Una semana después, llegó el gran día.
El gran partido.
La victoria se definió cuando faltaban 5 minutos y fue por una anotación mía.
Me pusieron mi medalla, tomamos foto del equipo y cuando salí del campo me felicitaron mis primos y Lou, mientras yo les presentaba a Isaac. Mis padres no pudieron asistir pero no me sorprendí de ello.
Isaac se ofreció a llevarme a casa y accedí, fui por mis cosas y cuando encontré a Isaac estaba afuera de su coche hablando por teléfono.
- Ya voy Pam... Te dije que si... No, voy solo. -Isaac me miró - Debo colgar Pam ya voy para allá.
Me acerqué y él guardó el teléfono. Tenía planeado en mi mente una buena escena donde iríamos a cenar a un lugar al aire libre, veríamos las luces de la ciudad y celebraremos mi victoria. Quizá después al fin diéramos otro paso y nos besaríamos. La esperanza en mí no moría.
- Me gustaría celebrar contigo pero debo ir a casa.
De esa manera es como Isaac mataba todos mis sueños e ilusiones y lamentablemente lo hacía mucho. Decidí que iría a festejar con el resto del equipo, así que mandé un rápido mensaje a Lou. Ella era mi mejor amiga, quería festejarlo con ella y quizá con una botella de vodka. Estaba segura que la adrenalina del juego seguía en mí.
- Bien. ¿Puedes dejarme en casa de Ana? Puedo celebrar con el resto del equipo ahí.
- Está bien... Un gran juego por cierto. Eres muy buena.
- Gracias. Y gracias por tomarnos fotos. Fue muy dulce.
- Mañana podemos celebrarlo. ¿Te parece?
- De acuerdo. ¿Te puedo decir algo con honestidad?
La adrenalina una vez más hablando por mí. No sabía exactamente qué le preguntaría pero necesitaba respuestas. Me cansaba de este ir y venir constante.
- Claro.
- Estoy cansada. Me tienes en un maldito remolino, un día dices que me quieres tomar contra la pared y luego ser mi novio, y al día siguiente te comportas como mi hermano mayor. Me hiciste promesas en año nuevo, cúmplelas o vete.
Su cara decía que lo había sorprendido. Pero se mantuvo unos segundos en silencio antes de hablar. Puso una sonrisa por un segundo y luego se estacionó en casa de Ana. Habíamos llegado.
- ¿Tu qué quieres Alex?
- Me gustas, pero no puedo esperar a que decidas si te gusto o no, no lo merezco. ¿Por qué le das tantas vueltas?
- Porque si he de tener novia es con el fin de convertirla en mi esposa. No pienso jugar a los novios con alguien con quien no me casaría. Te lo he dicho.
¿Esposa? Eso era intenso, pero me ofendí al pensar que no era suficiente para él.
- ¡¿Así que descubriste que yo no lo valgo?! - Comenzaba a alterarme y mi voz subía un poco con cada palabra que iba diciendo.
- Te sigo conociendo. No grites por favor. - Me quedé en silencio asimilando.
- Alex, eres joven. Te dije en año nuevo que tuvieras paciencia, apenas pasaron unos meses. Cumpliré 26 en unos días más y no tengo a nadie a quien amar. Debo elegir bien ahora porque en el pasado ya fui un desastre eligiendo. Además está el asunto de tu edad, te lo había dicho. Sal y diviértete, toma mucho y besa a extraños, dios, incluso ten sexo con desconocidos. Si llegas a ser mía ya no serás de nadie más y será para siempre. ¿Entiendes ahora?

ESTÁS LEYENDO
Las personas vacías no aman
Teen FictionA través de una serie de experiencias nuevas Alex decide que quiere vivir al límite, quiere comerse el mundo pero no cuenta con que descubrirá la oscuridad en la que vive y los fantasmas con los que carga, cayendo así en situaciones peligrosas y rom...