Ojalá fuera como en los libros

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Giinay nunca tuvo intenciones de hacer el contenido de su libreta público, pero siempre es bueno tener las ideas claras y saber que esperar de uno mismo.

Lo que la llevó a debatirse entre continuar con la deprimente redacción que ya tenía, escribir algo más suyo para poder continuarlo, o escribir notas al azar en su cuaderno.

La primera opción fue descartada casi al instante por falta de inspiración y deseos suicidas; la segunda no estaba mal, pero nunca llegaba a consumar una historia y dejaba sus cuadernos a medio escribir arrinconados en una caja para no verlos y que no le frustraran. Asi fue como la tercera opción triunfó y el cuaderno de tapas verdes se fue convirtiendo en alguna clase de diario, pero sin llegar a formalizar.

El misma día en que Giinay decidió el futuro de su libreta fue a comer con Maggi; porque desde hace casi dos años, los sábados, las chicas se reunen en alguna de sus casa a preparar extraños platillos que Montse (la hermana de Maggi, recién graduada de gastronomía) les enseña a cocinar. Ese sabado se reunieron en casa Maggi.

-Subamos a mi cuarto y en media hora regresamos a ver el salmón -sugiere la chica de lentes.

-Solo pongo el temporizor.

Cuando llegan a arriba Giinay se tira en la cama de su mejor amiga y suspira profundamente.

-Habla -ordena Maggi.

-Es... Yo... Mi... Todo, solo estoy cansada.

-Vamos Giin, sabes que no tiene sentido guardarte las cosas. Y en caso de que intentes hacerlo te quedarás sin comer.

Margarita tiene razón, conoce demasiado a Giinay como para saber cuando algo le incomoda y como ayudarla; además tiene sus técnicas para hacerla hablar: como el soborno con la comida.

-Pergola, solo por que me quieres privar de algo, casi, tan importante como respirar te contaré:

>Hoy hablé con Pam en clase de física, todo iba normal hasta que se le ocurrió sacar a su hermano a colación y todo se fue al suelo, o mejor dicho a las nubes, porque después de mencionar su nombre no le presté casi nada de atención por imaginarme a mi y a él brincando sobre nubes de algodón. Aun me hes difícil saber que quiero de él.

-Oh swetty -las dos chicas suspiran dramáticamente- ya te he dicho que no se puede hacer nada contra los deseos del corazón, solo dignate a obedecerlos.

-Pero no se que me esta pidiendo mi corazón, y eso me frustra aun más.

-Entonces solo sueña con nubes y unicornios o comienza a poner de tu parte y habla con Said.

-Me choca que me tengas la razón sobre esto, pero la verdad prefiero quedarme con los unicornio.

Maggi finge mirarla con desaprobación, a lo que su amiga le responde con una tanda de cosquillas que las hace terminar en suelo mirando al techo.

-Ojalá todo esto de los sentimientos fuesen tan sencillos como tocar arpa.

-La verdad, Ginn, yo me quedo con los sentimientos.

Las chicas rompen en carcajadas hasta no poder mas, pero la verdad, es que a Giinay le gustaría creer lo que Maggi.

Giinay se va a su casa hasta entrada la noche (viven a 3 casa de distancia) y lo primero que hizo al llegar fue sacar su cuaderno y escribir:

Ojalá fuera como en los libros.
La pobre de Ester no para de pensar en los mismo: si fuese como la protagonista de sus libros, entonces hablarle seria más fácil...
En toda su vida ha leído cientos de historia románticas, que le han mostrado el amor como algo mágico y, sinceramente, irreal. Hoy ya no cree en esas cosas, bastantes golpes ya se ha dado con ese tema; pero por más que intente, no logra matar la ilusión de encontrar a ese ser perfecto que le haga sonreír con su simple presencia, que al contacto de su piel sienta que le quema, que las mariposas que siente al verlo no ddesparescan de su vida.
Tal vez ya lo encontró, pero está tan contrariada y enfrascada en lo aparentemente imposible, que no ve la realidad.

Puede que las historias de Giinay si se inspiren en su propia vida.

La libreta de GiinayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora