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Ya había pasado dos semana desde que Leipheimer le daba clases a Harry. El niño le encantaba las clases que le daba la mujer, ella le enseñaba todas las asignaturas que se darían en Hogwarts menos pociones, de eso se encargaba Snape.
La señora Leipheimer les notificaba a sus padres como iba el infante con los estudios cada tarde antes de irse a su mansión.
El niño era bueno en todas las materias, pero más en Herbologia.

Una tarde, luego de las clases, Harry fue a visitar a su Severus, que le había dicho que estaba libre ese día.
Cuando llegó a la oficina de su Sev se encontró con su padre, el Lord, hablando con el.

- intentaré  hacerlo Snape, lo intentaré-.

El niño se quedó algo extrañado al ver como le hablaba a su Sev. El Lord se va caminando.

- Señor Snape, ¿qué sucedió con mi padre?-.
- Nada pequeño, ¿vamos a tomar un helado en Hogsmeade?-.
El infante dijo que si muy emocionado y empezó a dar saltitos, lo que fue corregido por el mayor, diciendo que no debía saltar. Luego el hombre agarró la mano del pequeño y se apareció en Hogsmeade, que había sido tomada por mortifagos ya hace unos años atrás junto cuando el Ministerio de magia cayó en el poder del Lord.

Los dos magos fueron hasta una heladería y el mayor le compro un helado al niño, el cual lo recibió feliz.

Ambos se sentaron en una mesa en la cual había un florero con algunas hortencias.

- Señor Snape, ¿qué flores son estas? Son muy hermosas-.
- bueno Harry, estas son Hortencias, es común ponerlas en las tumbas, pero también como centro de mesas, y sirven para algunas pociones, una que debo hacerle a tu papá lleva hortencias- dijo el mayor agarrando una- ¿te gustan mucho?
- Sip- el pequeño balanceaba sus piecitos bajo la mesa ya que no llegaba al suelo mientras comía su helado.
- Veré si puedo darte algunas para que plantes con tu profesora-.
- ¿la señorita Leipheimer?-.
- Si Harry-.
El niño asiente con la cabeza y mira al mayor.
- ¿Le gusta la señorita Leipheimer señor Snape?-.
- No Harry- el niño vuelve asentir con la cabeza- ¿y como te trata ella, mi pequeño?
- la señorita Amelia es muy buena, y también le gusta Herbologia- dijo el azabache entusiasmado.
- Ohh~ Que bueno que también le guste a ella pequeño-.
El niño siguió tomando su helado mientras que el pocionista lo miraba.

En la antigua mansión Malfoy se encontraba, más específicamente en la biblioteca, un James absorto en un libro de romance. Estaba tan concentrado que no noto a la persona que tenía detrás.

Un hombre le tocó el hombro y el azabache se sobresalto, girando hacia donde estaba el Lord.

- Mi señor, me ha asustado señor- dijo ya más tranquilo.
- Tom, llámame Tom, James-.
- Si, ¿Tom...?- el hombre mayor sonrió.
- Mejor-.
- ¿Qué necesita de mi?-.
- Ah, eso, James, quería disculparme por mis acciones en el pasado- el Lord se arrodilló ante el muchacho, esperando a que la recomendación de Snape, que era pedirle perdón, funcionará-  se que fui alguien que no debería vivir por haberte lastimado, por eso vine a pedirte disculpas por las atrocidades que cometí hacia tu persona.
Potter lo miraba en silencio, analizando cada palabra y gesto, temiendo que sea una mala broma.
- ¿Aceptas mis disculpas James?- dijo Voldemort, mirando al hombre temblar un poco.
- ¿N-no es una broma, Tom?- dijo en un tono temeroso.
- No-.
El joven soltó un suspiro de alivio.
- Claro que las acepto, sólo... aún no podrás tocarme-.
- Esta bien, es un precio justo-.

El Lord se levantó.
-Nos vemos en la cena James- finalizó para luego irse camiando.
El mencionado se quedó sentado en el sillón, y luego abrazo sus piernas.
Cerró los ojos sin creerse lo que sucedió.
Luego, al rato de esto, se paró, y se dirigió al estante de donde sacó el libro, para después irse de la biblioteca. Camino hacia su habitación para darse un baño antes de la cena.
Se sumergió en la bañera y se puso a pensar donde estaba Snape con su hijo a esta hora, luego su mente fue a otro lado, y se centró en el Lord.
Al principio le temia, su carácter, acciones y su aspecto daban material para que tenga pesadillas por años, pero cuando empezó a dejarle su espacio, a ser algo más amable y que su apariencia comenzaba a volverse humana, y con eso, a volverse tan hermoso como alguna ves fue.
James sacudió su cabeza y salió del agua, secándose, preparándose y saliendo hacia el comedor principal, donde encontró a su hijo, también ya bañado, esperándolo con una sonrisa.
- Papi- el niño corrió a abrazarlo, aunque sólo le llegó hasta sus muslos.
- Hola mi amor- el mayor lo alzó y lo llevo a la mesa, lo sento a su lado y ambos esperaron a que el Lord y Snape llegarán a comer.

Luego de la comida, Harry fue a su dormitorio acompañado de James, quien le leería un libro.
El niño se puso el pijama y se acostó, su padre lo tapó,  para posteriormente sentarse a leerle el cuento, que hizo que el menor quedara dormir al rato de empezar a leerlo.
Su progenitor se levantó y salió de la habitación para ir a la suya, donde se acostó y se durmió enseguida.

Entre hortencias, girasoles y rosas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora