Cuidados

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—Hija, espera un momento —le dijo mientras le cambiaba el pañal, y la bebé lloraba y pataleaba—. No puedes estar tan caprichosa, chiquita, recién tienes un mes.

Vio su celular sonar, y suspiró. Tomó a la bebé en brazos y la apoyó contra su pecho, sin poder evitar reír al ver como la niña empezaba a olfatear su camiseta, tomándola con sus manitos, y quejarse.

—¿Otra vez quieres tomar la teta? No tienes fondo ¿Dónde te estra tanto?

Se levantó la camiseta, y le dio de mamar, atendiendo la llamada cuando volvió a sonar su celular.

—¿Hola?

"—¿Helena Carter?"

—Sí ¿Quién habla?

"—La llamamos desde el hospital Santorini, es el número de contacto que nos dieron para el señor, em, Edgar."

—¿Edgar? No conozco a nadie llamado Edgar —pronunció confundida.

"—Un muchacho kanatita."

—¿G-Gellyan? ¿Qué pasó con Gellyan? —preguntó alarmada.

"—Sí, Gellar. Tuvo un accidente, y lo trasladaron al hospital. Usted es el único número que tenía en sus contactos, además del de su trabajo, donde nos confirmaron que debíamos llamarla."

—¿Pero qué demonios le pasó? ¿Cómo está él?

"—En cirugía está actualmente. ¿Hay alguna posibilidad de que pueda venir al hospital? Sería más conveniente para hablar de su estado."

—S-Sí, en seguida voy —pronunció nerviosa, cortando la llamada.

¿Un accidente? Eso no respondía ninguna de sus preguntas. Encima ni siquiera le había explicado por qué estaba en cirugía.

—Sofi, luego continúas comiendo, mi amor —le dijo a su bebé acostándola en la cama, para terminar de vestirla e irse ambas de allí.

***

¿Qué demonios le importaba si el seguro iba a pagarle las operaciones? Un maldito borracho lo había chocado con su auto, pasándose un semáforo en rojo, embistiendo la moto de Gellyan por casi una cuadra.

El muchacho tenía múltiples fracturas, entre las más graves, estaban las de su pierna derecha, clavícula, tres costillas, y su brazo derecho. Y varias fisuras en diferentes huesos, pero ningún órgano comprometido.

Aunque si había perdido mucha sangre.

—¿Puedo verlo?

—Sólo cinco minutos.

—Gracias —pronunció en un tono bajo, entrando a la habitación.

Le había pedido a su mamá que se llevará a Sofía, que el hospital no era un lugar para una bebé de un mes.

Se acercó a la camilla, y observó el aspecto de Gellyan, respirando profundo, intentando no llorar, pero de rabia por lo que ese hijo de puta le había hecho.

—Saldrás adelante, porque eres muy fuerte, y sabes que tienes una bebita esperándote en casa —pronunció en un tono bajo, acercando su mano a la mano izquierda de él, que estaba sana.

—¿H-Hele?

—¿Estás despierto? Pero si me dijeron que estabas sedado. Qué terco eres —sonrió afligida, tomándolo de la mano—. Intenta dormir, descansar un poco, todo va a estar bien.

—¿S-Sofi?

—Ella está bien, no te preocupes, mi mamá se la llevó. No es un buen lugar para ella.

Lo miró, y se sentó a su lado, acariciando su mano.

—Ya hablé con un abogado, y es muy bueno, ese hijo de puta no va a volver a conducir un auto en su puta vida. Y espero mínimo, pase unos meses tras las rejas, mucho más no podremos conseguir. Además de dinero, claro.

—E-Estaba... En v-verde.

—Lo sé, hay varios testigos que vieron el accidente. Y estaba borracho, Gellyan. Ahora intenta dormir ¿Sí? No es momento de hablar de esto.

—Q-Quiero ver a-a S-Sofi.

—Cuando pases a una sala común, la traeré para que la veas ¿De acuerdo? Aquí no me dejan entrar con la niña.

—Está bien.

—Descansa, todo va a estar bien —pronunció en un tono suave.

***

—Típico, primero te cagan, y cuando necesitan de ayuda, no van a buscar a la amante, no, nos terminan llamando a nosotras. ¡Hipócritas todos!

—Mamá ¿Puedes cerrar la boca, por favor? —siseó, dándole el pecho a la bebé—. Ya bastante nerviosa estoy con todo lo que está pasando, para tener que aguantarte a ti también.

—¿Y por qué te llamaron a ti? Que busquen a su familia, o a la puta con la que se revolcó.

—Primero, no tiene familia aquí, segundo, esa chica no era ninguna puta, ninguna de las dos sabíamos lo que él estaba haciendo. Y tercero, y más importante, es el padre de mi hija. No lo hago sólo por él, lo hago también por Sofía.

—Helena, a mi no puedes mentirme, sé muy bien que aún tienes sentimientos por ese tipo. Siempre fuiste una blanda ¡Y por eso te usó! ¡Te manipuló!

—¿Y cuál es tu puto problema si fuera así? ¡¿En qué diablos te afecta a ti eso?! —le gritó, asustando a la bebé—. Ya me tienes harta con este tema ¡Deja de proyectar tu pasado en mí! ¡Yo no odio Gellyan como tú odias a mi padre!

Sofía comenzó a llorar, y Helena miró con rabia a su madre, poniéndose de pie.

—Me tienes harta cuestionándome que hago o que no, tú tampoco eres ejemplo de nada ¡Y no estoy para aguantarte ahora! —exclamó dirigiéndose a su habitación, antes de cerrar con un portazo.

Esa mujer no tenía ni un poco de empatía, ni por Gellyan, ni por ella.

...

Regalo de NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora