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LÍMITES DE LA CIUDAD DE MOSCÚ, RUSIA. MANSIÓN IVANOV [20:30 PM, 2013]
La fiesta no tardó en comenzar, si algo se destacaba de las fiestas de Erik Ivanov era el excesivo lujo y los excesivos mafiosos y criminales ahí presentes. Mantenía cerca de él a Anastasia, sabía que los presentes conocian bien las increíbles habilidades de la oji-azul para torturas y matar a quien él pidiera, su ego y seguridad crecía de sobremanera al tenerla junto a él.

Por otro lado Anastasia estaba bastante incómoda en la fiesta, sabía que terminaría con la muerte de alguien o en un escándalo, después de todo era lo rutinario. Pero más aún le ponía nerviosa no poder identificar peligros potenciales, ya que su querido "padre" había decido una fiesta de máscaras, sin pensar en lo fácil que sería para cualquiera invadir la mansión.

La sensación de nerviosismo empeoró derrepente, la presencia de alguien no deseado se hizo presente. Últimamente la gema que poseía, la fuente de sus poderes había dado de que hablar en varias organizaciones, era inminente que alguien la querría para sus propósitos personales.

—Iré al baño— Erik la miró irritado ante la interrupción de la adolescente.
—¿Es enserió?—Preguntó el hombre apretando con fuerza el brazo de la hechicera.
—Si padre, ya sabes, asuntos de mujer—Erik asintió mirándola asqueado, Anastasia sonrió con falsa vergüenza mientras se giraba en dirección al baño con dos guardias siguiéndola de cerca.

Se apresuró a entrar al baño para hacer más convincente la mentira, quería arreglar esto ella sola; tal vez podría evitar la muerte de unos cuantos si Erik no se enteraba de que había intrusos en su fiesta.

Anastasia se miró en el espejo, su cara reflejaba algo de nervios, algo le decía que esto terminaría extremadamente mal para ella. Se quitó el antifaz antes de salir del baño y trato de mantener su respiración lenta.
—Amigos, espero no les importe acompañarme al salón secreto— Dijo con un falso tono sombrío, ambos guardias compartieron una mirada dudosa para luego asentir ante la petición de la chica. Esta sonrió complacida—Que lindos se verían con una sonrisita, ¿no creen?— Preguntó encaminandose a paso rápido.
—No—La voz fría del guardia hizo que la joven soltara una pequeña risa divertida por la cara irritada de los hombres.

Antes de poder decir algo más, vio como ambos guardias se desplomaron con una flecha clavada en la espalda. Sintió como el aire se estancaba en sus pulmones al ver la silueta de quien suponía era el responsable de la muerte de los gorilas que la acompañaban, se apresuró a correr al salón tan rápido como los zapatos de tacón se lo permitían. Abrió la puerta con la energía azul que salía de sus manos, dentro de la habitación se encontraba un hombre de traje azul y un escudo de colores en la espalda, apunto de tocar la gema que Anastasia guardaba recelosa en una caja de cristal.
Anastasia no lo pensó dos veces antes de lanzarlo contra la pared con sus poderes. El hombre se levantó con rapidez mirándola con sorpresa, sin decir nada comenzaron a pelear. La joven esquivaba los golpes como podía mientras intentaba concentrarse en usar sus poderes. A pesar de sus entrenamientos, Erik no la preparó para una pelea física, solo para torturar y usar sus poderes en un ambiente donde podía concentrarse y no estaba siendo atacada por un hombre que la superaba en tamaño.
Anastasia lanzó un golpe que hizo retroceder al super soldado, este la miro sorprendido ante la fuerza de la pequeña chica frente a él. En respuesta le lanzó su escudo que quedó clavado en la pared luego de que la joven lo esquivara antes de que le cortara la cabeza. La hechicera lo miró con una mezcla de enojo y asombro. Se apresuró a subirse sobre él, logrando que ambos cayeran al suelo en un ruido sordo, colocó sus manos alrededor de la cabeza del hombre, miró como sus ojos ya azules adquirían un brillo más intenso mientras la hechicera se adentraba en su mente.
—¿Quién eres?, ¿Quién te envió?— Al no obtener respuesta, comenzó la tortura. El Capitán sólo podía sentir un gran dolor en cada centímetro de su cuerpo, un grito ahogado se escapo de sus labios al ver la ilusión de ser aplastado por la oscuridad. La joven estaba demasiado concentrada para notar como el creador de Iron man entraba a la habitación y la golpeaba con fuerza en la cabeza cayendo inconsciente a un lado del Capitán América. Steve salió de la hipnosis y vio como Tony le colocaba el collar que inhibiria sus poderes a la chica.
—¿Estás bien Cap?— El rubio asintió levantándose y recogiendo su escudo.
—Tu llévate la gema, hay que irnos antes de que los demás noten lo que pasó—Steve alzó a Anastasia para llevarla al Quinjet seguido por el millonario.

SKYWITCH- Steve Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora