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Los días que siguieron al incidente, Elsa se preguntaba si era ella quien evitaba a Jackson o era él quien la evitaba a ella.

Fue más tarde cuando reaccionó con la cabeza y no con el corazón y comprendió... Su beso no había mentido. Había sentido algo por ella. No se había imaginado el fuego de su beso, el deseo en sus brazos. Algo le había hecho retroceder. Era la única respuesta. ¿Qué pudo haber sido? ¿Qué? ¿Otra mujer? No lo creía. No podía creerlo. Su marido era un hombre tranquilo, hogareño, un hombre que no revelaría a cualquiera su verdadera personalidad y llegó a la conclusión de que no podía confiar en él a la ligera.

Entonces, ¿por qué no le había hablado antes de su casa en Lancashire? Era extraño, ¿o no? Quizá fue sólo porque habían dejado de lado la frontera que los separaba. Pero ahora las fronteras habían vuelto, más sólidas que nunca.

Tomó la determinación de no consumirse en casa y cuando una mañana llegó la invitación al baile de lord y lady Devon, decidió asistir.

Elsa se dio cuenta de que Jackson la observaba en silencio, con una mirada seria y enigmática. De vez en cuando captaba en su rostro el brillo de una emoción desconocida... La miraba con unos ojos que parecían quemarle el alma.

—Hemos recibido una invitación de lord y lady Devon. Dan un baile el jueves de la semana que viene. Me gustaría mucho asistir.

—Entonces ve -replicó él.

Elsa sintió una punzada en su interior. ¿Dónde estaba el hombre que la había tomado entre sus brazos, cuya boca la había besado con una pasión desbordante, con un deseo feroz y sin control? Todo en ella protestaba por aquella injusticia y odiaba a ese desconocido frío e indiferente en que se había transformado.

—Jackson -dijo con suavidad-¿vendrás conmigo?

—Creo que no, Elsa. A ti te gustan esas cosas, a mí no.

Acabaron de cenar en medio de un silencio tirante. Elsa se excusó diciendo que estaba muy cansada y se refugió en el santuario de su habitación tragándose las lágrimas.

No podían, seguir así. Al parecer, debía tomar una decisión. Jackson había subido hacía un rato y lo oía moverse en la habitación de al lado.

Elsa llamó a su puerta. Jackson la abrió y al verla arqueó una ceja.

—¿Qué sucede, Elsa? -preguntó con un tono desagradable e impaciente.

—¿Puedo entrar? No quiero molestarte -dijo rápidamente-, pero creo que tendríamos que... hablar.

—¿Ah, sí? ¿Y de qué, Elsa? Su mirada lo recorrió inquieta.

Ella todavía estaba vestida, mientras Jackson llevaba tan sólo una bata de terciopelo. Atada con descuido en la cintura, se le veía un buen trozo de pecho desnudo.

A Elsa se le encogió el estómago, porque tuvo la sensación de que no llevaba nada debajo. En su cerebro se amontonaron los pensamientos. ¿Dormía desnudo? y su imaginación siguió galopando, su cuerpo era magnífico el pecho ancho los brazos fuertes y las caderas estrechas. Pensó que estaría para cortar la respiración sin sus ropa elegante...

—Soy consciente de que nuestro matrimonio no empezó muy bien -dijo en voz baja-. Pero ya empezaba a pensar que, después de todo, no había sido una equivocación. -Hizo una pausa, pero Jackson no dijo nada.

Elsa tragó saliva e hizo un esfuerzo para seguir. Era la situación más difícil en la que nunca se había encontrado.

—Además, Jackson, creía que las cosas iban progresando muy bien. Pensaba que todo había cambiado entre nosotros. Aquel día, en el campo, cuando me... me besaste. Oh. -Su voz se convirtió en poco más que un suspiro-¿Lo olvidaste?

Una Boda De EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora