🐾Capítulo 3🐾

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"Confesión ante la Luna"

Una semana pasó, y decir que SeokJin se había sanado estaba completamente errado. A pesar de todos los mimos y cuidados que la chica le brindaba a cada momento, sus heridas no querían sanar y no ayudó mucho que finalmente no le hubiese llevado al veterinario, cosa que agradecía enormemente el híbrido, pero que en verdad no había sido para nada positivo en su salud. Una tormenta con fuertes lluvias los mantuvo encerrados en casa el día que planeaba llevarlo y así por el resto de varios días hasta completar una semana...

En todos los días transcurridos se había mantenido un tiempo bastante raro, hacía mucho frío y de la nada un calor insoportable; por las mañanas estaba frío, durante el día un calor para nada llevadero y el frío nuevamente regresaba en la noche. Claro que había días más extremos que otros, pero a eso se le sumaba la lluvia que parecía no querer parar en ningún momento (sin importar la temperatura del momento), y es volvía todo todavía aún más raro. Ninguno tenía creencias establecidas, pero si algún Dios llegaba a existir, sin duda el encargado de ese tiempo completamente extraño, tenía que ser un Dios que estaba pasando por un mal momento como para que aquellos sucesos arruinaran tantos planes.

El objetivo de Jin se había estado viendo un tanto afectado por ello. Seguir estando en su forma animal a cada segundo se le hacía más insoportable. Durante las noches deseaba poder regresar aunque fuese unos minutos a su forma más humana, pero la chica le iba a ver constantemente, cosa que hacía que no pudiera concretar su idea como él deseaba, y eso ya le estaba desesperando enormemente, porque sentir dolor por tanto tiempo no era lo mejor que se podía vivir. Estaba aguantando, pero no sabía por cuanto tiempo más podría resistir en esas condiciones tan complejas.

Aunque quisiera no podría escapar, con el tiempo que había, todo se encontraba fangoso y húmedo gracias a la intensa y fuerte lluvia. Sus heridas se infectarían y quedaría tirado en medio del bosque listo para morir, o al menos eso era lo que pensaba. Porque siendo realistas, la naturaleza no se apiadaría de él si ni siquiera lo había hecho su propia familia. No podía esperar mucho del resto, y aunque intentaba ser positivo, era difícil si todo indicaba que cada idea que pensaba iría por mal camino hasta fallar.

Cho-Hee era muy amable, cariñosa, linda y atenta. Presentarse ante ella en su forma más humana era lo que últimamente más anhelaba y rondaba por su mente, pero por más que quisiera, no podía. Sumando todo lo anteriormente dicho ya era una razón válida y agregando que ni siquiera tenía ropa consigo... sin duda eso era lo peor. Podría tener en sus genes el ser un animal libre y sin vergüenza a muchas cosas, pero pasearse frente a ella tal y como había venido al mundo... Prefería morir antes de tener que recurrir a eso. Era guapo, lo tenía claro, pero no por eso iba a mostrar todas sus cualidades. Algunas eran demasiado íntimas como para que cualquiera las viera, por lo menos tenía que haber un vínculo estrecho con esa persona. Estar en bolas frente a un extraño no era precisamente algo que demostraba educación.

¡Ay! —Escuchó un chillido por parte de la chica. Se encontraba en la sala de estar, pero gracias a su buena audición le había escuchado como si estuviera justo a su lado.

Con un poco de dolor apoyó sus cuatro patas en el suelo y comenzó a caminar en dirección a la habitación de su cuidadora. Sus garritas sonaban secamente en el piso de madera. Tenía miedo de que le hubiera sucedido algo, después de todo solo estaban los dos en el pequeño hogar y en el estado que se encontraba no podía hacer mucho si algo sucedía. La puerta del cuarto estaba entreabierta y un pequeño rayito de luminosidad pasaba a través de la rendija entre el espacio que quedaba entre la puerta y la pared. Empujó con su hocico, específicamente con la nariz, para que la puerta se abriera lo suficiente para que su cuerpo alcanzara a pasar.

❥ My owner ⁀⋱‿ ♡▕ Jɪɲ ▏⊰۝ ͒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora