𝐅𝐄𝐀𝐑𝐋𝐄𝐒𝐒 | " 𝐓𝐖𝐈𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓 "

𝑪𝑯𝑹𝑰𝑺𝑻𝑴𝑨𝑺 𝑺𝑷𝑬𝑪𝑰𝑨𝑳: 𝑬𝑫𝑾𝑨𝑹𝑫 & 𝑺𝑨𝑶𝑰𝑹𝑺𝑬

Las gemelas Byrne habían decidido pasar la navidad con los Cullen, al momento de llegaron fueron recibidas por cálidos abrazos y suéteres navideños, cortesía de Alice.

Carlisle al ver que llegaron solas preguntó la razón y, al momento de obtener una respuesta, se excusó y salió de la casa. Nadie le prestó mucha atención ya que era obvio a dónde se dirigía.

La casa estaba muy decorada, el enorme pino que se alzaba en la sala estaba cubierto de nieve falsa, adornos, luces con un patrón específico y una brillante estrella en la punta. Incluso habían prendido la chimenea debido a la temperatura que era cada vez menor.

Tuvieron que adelantar la comida, que era solo para las pelirrojas, ya que Circe tenía otro compromiso en la reserva. Aquello no le hizo gracia a Rosalie pero no podía hacer nada, el chucho se imprimó en ella y tenía entendido la seriedad del asunto.

— ¡Feliz navidad, familia! Gracias a todos por aceptar llevar a cabo esta cena y gracias a nuestras dragoncitas por venir y hacer más amena esta fecha.

La sala se llenó de aplausos por parte de todos y chiflados por parte de Emmett, no lo decían seguido pero todos estaban felices de tener a las gemelas en su vida, siempre lograban sacarles una sonrisa y sabían que podían confiar ciegamente en ellas.

La cena transcurrió entre risas, abrazos y muchos regalos. Circe tuvo que irse después de unas horas así que sólo quedaba la Byrne de cabello corto.

Edward no desaprovechó la oportunidad y le pidió ir a dar un paseo en el bosque, ella aceptó y, acomodando su nuevo suéter, lo siguió en medio de un silencio cómodo.

Caminaron probablemente un kilómetro hasta que decidieron sentarse sobre un tronco, rezando para que el resto de la familia no intentara escuchar su conversación.

— Es una linda noche, ¿No lo crees? —  La voz de Saoirse salió suave y aterciopelada. Si el sistema circulatorio de Edward sirviera, sus mejillas se hubiesen sonrojado ante la belleza que tenía frente a sus ojos.

La noche era preciosa, pero no tanto como la chica que lo acompañaba. La luz de la Luna acariciaba su rostro de una forma casi etérea, sus labios se veían suaves y su respingada nariz le daba un toque angelical a su rostro.  — Sí, es absolutamente hermosa.

El tono embobado en el que lo dijo no pasó desapercibido para Saoirse, que suavemente volteó en dirección al vampiro. Sin poder evitarlo, su respiración se cortó al notar la forma en la que la veía. Sus ojos mostraban total adoración y la sonrisa que se extendían por sus labios demostraba que no era cosa suya.

— Tengo un regalo para ti. —  Dicho esto, Edward sacó una pequeña caja de terciopelo verde. Dentro de esta, había un precioso pero discreto collar con un dije de corona. Dentro de este habían unos pequeños diamantes del mismo color que la caja y Saoirse sólo pudo pensar en lo que le había contado Edward unos días atrás. Cuando era humano, sus ojos eran de ese color.

— Edward, es bellísimo... No debiste hacerlo. —  Su mirada mostraba una mezcla de sentimientos, el collar era completamente su estilo pero se veía demasiado costoso y no quería aceptarlo, aunque el no aceptarlo sería una falta de respeto.

— Déjame ponértelo.

Sin esperar una respuesta, el vampiro se puso detrás de la chica y con delicadeza colocó en collar al rededor de su cuello. Una vez lo abrochó, dejó un suave beso sobre su hombro y volvió a su lugar inicial.

El collar le quedaba perfecto, más de lo que pudo imaginar. El verde resaltaba con su cabello y le daba un toque de elegancia que sólo ella podría tener.

— No tienes que decir nada, sólo... —  El chico soltó un pequeño suspiro.  — Prométeme que, pase lo que pase en la pelea contra Victoria, no te alejarás de mí.

» Sé que es precipitado, pero te has vuelto en una persona esencial para mí y no sé qué haré si te llego a perder.

Saoirse pudo notar que sus palabras eran sinceras, por lo que se acercó a dejar un suave beso sobre la nariz ajena antes de asentir.

— Lo prometo, Edward.

Como si sus pulmones sirvieran, el vampiro dejó salir un suspiro de alivio. Se tomó el atrevimiento de abrazarla y grande fue su sorpresa cuando le correspondió.

La chica sin poder ocultar su emoción, le entregó al vampiro un collar igual de discreto pero con una cadena más gruesa que la de ella. Era de color dorado y tenía un pequeño dije de un dragón con piedras moradas en los ojos. Ahí se dieron cuenta que, incluso queriendo ocultarlo, era un hecho que se entendían y complementaban a la perfección, ¿Cuáles eran las probabilidades de que escogieran un regalo similar con un significado similar?

En ese momento, Edward supo que estaba jodido. La tranquilidad que le transmitía la chica era impresionante, y el cariño que sentía por ella lo era aún más. Por primera vez en su vida quería ser egoísta, quería mantenerla a su lado por toda la eternidad sin importar qué, pelearía contra todos los Vulturi a la vez si era necesario. Pero ya no podría pasar el resto de su inmortalidad sin ella, eso era un hecho.

Sin olvidar la fecha, Saoirse se separó un poco del abrazo para mirar a Edward, el cuál se extrañó por la lejanía.  — Feliz navidad, Eddie.

— Feliz navidad, princesa.

De pronto, la nieve comenzó a caer logrando que ambos chicos soltaran una pequeña risa de felicidad. Edward tomó un mechón del cabello pelirrojo y lo puso detrás de su oreja antes de dejar un casto beso sobre la frente de su compañera de vida.

— Por esta y muchas navidades juntos, Saoirse.

— Por esta y muchas navidades juntos, Edward.

Como referencia, así se ve el cabello de Saoirse, en el siguiente capítulo dejo el de Circe.