Un triste reencuentro

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Llegó a una ciudad que no conocía, ni siquiera la escuchó nombrar en toda su vida, pero pudo llegar gracias a toda la información que el investigador privado le hizo llegar. Ahora estaba todo positivo porque finalmente encontraría al estúpido de Joey.

Pero fue más difícil de lo que creyó y ahora estaba todo frustrado porque ya llevaba el tercer día en esa cochina ciudad y nada que se aparecía Wheeler, así que Seto estaba bastante molesto por no poder lograr su cometido de encontrarse con el hombre que amaba

—Maldita sea —balbuceó cuando llegó esa noche a la habitación de Hotel que estaba rentando

Se estuvo un buen rato ahí, revisando algunas novedades de la empresa que le llegaron a distancia pero cuando se aburrió tiró su teléfono móvil sobre la cama, se colocó un abrigo y salió, no pararía hasta que por fin diera con el paradero del rubio, así fuera lo último que hiciera en la vida.

...

—Vaya suerte la mía, justo hoy debían despedirme —dijo molesto Joey, caminando por la calle en la noche, pateando latas de basura que encontraba a su paso

No tenía mucho en ese sitio, pero le gustaba el ambiente, todo ahí era bueno, muy diferente a la ajetreada y horrible ciudad, llena de smog y ruido, realmente odiaba todo eso, pero al menos tenía un motivo en aquel entonces, ahora ni eso, porque el hombre que amaba no estaba interesado en él

—Lo peor es que no dejo de pensar en él —lamentó con tristeza y continuó caminando, rumbo a su casa temporal, derrotado.

...

La noche cayó sobre ese pequeño poblado, aunque no era ningún rancho o un pueblito, pero no era una gran urbe. Se podía percibir un ambiente muy distinto, incluso tenía mar, todo era muy cálido y las personas muy sencillas

Seto llegó hasta el muelle y se sentó en una banca para escuchar las olas del mar, mientras en su mente estaba el estúpido de Wheeler

Kaiba recordó esos días con Joey como su asistente y se encontró sonriendo como un tonto, de pronto una lágrima traicionera surcó su rostro porque pensó que jamás lo volvería a ver

—Será mejor que me vaya, es suficiente por hoy —derrotado se levantó de la banca y caminó de regreso al Hotel

...

Perdido en sus pensamientos trágicos, Joey se encontró caminando imperceptiblemente hacia el muelle, cabizbajo, mirando al suelo, con las manos en los bolsillos del pantalón. Caminaba hacia casa, pero no tenía ganas de llegar, era como si quisiera aventarse hacia ese mar que llamaba su nombre y así no volver a pensar en él.

Mientras Seto iba sin rumbo hacia donde se hospedaba, ese día no tuvo suerte, pero seguiría buscando, solo que sentía la derrota sobre los hombros y la tristeza en el corazón. No sabía cuánto tiempo más estaría buscándolo.

La luna en lo alto, como testigo de la desdicha de dos hombres enamorados, se compadeció de ellos y les permitió cruzarse en el camino del otro. El destino nuevamente les bendecía.

Joey cayó al suelo cuando topó con algo que le fue desconocido y volteó hacia arriba, encontrando al culpable de sus desvelos, sus ojos se abrieron bien grandes, asombrado

Seto sintió un golpe en el pecho, pues algo chocó contra él mientras caminaba distraído, contemplando las olas del mar de su tristeza. Miró hacia abajo y su sorpresa fue grande cuando frente a él, miró al dueño de sus pensamientos

Los dos se miraron como si estuvieran ante una ilusión y tardaron en darse cuenta de lo que estaba pasando. Sus almas volvieron a nacer.

—Ka... Kaiba —murmuró Joey, sonrojado ante la belleza de ese hombre

Hasta que me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora