Capítulo 1: Amanecer Sangriento

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Edward

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Edward

La luz tímida de sol luchaba por entrar por la ventana. Las motas de polvo, imperceptibles por el ojo humano, flotaban por el rayo, como si bailasen a través de él. Miré con determinación a la dirección que descansaba el haz de luz y mi mirada llegó hasta su cabello.

Su pelo largo, castaño y ahora, gracias a la luz del sol, con reflejos rojos descansaban en los hombros y el pecho de mi amada. Su piel blanca y fría como la mía, daba pequeños destellos haciendo reflejos y creando dibujos en las paredes.

Sonreí al ver mi mano, igual de brillante, pasear por el abdomen de ella. La sensación, imaginaria, de calidez en el tacto era agradable. Su piel se sentía bastante dura, pero a la vez blanda al pasar mis dedos. Eran tantas contradicciones que sólo podrían existir por ella: por mi Bella.

Me giré para quedarme de lado y ella me imitó. Nuestros cuerpos desnudos, estaban expuestos a la luz del sol que cada vez se hacía más brillante. La hermosura de mi esposa eclipsaba cada haz de luz que podría crear su cuerpo. Su sonrisa sincera y su felicidad rebosante me llenaba de dicha. Levanté mi mano y le acuné las mejillas.

—¿Cómo he tenido tanta suerte en conocerte? — dije en un susurro inaudible si hubiera un humano en la casa.

—Creo recordar que fue al revés — dijo como siempre, llevándome la contraria — la que se mudó de ciudad fui yo.

—Pero yo esperé cien años en encontrarte — repliqué sabiendo que había ganado.

Rechistó y me miró fijamente. Sus ojos eran de color negro, señal de que llevaba bastante tiempo sin alimentarse. Bella, tenía el don de autocontrol. Le gustaba hacer retos y siempre los superaba. Ésta vez el reto que se había propuesto era estar más de tres semanas sin sangre.

—¿Cuánto tiempo llevas sin ir a cazar? —pregunté admirando sus ojos y perdiéndome en ellos.

Ella sonrió y se enderezó un poco. Estaba orgullosa de su hazaña y su pecho, ahora descubierto, se alzaba y lo sacaba señal de que había superado el reto.

—Cinco semanas — dijo con media sonrisa.

Me quedé perplejo con la noticia. Hacia unas pocas semanas que ella se había excusado e ido con Renesmee al bosque. Había pensado que habían cazado juntas, pero se ve que no. Habían disfrutado de un simple día de madre e hija.

—¿Cómo puedes estar tan ... controlada? — pregunté verdaderamente sorprendido.

Yo llevaba escasamente dos semanas sin alimentarme. La última vez fui con Emmett en plan competición. No había perdido esa costumbre, aunque duraba menos tiempo, dado que siempre me corría prisa en volver con mi esposa e hija. Al pensar en los ciervos y osos que bebimos ese día con mi hermano, noté como me ardía la garganta. Yo también tenía sed. ¿Cómo podía estar tan tranquila Bella? Yo en su situación estaría desesperado, e incluso podría ser peligroso para mi hija. Mi pequeña vampiresa-Humana.

Luna Azul // FanFic de CrepúsculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora