Capítulo 18

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Lo que queda.

Cuando llegué a casa, mis padres estaban al lado de mi nona, sus caras de preocupación cambiaron al verme llegar. Sus caras primero no eran claras, había una mezcla entre rabia y angustia. Primero cercioraron que estaba bien. Y luego al decirles que me había quedado con unos amigos y al sentir mi olor a drogas y alcohol, su cara de disgusto se hizo bastante notoria.

-¿Qué se supone que debemos pensar al verte llegar así?

-No estoy de humor. -Le respondí según caminaba a mi habitación.

-Stefani Cortés, regresa en este mismo instante aquí.

-¿Para qué? ¿Quieren insultarme y gritarme como siempre hacen? No, lo siento.

-Esto no se trata de mí, ni de tus padres. Se trata de Amy. -Me detengo y camino hacía ellos.

-¿Qué le  sucedió a Amy?

-¿Porque no le preguntas tú misma?

Antes de ir a casa de Amy tuve que ir a ducharme, lo hice lo más rápido posible, me cambié y me puse perfume para borrar los últimos rasgos de droga. Crucé muy deprisa a su casa pero...

-¡Buenas noches! 

-Hola Stefani. -Responde su padre.

-Amy no está. -Dice su madre un poco enojada.

-¿Sucede algo?

-Toma, Amy te dejó esto. -Su padre me entrega una carta y vuelve adentro.

Antes de leer la carta revisé mi celular. Había 5 mensajes de voz.

-Stefani, son las cinco, prometiste ir conmigo. ¿Te pasó algo?

-Amor, ya estoy en el colegio, me preocupas. ¡Llámame urgentemente!

-Ya estoy en casa, tus padres y yo estamos preocupados. Llámame por favor. O a ellos, pero llama.

-Ya entiendo porque no me respondías, estás con tus amigotes consumiendo esa porquería.

-¿Sabes? Una cosa es que me dejes tirada en un día como este, otra es que estés drogándote, pero la peor de todas es que estés con ella. Esa, no es justo. No lo es. Que te diviertas Stefani.

Ese último mensaje lo envió hace tres horas. ¿Dónde puede estar? Entonces miré la carta que me había dejado.

No quería leer la carta, sabía cuan doloroso podía ser, había lastimo a Amy y eso me lastimaba a mí. No podía creer como lo conseguía, como podía dañar relaciones tan bonitas como la que estaba viviendo en este momento. Estuve varias horas tratando de conseguir el valor para leerla, me dolía toda esta situación, no sé cómo lo logro. No solo había faltado a su promesa de no drogas, también la había engañado y eso era lo peor de todo. Lo peor. Después de tanto pensar y pensar, por fin tomé el valor para leerla. Lo primero que pude notar fue su letra, sentía el dolor en ella y eso no era una buena señal.

-No sé qué escribir, para que escribirlo o porqué hacerlo. Yo te prometí estar para tí, prometí aguantar todo lo que viniese y aceptarlo con el mayor de los gustos, y así lo hice. No te lo estoy sacando en cara. No acostumbro hacer ese tipo de cosas, pero me duele, duele haber hecho tantas cosas para que lo arruinaras. Ni siquiera es por mí, lo arruinaste para tí, porque yo no recaeré, yo no tiré a la basura todo este tiempo. Y aunque suene infantil no me interesa porque la culpable de todo esto fuiste tú. Y quizá mañana o pasado me arrepienta de escribirte estas palabras, pero esto siento, y esto quiero que sepas. Y no gastaré más papel en alguien que no se lo merece, espero que te vaya bien.

Mis mejillas se inundaron de lágrimas con cada palabra, Amy estaba mal y todo lo que dijo, era más que cierto. Yo había arruinado todo y no podía hacer nada. Al menos no ahora, no sin saber dónde está. ¿Para donde iría? ¿Regresaría? y lo más importante ¿Podría perdonarme? Me odiaba a sí misma, a mis actos, y odiaba a Lana por hacerme esto.

Todo parecía peor, mis padres decidieron llevarme a rehabilitación, tenía que estar allá por cinco meses. Cinco estúpidos meses en los que me privarían de mi libertad,  cinco meses lejos de mi familia, cinco meses lejos de ella, de saber que queda, de saber cómo se siente. Cinco meses de tortura. Los días no pasaban como se supone deberían hacerlo, llevaba allí  casi dos meses y era una gran eternidad. Mis papás no mencionaban el tema, no la mencionaban a ella. No sabía que era más triste; Tenerla lejos o no saber nada.

-Sí, ¿Aló? Hola.

Es la sexta vez que sucede eso, alguien desea volverme loca y no sé quién es.

Dos meses más tarde, por fin había acabado con ese infierno. Todos esos días habían hecho de mí una persona irreconocible. Me miraba al espejo y solo veía a una figura en el. Ya no había un alguien, no existía una persona, era lamentable. ¿Qué si me sirvió todo eso? No lo sé, aún no lo sé. Hace ya cinco meses que no veo a Lana, a los padres de Amy, a mi Nona que decidió abandonarnos  unas semanas después de haber ingresado a este detestable lugar. Hace cinco meses que no la veo, que no siento su perfume. Hace cinco meses.

-¡¡Cariño!! -Oigo gritar a mi madre mientras baja del carro.

-Hola mamá.

-Qué es ese recibimiento tan emotivo Stef. -Dice mi padre para sonar divertido.

-No estoy de humor. ¿Nos podemos ir de aquí?

-Tengo una gran sorpresa para ti. -Le oigo decir a mi madre mientras me siento en la parte trasera del auto.

-Qué bien mamá. No puedo esperar a verla.

-¿Al menos podrías fingir que te interesa, no crees?

-¡Una sorpresa YUPIII!!! 

-No es necesario que hagas esto.

-Papá, ¿podrías limitarte a conducir? Podemos chocar.

Las sorpresas de mi madre eran tan vacías que no me provocaban ningún sentimiento, siempre me regalaba ropa, zapatos, maquillaje; que por cierto nunca usaba. A veces me llevaba  a la peluquería. Y otras estúpidas banalidades. Yo sé que muchas desearían todas esas cosas pero, ella me daba obsequios para no sentirse culpable, lo cual pasaba muy a menudo. Por fin regresamos a casa. Todo estaba como antes y se sentía un enorme vacío. El vacío que nona dejó. El balcón en donde solía estar con Amy, era solo un balcón.

Mi casa no era mi hogar, nada se sentía mío y todo parecía extraño. Recorrí cada parte de ella para recordar lo que ahora era la única fuente que iba a tener. Recuerdos. Recuerdo cada beso que le robé en la estancia y que ella siempre temía por vergüenza a mis padres y a… mi abuela. Cada vez que agarré sus nalgas en la cocina. Todas esas veces que nos prometimos la una a la otra. Todo eso.

Eran las cuatro de la tarde y yo seguí inundada de toda esa melancolía que me desgastaba las ganas de seguir viviendo. Sentía muchas ganas de fumar, de beber y beber hasta perder la razón, pero lo único que perdería con eso sería a mí. El reloj seguía avanzando y en un abrir y cerrar de ojos ya eran las ocho. La luz de un auto atrajo mi mirada. Era el carro de mis antiguos suegros. Esperé expectante a su salida, primero  bajó su padre, luego su madre. Llevaron unas maletas que tenían, adentro.

Después de unos segundos alguien salió del otro lado del auto. 

GRACIAS POR LEER MI NOVELA Y POR VOTARLA. CUANDO LO HACEN ME ANIMAN, OJALÁ SEA MÁS A MENUDO. BESOS Y ABRAZOS.

Desde mi balcón. (Amy&Stefani)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora