Conociendo Kanat'ma

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Era extremadamente sorprenderte estar en una lugar como ese. Poder verlo, sentirlo... Qué fuera real. Y ni hablar de conocer el árbol de Kanat'ma. Mirar hacia arriba, y no ver la punta de la copa, la había dejado anonadada.

Había una energía muy fuerte, y el aire se sentía tan limpio. El camino hacia la tribu de hembras, o grupo de mujeres, había sido mágico para Helena.

Lo habían trazado por la selva, sin necesidad de dañar el ambiente, e incluso los propios árboles parecía que abrazaban sus ramas entre sí.

La tribu de hembras era un complejo de cabañas, donde Matlula, la mamá de Gellyan, le explicó que allí sólo vivían mujeres. Los niños varones tenían permitido vivir con ellas hasta los seis años, luego debían ir con sus padres a la tribu de machos.

Y si su sorpresa fue grande al adentrarse en la selva, cuando conoció a las guerreras, u oficiales de la líder de la isla, quedó completamente alucinada.

Ella se consideraba una persona medianamente alta, medía un metro setenta y cinco. Incluso era la más alta de su grupo de amigas.

¡Pero estas mujeres eran más altas que ella! Y estaba segura, con había como siete que debían alcanzar el metro noventa, o más. Ni hablar de la contextura física que se cargaban, fibrosas, musculosas.

Matlula le había explicado que no todas las kanatitas lucían así, ni todas las oficiales, habían otras de un tamaño más pequeño. Pero que era normal en ellos ser de gran altura y contextura.

—¿Tú también serás una muchacha grande y fuerte? —sonrió hablándole a su niña—. No, no, tú siempre serás la pequeñita de mamá, la bebita —le dijo abrazándola a ella, llenado su carita de besos.

Matlula observó a la joven madre y sonrió cálidamente.

—Los humanos son muy cariñosos con sus hijos.

—¿Ustedes no? —sonrió confundida.

—Vivimos en la selva, rodeados de peligros. Nuestros hijos deben ser fuertes desde pequeños.

—Hm, sí, no es algo que comprenda muy bien del todo. Creo que una persona puede ser fuerte de adulto, y llevar una niñez con amor también.

—Los niños se hacen débiles, blandos, cuando se los consciente tanto.

—Es mi primer bebé, no sabría decirle —sonrió.

Matlula miró hacia atrás de donde Helena se encontraba sentada, y se puso de pie. Había invitado a la castaña a que fuera a su casa, ya que ella quería hablar con la umi'et de Gellyan.

—Meefya, viniste —sonrió la mujer.

Al escuchar aquel nombre, Helena también se puso de pie, volteándose para ver a la otra muchacha.

—Hola.

—Hola —pronunció seria la rubia.

—Meefya, Helena quería hablar contigo, es por eso que vino hasta aquí —explicó Matlula.

—¿Hablar? No tenemos nada de que hablar nosotras.

—Yo creo que sí. Lo que pasó aquella vez en el aeropuerto-

—Esa niña es de Gellyan ¿Verdad? —la interrumpió viendo a la bebé.

—Sí, es su hija, y cuando nosotros vinimos a Kanat'ma, yo ya estaba embarazada.

—Compórtate y escucha —le susurró Matlula a Meefya, antes de salir y dejarlas a solas.

—Él nunca dijo que estuviera con una humana, mucho menos que estaba esperando a un bebé.

—No sé porqué no dijo que tenía una relación conmigo, pero lo de niña yo le pedí que no hablara. Los embarazos a veces no llegan a término, y es más frecuente que ocurran abortos naturales en el primer trimestre. Yo aún no estaba de tres meses, y queríamos esperar con Gellyan para dar la noticia.

—¿Hace cuánto tiempo están juntos?

—Em... Gellyan y yo ya no estamos juntos.

—Se fue por ti ¿Y no están juntos? ¿Entonces para qué te eligió? ¿Por qué te lo llevaste? —le recriminó con lágrimas en los ojos.

—Yo no le pedí que viniera, él quiso venir, Meefya.

—Toda mi vida lo estuve esperando, soñaba con estar con él, con entregarme a él. Y lo único que hizo fue despreciarme luego de hacerlo. Él simplemente tomó su ropa y se fue corriendo, me dejó. Ni siquiera tuvo el valor de decirme que se iría, después de desaparecer por una semana entera. Si me enteré que estaba por abordar ese avión, fue gracias a mi trabajo como oficial, y que una compañera me avisara que estaba allí, con una humana.

—Gellyan actuó mal con las dos, nos mintió y ocultó la verdad. Y yo en serio lamento mucho lo que pasó, si hubiese sabido que tú existías, que ustedes tenían esa conexión especial, jamás me habría metido en el medio.

—¿Tú lo amas?

—Tenemos una hija... Supongo que sí.

—¿Supones?

Helena suspiró y desvió la mirada, antes de asentir con la cabeza.

—Sí, sí lo amo.

Meefya se secó las lágrimas de los ojos, y respiró profundo.

—Se parece mucho a él.

—Lo sé, es muy parecida a él, incluso tiene ciertas actitudes como él, y eso que es muy chiquita aún. En unos días cumplirá los dos meses.

—Cuídala mucho.

—¿Tienes hijos también? —preguntó mirándola a los ojos.

—N-No, yo no puedo —pronunció bajo.

—Lo siento mucho.

—Bienvenida a Kanat'ma —le dijo volteándose, para irse—. Es un lugar muy hermoso, disfrútalo.

...

Sofía al conocer a Meefya :u jajaja ♥️✨ (me refiero a la multimedia, claro 🤧)

Regalo de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora