Saúl
Ya estoy montado en el coche dirección a las oficinas de Showep, ubicadas en un edificio al lado de Bryant Park. Miro por la ventanilla, hay tráfico, exactamente igual que en mi cabeza. En mi mente se agolpan los recuerdos del miércoles por la noche: tocándonos, de tal manera que mandamos electricidad a todas nuestras extremidades; yo tirando de su pelo mientras ella jadea; ella corriéndose con mi boca y mis dedos... Fue un sueño, un puto sueño salvaje. Era perfecto, cumplía a la perfección todos mis deseos, hasta que decidió volverse negro, hasta que decidió convertirse en pesadilla. Ella se esfuma, se escapa de mi alcance, como si hubiera sido una diosa que ha bajado a la tierra, sólo unos minutos, y tiene que irse. Y se va sin mirar atrás, con indiferencia, ignorándome. Me quedé babeando y con un hambre voraz, encadenado, apoltronado en una cama, rogando al vacío de la habitación y suplicando a quién pudiera oírme al otro lado de la puerta. Y, por fin, alguien me oyó, alguien abrió la puerta y me rescató. Sabía que estaba desnudo y empalmado, pero lo único que me importaba era salir de allí y buscarla. No me podía dejar así, no podía irse de rositas. Necesitaba una explicación, una justificación... algo a lo que agarrarme sin quemarme.
Y esa misma noche, me acordé de Sarah, con ella no me hubiera pasado esto, con ella hubiéramos llegado hasta el final, hasta que nuestro cerebro estuviera tan exhausto que no pudiera mandar más órdenes a nuestro cuerpo. Estaríamos reventados, jadeantes, cogiendo aire como los peces en el agua. Otra vez mi cabeza ha traído a Sarah a colación y caigo en la cuenta de que esta noche es la fiesta de la revista InStyle, a la cual estoy invitado porque trabajo para ellos. Sé que ella se moría por ir a esta fiesta, aunque, ya había trabajado con ellos como modelo en alguna publicidad, nunca había tenido la ocasión de ir a ninguna de sus fiestas. Así que decido hacer caso a mi instinto, bueno, más bien a mi corazón y decido llamarla. ¡Ah, no! Que no puedo. La última vez que discutimos me lo prohibió y quiero respetar su deseo. Así que no me queda más remedio que mandarle un mensaje o un e-mail. Y me decanto por un mensaje, es mucho más informal, es un buen vehículo de colegueo.
Saúl: Sarah, sé que no quieres que te llame y quiero respetar tu deseo. Por ello, te escribo este mensaje. Esta noche es la fiesta de InStyle y sé que querías ir y yo... necesito una acompañante. ¿Vendrías conmigo?
Sarah: Lo siento, Saúl, pero ya he quedado. Tengo otros planes. Gracias por tu consideración.
"Lo siento, Saúl" repito en mi cabeza haciéndole burla. ¿Pero no tenía tantas ganas de ir? No la entiendo, de verdad. A ver, sé que se enfadó conmigo y que discutimos fuerte, pero ahora estoy reculando y vengo más suave que un guante con una súper ofrenda de paz. ¡¿Cómo se atreve a rechazarla?! Será que al final no está tan pillada de mí como yo me imaginaba y, si es así, Saúl has pecado de modesto, otra vez, y de humilde, como siempre.
Llegamos al edificio donde se encuentra la oficina de Showep, me apeo del coche y entro por la puerta principal. El corazón me da un vuelco y se me paraliza, se me suben los huevos a la garganta y soy incapaz de articular músculo ni palabra. Frente a mí, veo a Sarah. ¿Qué cojones hace aquí? Me acerco a ella con todo el valor que puedo generar, desde mis pies sube un calor que se asienta en mis mejillas, creando un rubor. ¿Me estoy poniendo rojo? Venga, hombre. Esto me cabrea. No poder ser dueño y señor de mis reacciones. Sigo avanzando hacia ella y, a medida que veo más clara su figura y su rostro, veo algo raro. Creo que no es ella, pero que se le parece muchísimo.
—Buenos días, señor Hunt. Soy Mona Clark, la asistente del señor Baker —se presenta mientras me ofrece su mano para saludarme cordialmente.
—Encantado, señorita Clark. —Enlazo mi mano con la suya y nos damos un apretón de manos. Mientras, estoy observando muy de cerca su cara y me paro en cada facción. ¡Dios! Sí que se parece a Sarah. Podrían ser hermanas gemelas, perfectamente. ¿Y si son familia?
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AppRoach
RomanceJezz, una tímida e inocente joven, educada bajo el proverbio de ser una buena madre, una buena esposa y una buena ama de casa; rompe con todo este emblema para permitirse ser ella misma gracias a los consejos de su amiga Lya. Saúl, un diseñador gráf...