a die. 9

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Rosalie fue la primera en abrir las gigantescas y pesadas puertas de la mansión Hargreeves, entrando con lágrimas en los ojos y su espalda levemente encorvada, una de sus manos estaba tapando su boca y la otra retenía la puerta

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Rosalie fue la primera en abrir las gigantescas y pesadas puertas de la mansión Hargreeves, entrando con lágrimas en los ojos y su espalda levemente encorvada, una de sus manos estaba tapando su boca y la otra retenía la puerta. Se fue hacia un costado y se asomó una camilla, la cual contenía el cuerpo del sexto Hargreeves, muerto.

Klaus, también en medio del llanto fue hacia ella y la abrazó con fuerzas, sabía lo mucho que quería a Ben por su pasiva personalidad y obviamente esto le afectaría muchísimo.

Las caras de Grace y Vanya bajando las escaleras con velocidad eran un poema, Vanya corrió hacia Klaus y Rosalie, tratando de sacar esa horrible y verdadera idea. Ben había muerto.

Rosalie se desplomó en el suelo, con un aire escaso llegando a sus pulmones y sollozando con fuerza, su cabeza daba vueltas y aún no podía entenderlo. Se sentía impotente por no haber podido salvar a Ben.

Klaus se sentó en el suelo y dejó que Rosalie se acueste, usando las piernas del varón como almohada, este sollozaba bajito y acariciaba el pelo de Rosalie, tratando de calmarla. La pelinegra tenía sus dos manos en su cara, tapandola, Vanya salió de allí en busca de su madre, la cual se había ido con Reginald y el cuerpo de Ben en un intento en vano de traerlo a la vida.

—Ben falleció... —la voz triste de Grace resonó por la entrada.

Los hermanos Hargreeves estaban allí, perplejos, algunos ahogaron un grito de dolor, otros sollozaron con fuerza y algunos cerraron sus ojos, pensando que esto solo era un mal sueño. Rosalie, en cambio, dio un pequeño grito junto a una oleada de sollozos y llanto.

—¡Esto es tu culpa! —Luther se presentó en la vista de Rosalie—, ¡Si hubieras seguido el plan esto no estaría pasando!

Rosalie se levantó con fuerza y le dio un puñetazo a Luther.

—¿¡A mi me culpas!? ¡Eres un insensible! ¡Nuestro hermano murió y tú solo buscas lavarte las manos de alguna manera! ¡Te puedes ir a la mierda!

—¡Ya basta! —Diego se paró— ¡Be... Ben mu... murió y usted... ustedes ha... hacen es... esto!

—¡Tu hiciste lo mismo que Rosalie! —encaró una vez el rubio.

—¡Cierren la boca! —grito Allison— ¡Lo único que saben hacer es pelear! ¡Luther tiene razón!

—¡Que raro que estés de su lado! —se sumó Klaus con su sarcasmo.

—¡Callense por favor! —dijo Vanya.

—¡Vanya tu eres la menos indicada para hablar! —dijo Luther.

—¡Con ella no te metas! —ordenó la pelinegra.

—¡Silencio! —la imponente voz de Reginald hizo que todos se callaran— ¡Por estas cosas su hermano murió! ¡No saben trabajar en equipo! ¡Todos a su habitación! ¡Ahora! ¡Yo los llamaré a la hora del velorio!

Todos caminaron, lo único que se escuchaba en la mansión eran los sollozos de los hermanos, ya sea de frustración, enojo y tristeza.

Rosalie llegó a su habitación y cerró de un portazo, puso su espalda contra la puerta y comenzó a deslizarse hasta llegar al suelo, abrazó sus rodillas y escondió su cabeza entre ellas.

Las lágrimas se producían sin parar y los sollozos que salían de su garganta eran incontrolables, su cuerpo daba espasmos a causa de su fuerte llanto y de vez en cuando tocia por la falta de aire que le traía el llorar con fuerza.

—Luther tenía razón... todo esto es mi culpa... —lloró y susurró para ella.

Aunque frente líder se había demostrado como alguien fuerte y se había defendido, las palabras de su hermano había calado en lo más profundo de su corazón, causando un terrible dolor sentimental e impotencia por no poder ser útil.

Aún recordaba los gritos de sus hermanos al ver a Ben inconsciente y ensangrentado en el suelo, estos habían actuado rápidamente ante el accidente del chico, aunque no tan rápido como para salvar su vida.

Ben, un chico adorable y ridículamente bondadoso, el más calmo de la familia junto al más sensible, Rosalie lo quería muchísimo, de niños —aún más pequeños—, Ben consolaba a su hermana cuando los entrenamientos eran duros y largos, este hacía bromas que hacían reír entre lágrimas a la chica y le leía cortos cuentos sobre amor, cosa que amaba Rosalie. Recordaba las suaves caricias en su cabello que brindan las pequeñas manos del sexto Hargreeves, recordaba como Ben hacia lo posible junto a Klaus para que ella se tranquilice, recordaba como los tres se consolaban mutuamente y cuaraban sus raspones en las rodillas con suma torpeza. A los siete años nos sabes cómo curarte por sí mismo, y ahora era peor, Rosalie ya no podría correr al auxilio de Ben ante un raspón, si no que tendría que ayudarse sola. Perder a alguien y darte cuenta que no valoraste lo suficiente a alguien dolía más que cualquier otra cosa.

Y estaba hecho, Ben Hargreeves había muerto y ya no había vuelta atrás.

Se paró y comenzó a salir de su habitación, salió hacia su patio, donde la nieve caía con suavidad y belleza, calmadamente, se posaba en el suelo y se quedaba allí.

Rosalie se sentó en una de las bancas, mirando los frondosos árboles nevados, perdiéndose en la belleza de la naturaleza que se presentaba ante sus ojos.

Una cabeza se posó en el hombro de Rosalie, los rizos de Klaus entoropecían la mirada de la chica y la mano del otro viajó hasta la de la niña y entrelazó sus dedos con suavidad, entrando en contacto en la fría y seca mano de la opuesta.

Se quedaron en silencio, por dos razones en particular, una porque no querían romper el ambiente y dos porque seguramente su voz se quebraría y comenzarían a llorar una vez más.

Rosalie vagaba en el interior de su mente, tratando de fijarse si la idea que se había cruzado por su mente era buena, por un lado, se libraría de su padre, y por el otro, tendría que dejar a Klaus allí, el no se iría con ella.

Aunque si iba a haber un acompañante.

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DANGEROUS WOMAN  ──klaus hargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora