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38

—¡Feliz cumpleaños! —exclamó Paul contento, lanzándose a los brazos de su novio una vez la puerta se abrió.

John se había despertado recién, y Mimi lo había enviado por medio de gritos a abrir la puerta cuando el timbre comenzó a sonar, el muchacho obedeció un poco fastidiado, pero era mejor no desafiar a su tía. Su malestar se desvaneció cuando reconoció esos brazos delgados rodear su cuello y ese delicioso aroma entrar por sus fosas nasales.

—Paulie, es temprano, ¿qué haces aquí? —le preguntó riendo suavemente.

Ambos entraron a la casa, pero Paul no se había soltado del chico, iba aferrado a su cuerpo, y pesaba un poco más debido a que cargaba su mochila en la espalda y su guitarra.

—Mi novio está de cumpleaños, entonces vine a visitarlo. —contestó con simpleza, besando su rostro por todas partes.

—Es imposible no amarte. —el castaño puso ambas palmas en sus mejillas para detenerlo, y lo besó en los labios finalmente.

—Sólo te falta un año para beber... —murmuró el menor y comenzó a reír, causando que su novio lo observara con curiosidad. — legalmente.

—¡Paul! —lo regañó entre risas.— No bebo hace mucho, me he portado muy bien.

—Eres un mentiroso, te vi esconder una lata de cerveza hace unos días, a mí no me engañas John Lennon. —el muchacho bufó suavemente, y se metió en la parte frontal de su cuello para evitar más sermones.

Una sonrisa se formó en sus labios cuando su novio rió con suavidad, y es que se había dejado crecer un poco los vellos del rostro, y su creciente barba le hacía cosquillas al chico. Aquél era un nuevo motivo por el cual solían fastidiarlo en la escuela, algo absurdo, pues tener barba no lo hacía menos inteligente ni le impedía estudiar, aún así, John conservaba su chico rebelde interior, y se negaba a obedecer, sentía que lucía genial así y a su novio también le gustaba.

Paul saludó con alegría a Mimi, y ambos chicos subieron hasta el segundo piso para encerrarse en la habitación de John. El menor se quedó sentado en la cama del castaño mientras éste buscaba ropa para vestirse, tirando todas sus camisetas al suelo.

—Ayer papá me dio un abrazo por la espalda —comenzó contando el menor.— y no lo alejé, no sentí asco, no sentí miedo.

John volteó mientras se ponía una camiseta limpia y lo observaba con una sonrisa de orgullo, ese era un gran progreso, su novio desde aquél incidente se negaba a cualquier tipo de contacto sobre él si era fuera de su campo de vista, John a veces le acariciaba la espalda o intentaba abrazarlo sin ser visto, pero eso causaba que el menor se desesperara y se alejara de inmediato. Se acercó hasta él y besó su mejilla, abrazándolo y escuchando su bonita risa a continuación.

—Eso es bueno Paul, me alegra que me lo digas. —un pequeño beso en su mejilla lo separó otra vez, y el mayor se sentó a su lado para cambiarse las prendas inferiores.

—Lamento que no... que nosotros no... no haber dejado que me toques últimamente. —Paul se sentía un poco mal respecto a aquello, pues amaba demasiado a su novio, pero también se sentía mal cuando sentía sus manos en su cintura, o cuando besaba su cuello, le era inevitable recordar malas cosas.

—Hey, no te disculpes, sabes que te entiendo. —su mano acarició con suavidad la mejilla de su novio, y sintió su cálida y suave piel bajo la palma.

—¿Cómo está tu mano? —preguntó a la vez que paseaba sus dedos por las cicatrices de sus nudillos, y su novio sonrió.

—Aún me duele un poco presionar las cuerdas de la guitarra, pero ya está mucho mejor, ya puedo abrir los frascos del congelador. —el menor rió con suavidad.