Frágil; noremin

十

El toque de Jeno se volvió repentinamente familiar.

No fue su culpa, la de ninguno.

Simplemente,

luego del primer año,

las cosas se turnaron diferentes.

Jaemin ya no podía acompañarlos a casa.

Incluso, algunas veces dejaba la escuela temprano.

Sin dar explicaciones, desaparecía.

Y aunque en los fines de semana,

aún se presentaba con la regularidad de siempre frente a su puerta.

Era una visita silenciosa,

con una mirada implícita que gritaba:

«No hablemos de eso, por favor»

Casi agotado, ido.

Era un fantasma que lo envolvía en esa pequeña cama suya con cada atardecer.

E inevitablemente,

se veía ese brillo sospechoso en sus ojos con más frecuencia.

Además de algo similar a una bruma, y quizá tristeza.

Pero,

fue esa semana que desapareció de la fas de la tierra,

cuando todo terminó de dar la vuelta.

«No llores, amor. ¿Qué pasa?»

Jaemin sonríe en una mueca extraña, aunque su ceño se frunce con preocupación.

Sus pulgares barren las lagrimas de su mejor amigo de la infancia con delicadeza.

Jeno niega, quizá incluso confundido.

Porque es un llanto repentino.

Que parte el corazón del mayor de los tres.

No debería sentirse como una despedida,

pero aún ignorante de lo que esconden los ojos de Jaemin.

Renjun se siente incapaz de hacer algo más que huir.