muy buena.

- Gracias. Y gracias por tomarnos fotos. Fue muy dulce.

- Mañana podemos celebrarlo. ¿Te parece?

- De acuerdo. ¿Te puedo decir algo con honestidad?

La adrenalina una vez más hablando por mí. No sabía exactamente qué le preguntaría pero necesitaba respuestas. Me cansaba de este ir y venir constante.

- Claro.

- Estoy cansada. Me tienes en un maldito remolino, un día dices que me quieres tomar contra la pared y luego ser mi novio, y al día siguiente te comportas como mi hermano mayor. Me hiciste promesas en año nuevo, cúmplelas o vete.

Su cara decía que lo había sorprendido. Pero se mantuvo unos segundos en silencio antes de hablar. Puso una sonrisa por un segundo y luego se estacionó en casa de Ana. Habíamos llegado.

- ¿Tu qué quieres Alex?

- Me gustas, pero no puedo esperar a que decidas si te gusto o no, no lo merezco. ¿Por qué le das tantas vueltas?

- Porque si he de tener novia es con el fin de convertirla en mi esposa. No pienso jugar a los novios con alguien con quien no me casaría. Te lo he dicho.

¿Esposa? Eso era intenso, pero me ofendí al pensar que no era suficiente para él.

- ¡¿Así que descubriste que yo no lo valgo?! - Comenzaba a alterarme y mi voz subía un poco con cada palabra que iba diciendo.

- Te sigo conociendo. No grites por favor. - Me quedé en silencio asimilando.

- Alex, eres joven. Te dije en año nuevo que tuvieras paciencia, apenas pasaron unos meses. Cumpliré 26 en unos días más y no tengo a nadie a quien amar. Debo elegir bien ahora porque en el pasado ya fui un desastre eligiendo. Además está el asunto de tu edad, te lo había dicho. Sal y diviértete, toma mucho y besa a extraños, dios, incluso ten sexo con desconocidos. Si llegas a ser mía ya no serás de nadie más y será para siempre. ¿Entiendes ahora?

Las personas vacías no amanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora