Desde Kanat'ma

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—Entonces, cuéntame un poco sobre ti —sonrió Helena, mientras servía la cena para ambos.

Se sentía bien al saber que estaba ayudando a alguien más en una noche tan especial como aquella. A otra persona que se encontraba sola al igual que ella.

—¿Qué te gustaría saber? —le preguntó en un tono algo incómodo.

No era normal ser bien visto por los humanos. Muchos menos, que alguien con tanto dinero como Helena, lo tratase con tanta amabilidad.

—Tu nombre, tu edad, si tienes familia, esas cosas —sonrió sentándose a un lado de él—. Puedes servirte lo que quieras.

—Me llamo Gellyan, tengo alrededor de treinta años, no lo sé con exactitud, y tenía familia.

—¿A qué te refieres con qué tenías? —le preguntó curiosa.

—Yo vivía en un lugar muy diferente a este, su nombre es Kanat'ma. Fui traído por humanos cuando era un niño, y cuando pude, huí de ellos, viviendo en las calles.

Helena abrió los ojos sorprendida, y se llevó un trozo de carne a la boca, masticando lentamente. ¿Se estaba inventando una historia? Tal vez el tipo estaba bajo los efectos de alguna droga, y ella por impulsiva lo había hecho ingresar a su casa.

—¿Y cómo es tu hogar entonces? —le inquirió siguiéndole la corriente, para no contrariarlo.

Ni sabía cómo podía llegar a reaccionar.

—Yo vivía en la selva, en la tribu de hembras en ese momento. Pronto mi madre iba a llevarme a la tribu de machos, ya que tenía la edad suficiente como para valerme por mí mismo, y no podía seguir con ella. Mi madre me dijo que mi padre era un macho del este, es todo lo que sé de él.

La joven entrecerró los ojos suavemente, y bebió un sorbo de vino.

—¿Kanat'ma queda en África o algo así? Eso de tribus suena como a algo relacionado a aquella región. Quizás seas sudafricano.

—No sé cómo ustedes conocen a Kanat'ma, quizás sea ese lugar que llaman África.

—Yo creo que sí podría ser. En esa zona, por más cruel que suene, es común que los niños sean secuestrados para trata de personas, prostitución, trata de órganos, o incluso como esclavos. Es increíble que algo así siga ocurriendo en nuestro tiempos, pero es real.

Él asintió con la cabeza, y probó la carne, ahogando en su garganta un gruñido. Aquello sabía delicioso, hacía tanto tiempo no comía algo tan rico, comida de verdad, que su instinto le gritaba que se devorara todo de una sola vez.

Levantó la mirada, observó a Helena, quién le sonrió, y reprimió sus impulsos. Ella estaba siendo muy cortés con él, no podía actuar como un animal frente a ella.

—¿Te gusta?

—Sí, sabe muy bien, gracias.

—¿Y qué idioma hablan en tu tribu? —sonrió.

—Kanatita.

—¿Podrías hablarme un poco en kanatita? —preguntó sorprendida, curiosa.

—Era un niño cuando estuve allí, no lo recuerdo muy bien —le dijo mirando hacia abajo, cortando un nuevo pedazo de carne.

Ni siquiera sabía muy bien como se usaban los cubiertos, siempre había comido con las manos, pero después de observar unos minutos a Helena comer, estaba intentando imitarla.

—Sólo unas palabras, lo que recuerdes —sonrió.

Shinsei sa it'feha hammie siu (gracias por dejarme comer contigo)

Okay, o lo había inventando en ese momento, o él realmente estaba hablando un idioma que no conocía, y jamás había escuchado.

—¿Qué significa eso?

—Gracias por dejarme comer contigo.

***

Luego de la cena, le había ofrecido que usara su baño. Imaginaba que el muchacho disfrutaría mucho de una ducha caliente y ropa limpia. No sabía cómo iba a quedarle, pero estaba segura que la ropa que le había comprado para su hermano Javier, podría irle.

Estaba comiendo helado, sentada en su sillón, cuando lo vio asomarse en la sala. Lo miró sorprendida y luego sonrió. Era rubio, ¿Quién lo diría? Abajo de toda esa suciedad de tiempo, había un muchacho rubio muy guapo.

—Te ves bien.

—Gracias una vez más, Helena.

—No hay de qué —sonrió—. Aquí te serví un poco de helado para ti, ven.

—Después de tantos años viviendo entre los humanos, esta es la primera navidad que puedo disfrutar. Gracias, Helena.

Ella se llevó una cucharada de helado a la boca y sonrió.

—Puedo decir lo mismo, hacía mucho tiempo que mi navidad no era tan especial como esta.

...

Regalo de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora