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Jeno era un hada del agua, con su pelito azul cielo y sus ojos de un azul un tanto más fuerte caminaba por el bosque con una sonrisa en sus rojizos labios, mirando todo con tranquilidad mientras de vez en cuando se paraba a acariciar a algún animalito que se encontrara por allí, o a darles agua cuando estos parecían necesitarla y el río estaba lejano. Amaba aquel bosque aun que sus padres supuestamente le tenían prohibido que fuera solo ya que decían que podía encontrarse con animales no deseados, por ello, todos los días menos ese iba con su amigo Chittaphon, hoy era la excepción.

Chittaphon estaba malito, y él como muy buen amigo que era quería buscar las flores e hierbas medicinales que habían por allí, sabía que debía de encontrarlas ya que habían, solo debía de buscar...donde estarían. Y es que tras buscarlas en un largo rato, su sonrisa se ensanchó al encontrarlas en un terreno llano que parecía no haber nadie ni nada, por lo que sacó sus pequeñas alitas para poder volar hasta allí, dejando al poco tiempo de tocar la tierra, llegando mucho más rápido a las plantas.

Las tocó con suavidad, viendo si eran estas las que buscaba en un pequeño librito que llevaba, allí estaban, eran esas, así que con cuidado y emoción de saber que su mejor amigo se curaría muy rápido con esas hierbas, comenzó a arrancarlas con delicadeza, casi pidiéndoles perdón ya que se sentía mal de quitarlas, pero necesitaba hacerlo si no quería que su amigo se hiciera aún más daño o fuera peor todavía...no se lo perdonaría.

—¿Robas siempre las hierbas y flores de los demás?— Jeno se asustó, girándose rápidamente para ver allí un chico de pelo negro y ojos rojos mirándolo con burla, sonriendo de manera burlona dejando ver allí unos colmillos medianamente grandes, con una cola moviéndose de un lado a otro y orejas peludas...su saliva se atoró en su garganta mientras su cuerpo temblaba, allí...había un hombre lobo.—Solo eres una hadita...dicen que la carne de hada es muy buena.—

—¡No me comas! Por favor...— Chilló asustado, juntando las hierbas arrancadas que ni loco soltaría mientras cerraba sus ojos, no quería morir, no ahora mismo, no aún cuando Chittaphon estaba mal...escuchó la risa del contrario, y en un visto y no visto, al abrir sus ojitos, el lobo estaba cerca de él, oliendo su cuello y dejó salir un gritito mientras sus lágrimas salían finalmente.

—Te comeré...de otra manera entonces.— Y antes de que Jeno pudiera decir nada, los colmillos afilados del contrario se enterraron en su zona sensible que era el cuello, haciendo que sus ojos se quedaran en blanco y sus piernas como todo su ser tembló de potencia, gracias al lobo que lo había agarrado para no caerse.—Si quieres que te de esas hierbas y flores...déjame comerte.—

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