𝐔𝐧 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐥𝐚 𝐜𝐞𝐧𝐢𝐳𝐚

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Lo último que... yo recordaba, era la sensación de mareo y cansancio.
Mi llama interior se había esfumado. Luego de ello, sentí una paz sin precedentes, como si me hallase flotando en un espacio infinito. Como si me hubiese dormido, como si de un sueño se tratase... no recuerdo gran cosa.

Vi al caballero no muerto en unas cuantas oportunidades.
Este vestía su armadura, e iba armado con el escudo y espada que le caracterizaban... solo que estaba herido de pies a cabeza. La armadura que vestía estaba rota de varias partes, e incluso, brotaba sangre de los agujeros de esta. Su escudo estaba destrozado por la parte inferior,  y su espada estaba resquebrajada, llena de sangre seca. Era una imagen, al menos para mi, horrenda.

Aún en ese espacio de repleta paz, tengo el vago recuerdo de haber estado rezando por su seguridad. Me importa, pese a que nunca se me ha dado la oportunidad de demostrar tal afecto... aunque, de igual manera... no pude manejar como hubiera querido la situación que se me presentó luego de un largo y placentero descanso.

Gr-gracias... soy Anastacia de Astora... ahora puedo continuar mi deber como guardiana... pero... espero que mi lengua impura no te ofenda... perdóname... mi lengua nunca debió ser restaurada... por favor, si tienes corazón... déjame... desearía no hablar...

Mi alma, al ser devuelta a donde debía de estar, de alguna forma restauró mi cuerpo en su totalidad. Se me dio nuevamente la oportunidad de expresarme, de tener un medio por el cual decir lo que quería, pero yo... súbitamente, toda mi vida y malas experiencias me empujaron a seguir callada. Cuando creía que tenía acumulado el valor suficiente para volver a dudar de todo lo que estaba realizando, recaí una vez más.

Él me miró, o al menos eso sentí.
Miré su armadura, la cual tenía parches en varios lugares de esta. En vez de cambiarla, él prefería repararla, algo que siempre se me hizo curioso. Estaba desarmado, ni siquiera tenía el escudo en su espalda. 

─Está bien, no tienes que hablar si no deseas que así sea. No tengo ningún problema... yo... yo estoy bien, soy feliz... simplemente con que estés aquí, viva, a mi lado. 

Aun cuando no podía ver el rostro de este hombre, podría jurar que sonreía.
Sus palabras, llenas de sinceridad, me trajeron una gran paz. De pronto, pareció que mi decaída se estaba disipando... ¿tenía yo derecho a ser feliz? Toda mi vida estaba manchada por un adoctrinamiento del cual yo llegué a dudar, siempre se me había dicho que tenía un deber con la llama, y que todo lo demás no tenía importancia, mis sentimientos incluidos.

Este hombre... es especial.
Si me quedo a su lado... ¿podré ser feliz?

Dark Souls: Beyond PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora