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Los cuatro chicos estaban reunidos en la casa de Paul como lo habían acordado el día anterior, era un día viernes, por lo que habían salido más temprano de la escuela y el muchacho los había invitado a dormir en su hogar, sería una clase de pijamada, pero no le querían llamar de esa forma ya que decían que era un nombre para niños pequeños, así que sería una noche de chicos grandes que hacían cosas de chicos grandes, además, Richard había llevado unas botellas de alcohol ocultas en su mochila, planeaba darles su primer trago al par de chicos mientras el señor McCartney dormía en la noche, él le llamaba ritual de iniciación a la adolescencia, aunque John no estuviese muy de acuerdo con ello ya que ambos pasaban a Paul por dos años y a George por tres, no negaba que le daba curiosidad ver sus reacciones.

Después de todo, ¿qué podría suceder?

Antes de ir al hogar del chico, John había dicho que necesitaba buscar algo de ropa en su casa y luego iría con ellos, una pequeña mentira, porque realmente había ido a una tienda de chocolates bastante caros que se había puesto hace poco tiempo en el centro de la ciudad, compró el favorito de Paul con algo de sus ahorros y lo guardó en su mochila, ahora descansaba un poco ansioso sobre la cama del de pestañas rizadas con el resto de los chicos, temeroso de que el chocolate se hubiera derretido y encontrara un completo desastre allí dentro con sus pertenencias, la verdad es que le daba vergüenza entregárselo con el resto allí presente, pero fue Richard quien lo animó a averiguar si podría realmente a llegar a gustarle al muchacho, si bien sabía que le gustaban las chicas, no podía olvidar aquella forma en que observó su cuerpo aquél día, pero sabía que tal vez simplemente fue porque estaba sorprendido de ver los golpes y marcas en su torso, nada más.

—Hey George, olvidé mi mando en la sala de estar, ¿podrías ir por él? —le pidió Paul cuando estaba conectando su consola y notó que faltaba uno de los controles, pues a veces la utilizaba en su habitación o en el televisor del primer piso, y siempre olvidaba llevarse uno de los mandos para jugar cuando la cambiaba de lugar.

—¡Seguro! —exclamó contento, levantándose de una especie de almohada-asiento ubicada en el suelo.

—Te acompaño. —murmuró Starkey y desapareció de la habitación junto a George, no sin antes haberle guiñando un ojo a su amigo con una sonrisa, dándole el pase para que finalmente se dignara a darle lo que le había comprado.

Mientras reunía todo el valor posible dentro de su ser, Paul finalmente había terminado de ordenar todo el cableado de su consola y la había encendido, orgulloso de su trabajo festejó y se sentó junto a John, exactamente a su lado, pero a una distancia prudente, no quería incomodarlo, no quería que John pensara cosas raras de él y se apartara, Paul creía que su amigo era un poco homofóbico, a pesar de que le había bromeado con respecto a toquetear su cuerpo cuando le escribió por chat, sabía que no había sido más que una broma.

—Es curioso, Stuart no quiso venir porque salió con Astrid, ¿puede uno enamorarse en tan poco tiempo? —preguntó Paul hacia el chico, que evitaba a toda costa mirarlo a los ojos, pues ahora que había admitido todo lo que pasaba en su corazón realmente, sentía que Paul se daría cuenta de sus sentimientos.

—Uh... no lo sé, supongo. —respondió intentando esquivar la pregunta, lo que menos quería hacer en ese momento era charlar sobre amor.

—Bueno, debe depender de cada persona... supongo. —respondió con una pequeña risa al final imitando al chico, John también rió, pero nervioso.

—Paul... —comenzó hablando, partiendo por ese nombre que le sonaba tan bonito y que adoraba decir, pero nunca lo iba a admitir en voz alta.

—¿Sucede algo John? —esos bonitos ojos lo miraban esperando a que dijera lo que sea que tenía que decir, John realmente quería morir en ese momento.

change ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora