Embrujo

1 0 0
                                    

Hay unos ojos que me persiguen por las noches. Son grandes ojos azules.

Penetrantes.

Siempre seductores.

Pero siempre hay una linea fina que nos separa.

Y yo siempre lo termino buscando. Siempre termino escarbando en los recondidos huecos de mi mente profunda intentando determinar quien es.

Pero nunca hay un rostro.

Solo hay unos ojos que parecen estar cazando.

He visto tantas miradas durante mi vida, ojos llenos de amor, de lujuria, tristeza o ira.

Han habido tantos ojos vagando en estas tierras, pero ninguno que me atraparan como esos.

¿Dónde?

¿Quién?

Es obsesivo. Él está en todas partes, pero a la vez no está en ninguna. Y la busqueda termina siendo infinita.

Porque solo está en mis sueños.

Luego hay una soledad que se asoma para recordarme que sigo igual. 

Rodeada del limbo silencioso, con expectativas en el aire y la falta de aliento de siempre. Y se que por mucho que intente acordarme de alguien a quien jamás vi antes, mis ojos igual se seguirán llenando de añoranza, mi cabeza de ráfagas de realidades frías y estrujones fuertes en el corazón.

Porque sigo queriendo encontrar buscando en el aire. Como aguja en un pajar.

Siempre con dolor. Nunca con alivio. Y estoy llegando a pensar que es una especie de castigo que estoy pagando de otras vidas, porque es un martirio vivir a la espera de alguien que se ha perdido en la línea del tiempo. Sin saber cuando se fue, ni tampoco cuando regresará.

Siempre con la amarga y falsa sensación de que hay una mínima posibilidad de que un día llegue a mi puerta prometiéndome devolverme todos esos sueños robados. Día tras día a la espera, sentada frente a la ventana por si llegase a pasar.

Pero nunca llega.

Y como muchas otras veces, y pidiendo el final de este absurdo delirio, lo único que me queda pedir es terminar exterminando el recuerdo de aquellos ojos que no me dejan vivir.

Deshacer ese embrujo.

Cuando hay silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora