CUATRO

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Andrew remojó sus dedos en su boca para seguir ojeando las páginas del informe preliminar de los técnicos. No habían hallado huellas dactilares ni ADN en el arma homicida, pero había una sustancia que podrían utilizar para encontrar al asesino. La policía tenía mucho trabajo.

―¿Te sorprendió tu esposa? ―El castaño levantó la vista hacia su jefa.

Con tanto ajetreo, se les había pasado la hora del almuerzo. Por ello ordenaron comida de un restaurante cercano y se apartaron del bullicio en la sala para descansos.

―¿Cómo lo sabes?

Lynn sonrió con gesto culpable.

―Habló conmigo. Le dije que no trabajarías todo el día. Después de todo, es una cortesía que estemos aquí antes de tiempo.

La expresión del hombre la confundió.

―¿Hice mal?¿Están teniendo problemas?

―No, por supuesto que no. Me preocupa Richardson ―cambió de tema.

Dejó los papeles de lado y se dispuso a comer en una postura más relajada. La mujer mordió el anzuelo de inmediato.

―No tengo dudas de que sabrás manejarlo. Has lidiado con policías con mentes más cerradas.

Andrew le dio la razón.

―Sigue siendo molesto.

―Liberarás tensión esta noche ―comentó divertida―. Algún día tendrás que contarme el secreto del éxito de tu matrimonio.

~<>~

Sin darse cuenta, Natalia se quedó dormida en una posición incómoda. En lugar de llamar a la recepción y pedir que dejaran que dirigir llamadas a su habitación, había desconectado el teléfono.

Al despertar, vio que estaba comenzando a anochecer. Revisó su celular, viendo varias llamadas perdidas de sus padres. Los llamó para explicarle toda la situación, pues no confiaba en la información que les había llegado hasta Rusia. Los Romanov se habían mudado a su tierra natal cinco años atrás. Ya pasaban de los sesenta y cinco años y habían decidido tener una vida más tranquila.

Charló veinte minutos con ellos. No colgó hasta que estuvo segura de que entendían lo que había sucedido y que no tomarían un vuelo para ir en su rescate.

Luego pidió al servicio de habitaciones algo para comer. Mientras esperaba, tomó una ducha rápida. La salida de baño del hotel le pareció muy cómoda. Se sentó en la cama, con su segundo celular en mano. Estuvo a punto de preguntarle a Andrew si seguía trabajando. Desechó la idea cuando se le ocurrió que sería mejor sorprenderlo.

No tenía muchas opciones para vestir. Así que prefirió ponerse ropa interior y encima su abrigo. Minutos después, tocaron a la puerta de la habitación de forma insistente.

―Señora Shostakova, debe acompañarme a la estación. Hay preguntas que debe responder ―informó el oficial en la puerta.

―¿Ahora?

―De inmediato ―contestó muy pendiente de sus movimientos, como si esperara que intentara escapar.

―Tomaré mi bolso ―avisó.

Natalia siguió al policía hasta la salida trasera.

― ¿Puedo llamar a mi abogado? ―inquirió una vez sentada en el asiento trasero de la patrulla policial.

―Adelante.

Buscó el contacto que le dio Barber. Charles Thompson respondió después del segundo tono. Le explicó rápidamente su situación y que estaba siendo llevada a la estación de policía para ser interrogada. El abogado prometió estar allí en media hora.

DESLIZ || Andrew Barber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora