Estaba adaptándome a este lugar, el brillo era demasiado por lo que el Gran Juez tuvo que hacerle modificaciones a mis ojos para ser similares a los que tenían los eónes.
Los neutrinos pertenecíamos a la dimensión estelar en un planeta llamado Edsat, pero nuestro mundo se destruyó por las constantes guerras que había entre los mismos de mi raza.
Todavía era un bebé cuando mis padres decidieron con la energía que les quedaba transportarse a la dimensión central, donde se encontraba la morada del creador.
No les era permitido ingresar, pero me dejaron en las puertas de esta ciudad que parece no tener fin.
Con miles de eónes de distintos rangos manteniendo el orden de las creaciones divinas, moviéndose constantemente en lo que para mí debió ser el día y la noche, aquí no había sol, ni lunas o cualquier cuerpo celeste, solo había una luz continúa.
Luego que los eónes guardianes escucharan como un llanto estaba interrumpiendo la paz de esta dimensión, enviaron a una de las tutoras que estaba con los nuevos eónes que iban creándose para ver lo que sucedía.
Ella les contestó que los eónes no tenían la capacidad de llorar, sin embargo, siguió la orden hasta que encontró un pequeño ser en las puertas del lugar.
No representaba amenaza para ninguno, por lo que Sfate pidió a los poderes permitirme estar entre ellos, crecer con los eónes y las diferentes razas que él había tenido a bien darles un crecimiento similar al de los humanos.
Algunos de ellos son formados para cumplir con obligaciones inmediatamente, otros tienen la oportunidad de aprender, crecer y obtener mayores habilidades que los demás, iniciando como algo parecido a un niño, pero con una inteligencia que ningún humano podría tener.
La primera decisión fue enviarme al mundo humano para ser criada por alguno de ellos, modificándome para ser prácticamente igual a esa raza.
Al final el Gran Juez permitió mi crecimiento en la dimensión central aunque acelerándolo a la par de los eónes.
Mi raza compartía algunas características humanas, físicamente nuestra estructura era visiblemente igual, lo que me hacía ver diferente a algunos habitantes de la dimensiones central como los Bequeis y sus tres cabezas, sin embargo, las habilidades que teníamos eran superiores a las humanas en todos los aspectos, aunque ciertas emociones nos hacían ser algo débiles por eso poco las demostrábamos.
Sfate fue mi tutora durante el corto tiempo de crecimiento que tuve, en dos años que podría tomarse más como un entrenamiento.
Por mis habilidades físicas logré estar casi a la par con la mayoría de los eónes.
Comencé a tener amistad con algunos eónes, uno de ellos era Neferet quien específicamente era un Onix elemental, tenía un tiempo mayor de creación lo que le dio la oportunidad de formarse mejorando sus habilidades en el control planetario y estructural sideral, ella me ayudó a entrenar y mejorar.
...
Nota del autor: Esta historia es la forma en que busqué representar mi experiencia con la religión y perdonar lo mal que me hizo sentir por mucho tiempo, durante la mayor parte de mi vida no he querido pertenecer a esta, pero la respeto y he aprendido muchas cosas con las que surgió esta historia.
Algunos de los personajes son basados en personas reales, los cuales me han apoyado en cada pequeña cosa que quiero escribir. Utilicé lo que he aprendido de los textos canónicos y apócrifos, también textos de algunas culturas como la budista, celta, entre otras. Espero que puedan disfrutarlo.
~Erzebeth Bathory~.
ESTÁS LEYENDO
Hija De Guerreros 🛡️
FantasyLa realidad está dividida en dimensiones con variadas razas que viven en cada una de ellas, algunas conocen la existencia de las otras, las demás solo lo ven como un mito. Karlesti es un neutrino que por la inminente muerte de sus padres fue dejada...