SEIS

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Barber llevó la cabeza hacia atrás mientras sus gruñidos motivaron a la rusa a continuar con el movimiento de sus labios y lengua.

―Nat... ―advirtió cuando ya estaba llegando al orgasmo.

La rubia siguió, pensando en que luego tendría tiempo para que ambos disfrutaran juntos. Llevó una de sus manos a los testículos y los masajeó. No pasó mucho para que él se corriera en su boca y su cuello.

Natalia limpió todo lo que no había podido tragar con la punta de una de las sábanas. Entonces, sus besos subieron al pecho del hombre. Pasó sus uñas por esa zona enrojeciendo la carne, marcándolo.

Andrew la tomó de las manos y se las besó.

―En una hora debo regresar a casa para no levantar sospechas―le recordó divertido.

―Puedes decir que peleaste con un gato ―restregó su mejilla contra la barba del hombre.

Él soltó una risa baja.

―No suena muy creíble.

―Entonces, no te quites la camiseta y no habrá problemas.

El asistente del fiscal la empujó con suavidad para que ella quedara acostada con la espada sobre el colchón.

―Deberíamos estar en igualdad de condiciones ―comentó antes de besarla.

Natalia estaba vestida con su ropa para dormir: un negligé de seda plateada y unas bragas de encaje a juego. El castaño se recargó en sus brazos para verla desde arriba.

Ella lo rodeó con sus brazos mientras él se acomodaba entre sus piernas. Barber se sostuvo con un brazo para colar una mano bajo la ropa de la mujer. Le acarició la piel de la cintura y fue subiendo hasta cerrar la mano encima de uno de sus pechos. Acarició el pezón con el dedo pulgar. La rusa se removió, sintiendo que su zona íntima clamaba atención. Con una media sonrisa, él bajó la cabeza y cerró los labios para succionar el pezón por encima de la ropa. Luego, su mano siguió un camino descendente hasta adentrarse entre las bragas y palpar su humedad.

―¿Esto se debe a mí? ―inquirió haciendo que ella lo mirara a los ojos.

La rubia asintió.

―Haces que reaccione como una adolescente ―confesó acariciando su rostro.

Él la sorprendió dejando de tocarla para meterse la mano empapada con fluidos femeninos en la boca.

―No me hagas esperar ―pidió con impaciencia.

Soltó un gemido cuando él la penetró con los dedos. Movió sus caderas acompañando el ritmo que él marcaba. Se mordió el labio cuando sintió que estaba a punto de obtener su liberación. Andrew se detuvo a tiempo, dejándola con las ganas.

―Oye... ―se quejó haciendo una mueca.

El castaño se puso un preservativo y la instó a voltearse. Le bajó las bragas y subió hasta poder besarle la espalda. De un momento a otro, ella lo sintió adentro.

―No te detengas ―rogó cuando sintió que colaba una mano entre sus pliegues para torturar su clítoris.

Barber la embistió varias veces, gruñendo cuando las paredes femeninas se apretaron a su alrededor. Natalia gritó contra la almohada anunciando que había llegado al orgasmo mientras que él continuó hasta alcanzarla en la cima. Ella sonrió cuando él le dio una nalgada en su glúteo derecho antes de retirarse e ir hasta el baño a deshacerse del condón.

Lo esperó acurrucada entre las sábanas, dejándole espacio para que regresara a su lado. El colchón se hundió bajo el peso del hombre.

―¿Qué tenías que decirme? ―inquirió una vez a su lado.

DESLIZ || Andrew Barber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora