🐾Capítulo 4🐾

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"¿Tras una noche cálida viene la calma?"

Sin duda el último día de lluvia fue el peor, el cielo derramaba lágrimas sin parar creando un diluvio, y mientras SeokJin junto a Cho-Hee se la pasaron gran parte del día acostados.

Bueno, más Cho-Hee que el canino, de todas formas no la culpaba, la noche anterior había sido muy complicada para la chica, no le sorprendía si él era el que había dormido más entre los dos. Pero tampoco se le podía culpar a él por haberse quedado dormido, en su forma animal la necesidad de tener afecto era demasiada y ese simple y cálido contacto le demostró el cariño que le faltaba hace mucho, mucho tiempo.

Una simple sonrisa le hacía mover el rabo y una caricia le tranquilizaba hasta el punto más relajante de su ser. El hecho de poder cuidarla, aun no habiendo ningún peligro cercano, le hacía sentir bien. Verla reposar en su cama, apoyando delicadamente su cabeza en el suave almohadón era la escena más linda que había visto en su vida. Y no exageraba para nada, la chica en serio era preciosa.

Donde él vivía la paz no era tanta como en tiempos pasados, claramente antes de la llegada de los humanos. Había días dónde pasaban hambre, otros donde el frío calaba hasta los huesos y otros donde no había lugar donde resguardarse del sol o la lluvia... Ahora que lo pensaba, su pueblo no estaba pasando la mejor situación y aunque tenía claro que el hogar de Cho-Hee no era precisamente algo con muchas cosas extravagantes, porque había visto lugares más grandes y lujosos, habían unas cuantas cosas básicas que a su pueblo le hacían bastante falta y la cabaña de la humana tenía como cosas básicas.

Y recordando eso quiso enojarse con ellos, repudiarlos por haberle tratado de la manera que lo habían hecho siendo que él solo buscaba una solución para ayudarlos, pero no podía, por más que quisiera no lo lograba. Recordar a los pequeños con sus orejitas gachas y sus colitas esponjosas le ablandaba el corazón en demasía. Las hembras con sus pequeños o los ancianos que ya habían vivido toda la maldad con sus propios ojos, todo eso se lo impedía.

Recordar a su madre cuidándolo para que fuera alguien de bien no se lo permitía. Y eso era muy exasperante, demasiado a decir verdad. Porque le habían tratado muy mal, de forma horrible, y aun así su corazón era lo suficiente grande y bondadoso como para perdonar a cada uno, dejando los golpes y palabras en segundo plano, solo para pensar en lo indefenso que podía llegar a ser cada uno en algún momento.

Salió de la habitación para dirigirse a la sala de estar, necesitaba descansar de sus pensamientos, ser una mascota normal... pero no podía porque él nunca sería una mascota normal, solo era un bobo híbrido que habían expulsado de su manada por traición y que aun habiendo vivido todo ello, deseaba en algún punto regresar junto a ellos para poder ayudarlos a salir de la miseria en la que vivían.

Eso le producía unas ganas de aullar de tristeza, de liberar toda ese sentimiento amargo que tenía guardado en su interior, y claro que lo hizo, escuchando como las gotitas caían al piso, aulló despacio, intentando no despertar a Cho-Hee y a la vez dejando que su animal interior se liberara de la prisión en la que estaba encerrado.

Aulló hasta que se sintió satisfecho consigo mismo, y hasta que olvidó todo lo que tenía que haber vivido, simplemente por querer lo mejor para los suyos.

Cuando la Luna se despidió, la chica se levantó con su cuerpo un poco más descansado. La noche anterior no había sido la mejor, su temor a las tormentas había florecido en una gran magnitud y su mente no se había apiadado para nada.

El estar sola no ayudaba en mucho, pero cuando el lindo animal apareció en su habitación y le hizo compañía, su ser se pudo relajar un poco, claro que aún estaba muy asustada, no obstante, sentir algo con vida cerca, entregándole calor y de alguna rara forma apoyo, hizo que la noche no fuera tan horrible como lo había sido en un principio.

El can era un gran mascota, de eso no había duda, pero una rara sensación se apoderaba de ella cuando el canino posaba su vista en ella como si le quisiera hablar, como si le entendiera y estuviera listo para darle una respuesta a lo que le decía.

Había tenido perros de niña, pero este tenía algo especial, sus ladridos, sus aullidos, hasta incluso sus gimoteos eran tan entendibles y claros que pensar que era un simple animal ya no era la idea más segura en su cabeza. El canino... era especial.

Quizás, solo quizás, podía ser un híbrido... Aunque no, eso no podía ser así.

Salió de su habitación sin hacer ruido y se dirigió hasta la sala de estar, justo allí, en el frío piso de madera, el animalito dormía plácidamente acurrucado contra uno de los sillones.

Le quedó mirando, intentando descifrar su pequeño enigma, buscando respuestas a algo que ni siquiera sabía que buscaba. Pero el perro solo dormía mientras sus costillas se inflaban lentamente con oxígeno que segundos después liberaba con mucha lentitud.

Tal vez solo era idea suya, claro, eso debía ser. Solo quería sentirse segura y qué mejor que con su nuevo acompañante de hogar. Cualquiera necesitaba un poco de apoyo en situaciones difíciles, solo era su imaginación y falta de sueño la que le hacían pensar de más e imaginar cosas que no eran.

Cuando volviera a tener tiempo tomaría una gran siesta para recuperar el sueño que le faltaba y así acomodar sus ideas como correspondían, pero por el momento decidió que era mejor ir a comer algo, que a su estómago ya le estaba haciendo falta no haber desayunado.

Observó por última vez al animal y sonrió para sí misma al apreciar lo adorable y lindo que era.

Dios... solo me estoy volviendo loca yo —susurró bajito, para después reír por sus ocurrencias.

SsokJin que estaba durmiendo, por un momento abrió sus ojos para observarla y asegurarse de que estuviera bien. Al ver que era así, los volvió a cerrar para continuar durmiendo tranquilo.

Si Cho-Hee estaba bien no tenía que preocuparse de nada. Así que moviendo un poco su rabo al saber eso, volvió a quedarse dormido profundamente.

Para Seokjin lo más importante era que quienes le rodeaban estuvieran bien. Así que cuando era así tenía menos peso sobre sus hombros, o bueno, sobre su lomo si es que estaba en su forma de perro.

La chica ingresó a la cocina buscando algunos alimentos para preparar, y tras varios minutos logró cocinar algo para saciar el hambre que había invadido su ser. No había sido un platillo de cinco estrellas, pero por lo menos había estado rico y comestible.

 No había sido un platillo de cinco estrellas, pero por lo menos había estado rico y comestible

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28/12/21

He querido reescribir la historia, pero esta versión del 2018 me gusta bastante, así que le voy a editar las faltas ortográficas y algunos detalles para publicarla. Luego ya veré si hago una nueva versión.

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