Perdida

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Estoy tan perdida como cuando empecé.

De nada ha valido que yo haya hecho mis mayores esfuerzos para poder salir de donde estaba, si al final volví al mismo lugar de donde comencé.

Maldita sea, ¿estoy en un laberinto?

¿Desde cuando?
¿Hasta cuando?

No puedo parar de dar vueltas. Y hay voces que no paran de agobiarme.

¡Dios! ¡Ya lo sé! ¡No soy una inútil!

¿O si?

¿Por qué aún no he visto la salida?

Por cada camino que escojo sale un muro alto y fuerte, y por cada paso que doy el suelo se va deshaciendo.

¿Donde estás?

Estoy harta de pedir a gritos auxilio, lo único que quiero es saber como puedo salir de este lugar tan frío y solitario.

Aquí estoy sola y muchas veces asustada. También me desespero fácilmente porque aún tengo esperanzas y fe en que algún día pueda ver una luz que me libere.

Joder, ¿donde está esa fuerza mágica que les ayuda a las protagonistas de las obras de Disney para solucionar el gran problema que tienen delante? El monstruo al que me enfrento es de papel, pero yo no tengo espada, ni poderes mágicos, y tengo los ojos y las manos vendadas.

Por eso solo me arrodillo y lloro.

Que patético, me convertí en aquello que nunca quise ser.

Volví a perder, volví a perderme.

Cuando hay silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora