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—¡Y uno más! —contó un chico de unos veinte años tal vez, dando un certero golpe en el abdomen de ese niño frente suyo que se había negado a entregarle su billetera y su celular, no le quedó más remedio que darle una buena golpiza.

—¡Basta! —intentó cubrirse con su mano, haciendo que ese chico lo golpeara nuevamente, llevando el conteo de cada golpe que le brindaba.

—No lo creo amigo, debes aprender a obedecer a tus mayores. —sonrió de manera terrorífica.

John había rechazado la oferta de James de llevarlo a su casa, no quería molestar y había decidido tomar un camino más corto a su hogar, claro que era el más peligroso también, y peor a esas horas, donde el cielo ya estaba oscuro y no había gente en las calles, un tipo se le había tirado encima justo en un callejón y había intentado asaltarlo, le dolía todo el cuerpo, pero admitía que había recibido golpizas peores. En un pequeño descuido del tipo, John divisó un fierro de metal a su costado, el cual no tardó en tomar entre sus manos y azotar la cabeza de ese hombre, haciéndolo gritar y caer al suelo, para asegurarse volvió a golpearlo una vez más pero con más fuerza, dejándolo inconsciente en el suelo y pudiendo respirar con tranquilidad al ver que no sería atacado nuevamente.

Vio su celular tirado en el suelo, la pantalla estaba rota pero aún funcionaba, sólo que se veía terrible, además John dependía de lentes ópticos, los cuales no llevaba en ese momento y aquello le dificultaba la tarea. Con dificultad para ver, pudo encontrar el contacto de Paul, obviamente no volvería con Mimi, lo castigaría por los golpes y por su celular, y realmente no quería eso, pero a la vez se sentía culpable por tener que llamar a Paul, entonces recordó que el padre del muchacho le dijo que si alguna vez necesitaba de su ayuda no dudara en acudir a ellos.

—¿Ya llegaste a casa? ¡Dame a tu tía Mimi! De no ser así, no te creeré. —habló con preocupación el chico de bonitos ojos, Lennon soltó una pequeña risita.

—Bueno, no estoy en casa, me asaltaron. —se alejó el celular del oído al oírlo gritar, notó que aún estaba cerca de ese bastardo que descansaba en el suelo, así que se había devuelto en sus pasos un poco temeroso de que pudiera despertar, alejándose lo más posible de ese tipo y ese lugar.

—¡¿Qué se supone que haces ahí en la calle?! ¡Ven aquí ahora! —lo regañó de forma inconsciente, de fondo se podían escuchar las risas de George.

—Okay, ya voy. —por suerte estaba cerca de allí, y pudo caminar un poco más tranquilo al saber que la zona era mucho más segura.

En el fondo, agradecía haber tenido tantas peleas a lo largo de su vida, pues ésta no era la primera vez que lo asaltaban y lograba defenderse, el mundo estaba repleto de gente mala, pero al menos contaba con su fuerza y sus habilidades, John no se dejaba ganar tan fácil, incluso en la zona cerca de su abdomen bajo descansaba una pequeña cicatriz, un recuerdo de aquella vez en la que intentó defenderse de un chico que llevaba una navaja y no dudó en hacerle ese profundo corte, aquél día Mimi se enojó tanto que no lo dejó entrar a casa en dos días y tuvo que quedarse en la casa de Richard, esa mujer realmente era aterradora. Ahora se sentía un poco torpe, pues tuvo que haber golpeado a ese tipo a penas tuvo la oportunidad, pero se quedó allí recibiendo los primeros golpes como solía hacer en sus peleas, ahora se excedió tan solo un poco, y las feas marcas púrpuras y verdes se lo recordarían por días hasta que desaparecieran, definitivamente no podría regresar al basketball en bastante tiempo.

Una vez en la puerta de la casa de los McCartney, cuando estuvo por tocar Paul abrió y lo jaló del brazo hacia adentro con fuerza y rapidez, haciéndolo quejarse pues lo habían golpeado por todas partes menos en el rostro.

—A ti realmente te gusta meterte en problemas. —murmuró George, John le enseñó su dedo medio en respuesta con una sonrisa.

—Bueno, ahora intentaron robarme, no fue mi culpa, no es como que ande por allí invocando problemas ¿sabes? Vienen solos. —alzó los hombros, Jim apareció por el pasillo con un botiquín en sus manos, Paul lo observaba preocupado, pero con los brazos cruzados y el ceño semi fruncido.

change ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora