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«Dónde sea que Jaemin esté, Jeno estará.»

«Y dónde sea que Jeno esté, Jaemin estará.»

Y es así, ahí están.

Constantemente rodeados de susurros ignorantes.

Esas voces que decían y creían conocerlos.

Esos ojos bañados de alguna especie de ternura

o aprecio hacia el amor de esos dos tontos.

Ese amor que siempre cavaba profundo en su pecho.

Porque Renjun no los había elegido,

él no pidió conocerlos.

Fue quizá el destino.

Y Jaemin,

quien destruyó por su cuenta ese pequeño muro que había construido al rededor de su corazón solitario.

Demasiado asustado de madurar,

de amar.

Así, la risa del susodicho rompe su trance.

Tal y como hace con Jeno.

Renjun le sonríe porque es inevitable,

porque lo envuelve e invita la calidez de sus ojos,

que lo sacude en lo más profundo.

Aquel brillo genuino que grita algo así como pureza;

sinceridad.

Renjun toma su mano porque cree que es lo correcto.

Cree que puede amarlo.

Incluso si desconoce si es amado.

Al menos del modo que anhela.

Ese modo que lo aterra.

Frágil; noreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora