¡Estás aquí!

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No había sido fácil volverlo a encontrar, pero lo había conseguido una de sus primas, cuando estaba por el centro de la ciudad, y había sido quién le había dado el número de Helena, diciéndole que ella quería hablar con él.

Habían acordado que podría estar presente cuando el bebé naciera, y visitarlo cuando quisiera.

—¿Se puede ver que será?

—No, tiene las piernas cruzadas.

—Ay no, vamos bebé —sonrió resignada, tocando el costado de su vientre—. No seas malo, déjate ver, mamá quiere saber que serás.

—Parece que será sorpresa —sonrió la médica—. ¿Tú querías niño o niña?

—Un niño, adoro a las niñas, pero en mi familia no tenemos suerte las mujeres.

—Entonces, esperemos sea un varón —sonrió dándole unas servilletas para que secara el gel de su vientre.

—Sí, ya quiero conocerlo.

***

—Le traje más pañales, un biberón, y este chupón. No sé si vas a darle chupón, pero lo vi y me gustó.

—No me agrada mucho la idea, pero cuando ya esté aquí, veremos qué hacer —le dijo tomando la bolsa con la compras que había hecho Gellyan.

—Ya falta muy poco para que nazca —sonrió el rubio.

—Sí, unas semanas más y lo tendremos aquí —pronunció caminando con pasos lentos hacia el sillón—. Si ahora me pesa la panza, no sé cómo será llegando a término.

—Vendré a ayudarte siempre que tenga tiempo. Hay días en lo que trabajo muchas horas, y no sé si podré venir.

—Descuida, podrá sola con él. Sé cómo cuidar a un bebé, ayudé a mi cuñada con su primera hija.

—¿Tienes hambre? ¿Comiste ya?

—No, y sí, ya comí hace un rato. Intento respetar los horarios para no subir tanto de peso. La doctora me dijo que este es el momento cuando más come el bebé.

—Bueno, yo debo irme ya. Si necesitas algo, llámame.

—Claro, suerte.

En cuanto el rubio se fue, suspiró, acariciando su vientre.

—Tu padre... Sigue teniendo los mismos ojos tristes como cuando lo conocí. A veces pienso que sólo finge, siempre lo hizo, pero ahora debe ser por culpa.

***

Tiempo después

—¿Qué diablos está haciendo ese tipo aquí? ¿Quién lo dejó entrar? —preguntó consternada la madre de Helena.

—Es el padre del bebé, ma ¿Qué esperas? —le dijo con obviedad Carolina, sin soltar su celular.

—¿Padre? ¡Esa palabra le queda enorme! ¡Cómo al otro que está allá!

—Ya deja de ser tan resentida con mi papá y cierra la boca, ma, Helena está a punto de parir —rodó los ojos la jovencita.

Dentro de la sala, Gellyan entró casi corriendo, luego de que un enfermero lo ayudara a prepararse. Se puso al lado de Helena, y la tomó de la mano, quién ya estaba pujando.

—Muy bien, Helena, respira, y cuando yo te diga, vuelves a pujar.

—S-Sí —pronunció adolorida, respirando agitada.

Gellyan la miró, y con la manga de su camisolín le secó el sudor suavemente de la frente y el rostro. Helena lo miró y él le sonrió.

—Ya casi, nuestro hijo ya casi está aquí —le dijo con una suave sonrisa.

—Helena, respira como te dije, y puja, vamos —pronunció el médico.

La castaña asintió con la cabeza, y respiró profundo, pujando, apretando la mano de Gellyan.

—Eso es, muy bien, respira, ya casi sale su cabeza.

—E-Estoy muy cansada.

—Ya falta menos, sólo un poco más —le dijo en un tono bajo Gellyan, acariciándole el rostro—. Cierra los ojos y piensa en él.

—Helena, es momento de que pujes una vez más.

—Tú puedes, Hele, vamos.

Apretó sus dedos en la mano de Gellyan, y pujó por última vez con todas sus fuerzas, sintiendo como la cabeza del bebé salía, y luego el médico lo terminaba de sacar, ayudándola.

Un llanto finito sonó en la sala, y la castaña sonrió, cansada, con lágrimas en los ojos.

—Es una niña —pronunció el médico, mientras la envolvían, antes de acercarla a ellos, y apoyarla sobre el pecho de Helena.

—Hola, bebita, que sorpresa hasta el final, creía que serías un varón —sonrió resignada la castaña.

Giró su rostro para mirar a Gellyan, y se encontró al muchacho llorando. Pero no había felicidad en su mirada, sino tristeza.

—¿Qué pasa?

La miró y luego negó con la cabeza. Encima que la había embarazado, ni siquiera un varón había podido darle, era una niña, como tanto ella temía.

—¿Quieres tomarla?

—S-Sí.

Una enferma lo ayudó a tomarla en brazos, antes de tener que llevársela. Observó sus orejitas, que apenas tenían una fina capa de pelusitas rubias, y le acarició con la punta de su índice una mejilla.

—Bienvenida, bebé —sollozó.

Luego de aquello, los médicos le dijeron que debía salir, que la bebé sería llevada a neonatología, y Helena a otra habitación, que él debía esperar afuera.

Asintió con la cabeza, y salió del quirófano, encontrándose con la familia de Helena.

—¿Qué haces tú aquí, eh? No tienes que hacer nada en este lugar ¡Vete!

—Mamá, ya por favor —pronunció con fastidio Carolina, antes de mirar a Gellyan—. ¿Cómo está mi hermana? ¿Y el bebé?

—Están muy bien, las dos lo están —les dijo secándose las lágrimas del rostro—. Es una niña.

—¿Una niña? Dios mío, la desgracia jamás se acabará en nuestra familia. Pobre nieta mía, marcada desde su nacimiento.

—Que exagerada eres, por favor —pronunció con fastidio su hija menor—. Ni siquiera...

Gellyan se alejó de ellos, ya que obviamente no era bien recibido, y se quedó en un rincón en la sala de espera, sentando en un banco.

Su hija estaba sana, había nacido bien, pero no podía sentirse feliz. Le había arruinado los planes a Helena una vez más.

...

Qué fuera una niña ya estaba decidido desde antes, lo siento :'v

Regalo de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora