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Es uno de esos días que Mara ama: clima frío, cielo gris, aire que despeina y ambiente silencioso, de esos que aterra a otros.

Sacó del armario una falda de cuero , con un top de mallas, una chaqueta del mismo material de la mini falda y unos botines, todo negro y recogió su rojizo cabello en un moño descuidado. Agarró la mochila y bajó las escaleras para desayunar.

Su madre está en la cocina preparando algo de comer y su padre lee el periódico. Se sienta en uno de los taburetes de la isla y saca su teléfono.

- Cielo,¿ No tienes ropa más bonita?- preguntó la pelirroja extendiendo un plato de cereal con leche y zumo de naranja a su hija.

Mara no dijo ni una palabra en cambio su madre la mira con cierta preocupación.

- Dejala en paz mujer. Es lo que le gusta y punto.- respondió el señor Weinman doblando el diario.

-¡ Pero parece que pertenece a una secta satánica!- se quejó la mujer.-¿ Qué dirán los vecinos?¿ Por qué no puede ser como Andru.

El de ojos azules miró a su mujer con severidad.- No vuelvas a meter a Andrés en esto... Si hubiera vivido su vida como quería no hubiera pasado eso.- habló perdiendo el hilo de voz.

-No es mi culpa.- dijo por lo bajo Sara.

Todas las mañanas sucedía lo mismo: su madre se quejaba y metía a Andrés en sus argumentos cosa que molesta a su padre .

-¿ Quién de ustedes me llevará a la escuela?- preguntó la más joven de las pelirrojas acomodando la mochila.

- Yo.- se levantó el hombre y sacudió su traje, agarró las llaves, el teléfono y se dirigió a la puerta.

Mara lo siguió en silencio hasta el auto, una vez dentro de este bajó la ventanilla para tomar aire y mirar como dejaban atrás a los pocos carros que circulan. Es esa hora de la mañana donde hay pocas personas caminando y el bullicio de la ciudad no es tan grave, 6:30 am.

A la chica no le gusta su colegio, en realidad, ninguno pero al ser en el cual Andru estudió lo hacía menos insoportable.

..
En cuestión de unos cuarenta minutos estaba en ese lugar que es una pesadilla para cualquier adolescente de 17 años, se bajó del carro y los murmullos no tardaron en hacerse notar. Caminó por los pasillos sin importarle nada a su alrededor hasta llegar a su casillero. Un bullicio seguido de dos profesores iendo hacia este hizo que la paz cesara. Ella abrió su casillero y sacó los libros de la primera clase: Álgebra. Antes de que pudiera cerrar un chico con el labio partido que viene sujetado por ambos profesores, uno a cada lado sonrió victorioso, se safó del agarre y caminó altanero hacia la de iris azules.

- Hola gatita.

- Trenton Donaldson.- cerró Mara es casillero.- Otra vez en una pelea.¿ Acaso no te cansas?- habló sin una pizca de diversión.

- Mara Weinman siempre con cara de amargada¿ Acaso no te cansas?- respondió divertido.- Siempre supe que serías mi problema favorito. Si eres así ahora...- se relamió los labios.- No quiero ver en la cama.

Ella le estampó un puñetazo por la nariz haciendo que sangrara y comenzara a tornarse rojiza.- No te pases de la raya Donaldson.

- Cruel como un diablo y bella como un ángel Weinman.- volvió con los profesores para ir a la dirección.- Es una pena que vaya a mi segundo hogar y no pueda ver tu suculento cuerpo en la clase de Álgebra. Tranquila quedará para la próxima.- le guiñó el ojo izquierdo.

Hay personas que quisiera haber conocido en otro momento de mi vida, nunca por ejemplo y entre ellas está Donaldson.- pensó caminando al salón de clases . Así es Trenton y Mara comparten clase de Álgebra, tanto como comparten todas las demás clases y en donde el castaño nunca está.

Se durmió a mitad de clases. Esos profesores le resultaban muy aburridos.

- Señorita Weinman ¿podría resolver el ejercicio de la pizarra para despertarse un poco?- habló con irritación Agust, su profesor, un señor de cincuenta años regordete que viste un traje barato .

Con mucha pereza lo resolvió en su cuaderno y lo pasó hacia delante antes de contestar: " Viejo yo me se todo eso. Prestará más atención si no fueras tan aburrido"

- Tu problema es que eres una irrespetuosa.- respondió el único profesor que todavía se dignaba a enojarse con sus cometarios mordaces.

- Mi problema es que nunca me logro quedar callada, siempre tengo que contestar.

-¡ Pues fuera de mi clase!- gritó Agust señalando a la puerta rojo de ira.

Mara tiró todos los libros en la mochila... Otra vez la habían echado de clases; otra vez su madre armaría un escándalo y otra vez la enviaría a recibir "ayuda".

Los pasillos de la escuela están vacíos pues todos se encuentran en clase lo que causa que la pelirroja saliera al patio para buscar un lugar para sentarse.

Divisó a lo lejos , bajo un árbol a Donaldson. Lo odiaba, sí que lo hacía pero decidió acercarse porque su relación de odio-persona que amo que me haga enojar para ser mala con ella la hacía acercarse a él, es como un tipo de juguete para ella. Se paró junto a él y dejó caer la mochila al suelo.

- Otra vez fuera de clases gatita. Eres igual de mala que yo.- aspiró un humo de su cigarrillo.

- Yo no me peleó con todos Trenton.- inclinó la cabeza hacia arriba para poder mirar su rostro magullado y rastros de sangre en la nariz y labio inferior.

- No, no tienes razón sí te peleas con todos, los profesores.- expulsó el humo en el rostro de su acompañante y se quedó mirándola fijamente. Ella tosió un poco sacudiendo el humo de su rostro y frunciendo ligeramente el ceño.- Mara...- la voz del chico sonaba suplicante, represiva y dominante a la vez.¿ Cómo era posible eso?

Esa era una de las pocas veces en que utilizaban el nombre del otro y bastaba con decirlo para incluir mil palabras en una sola. Y así se quedaron,mirándose a los ojos fijamente, Mara observando unos que, en otro momento podrían haber sido unos hipnotizantes ojos verdes llenos de brillo ahora opacados por rabia, dolor y cansancio, y Trenton fijo en esos ojos peculiarmente azules marino para una chica de cabellos casi naranjas o zanahoria como la llamaba en su mente que, al igual que los suyos, están apagados, se atrevería a decir que más que él, se ven más oscuros mientras que el cigarrillo se consumía entre los dedos de Trent.

- Aquí están. Los estaba buscando.- dijo una profesora.- Tienen que ir al último salón del segundo piso y no es negociable.

Trenton bufó, sacudió su cabello y rodó los ojos al ver que la mujer no se iría sin ellos.-¿ Vienes gatita?

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Muchas gracias a mi nuevo seguidor espero no decepcionarte y me encantaría saber tu opinión sobre este primer capítulo. Gracias por leer

El club de los incomprendidos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora