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Londres, 1820

Si hubiera sabido lo que el destino le deparaba, nunca se le habría ocurrido besarlo. Pero lady Elizabeth Snow, hija única del marqués de Arrendelle, no actuó sólo por mera frivolidad. Oh, no.

A decir verdad, estaba desesperada buscando un final a su difícil situación. Estaba convencida que su única esperanza residía en el escándalo. Por desgracia, tenía muy poco tiempo. Su padre le había comunicado aquella mañana que debía elegir un marido durante la medianoche de aquel mismo día. O lo haría él.

No se trataba de una amenaza vacía de contenido, Elsa estaba completamente segura. Para humillación de su padre, había pasado mucho tiempo rechazando todas y cada una de las propuestas de matrimonio que había recibido. Y ahora la paciencia de su padre se había acabado. Durante las últimas dos semanas había recibido tres propuestas de boda. Su padre no era un tirano, pero cuando se encontraba en uno de sus días de malhumor, su presencia imponía y lo mejor era no cruzarse en su camino.

Aquella noche sólo tenía el compromiso del baile de los Remington y debía darse prisa. Mucha prisa. El baile era una típica fiesta de gala. Voces estridentes se elevaban en el aire y docenas de parejas giraban en la pista al son de un vals.

El salón de baile y el salón contiguo habían sido decorados con enormes ramos de rosas rojas y rosas. Haciendo una profunda reverencia de cortesía, Elsa se desligó de los brazos de su última pareja de baile, y se dirigió entonces a un extremo del salón, cerca de las puertas de la terraza.

Allí no había tanta gente y necesitaba tiempo para pensar. Y tiempo para actuar, porque sólo quedaban pocas horas hasta la medianoche. Alguien le rozó el brazo. Elsa se volvió hacia su buena amiga Mérida Dumbroch.

Su amiga se la quedó mirando con sus ojos azules ligeramente suplicantes.

—Elsa, te ruego que no lo hagas. A lo mejor tu padre tiene razón, que deberías de haber elegido marido hace tiempo.

Ciertamente no es por falta de admiradores.. Jóvenes pomposos y engreídos que vienen por mi dote, entre los que no hay ninguno con el que quisiera compartir mi vida. - Mientras hablaba, Elsa levantó una de sus platinadas cejas. Y aunque su tono era ligero, la fuerza de su resolución no lo era en absoluto.

Había entrado en su primera fiesta social con estrellas en los ojos y romanticismo en el corazón, soñaba que se enamoraría locamente de un joven guapo y elegante. Luego se casarían y vivirían el resto de su vida en un dichoso encantamiento. Otra de sus amigas más queridas, Ariel Waters, también compartía su mismo sueño. Fue Ariel quien primero encontró a su príncipe. Perdió la cabeza por el vizconde Erick Paxton en el instante en que se conocieron. Elsa no envidiaba la buena suerte de Ariel, no, en absoluto. No habría podido, porque nunca había visto tan feliz a Ariel. No hizo caso de los rumores que decían que la propuesta de matrimonio de Erick se debía a su deseo de casarse con una heredera, porque Ariel era una rica heredera. Erick amaba a Ariel, estaba segura de ello porque era su amiga. La felicidad de Ariel no duró más de tres meses. A Elsa le recorrió un escalofrío. Intentó no recordar, pero no pudo dominarse. Cierto día estaba paseando con Ariel por Hyde Park. Su amiga acababa de decirle que esperaba un hijo. Se detuvieron a descansar y se sentaron en un banco desde el que se veía una de las avenidas del parque y desde donde podían contemplar a los paseantes y recibir el agradable sol de aquella mañana de primavera Ante ellas pasó una pareja. Era evidente que el caballero y la dama estaban enamorados. La mano enguantada de ella rodeaba el brazo del hombre y la otra estaba en la de su pareja. Mientras las jóvenes los contemplaban, se detuvieron y unieron sus labios en un dulce beso.

—Debe de ser el aire de Londres, Elsa. Estos días todo el mundo está enamorado... -había dicho Ariel riendo.
De repente se detuvo y Elsa se volvió a mirar a la pareja en cuestión. El hombre era Erick, el marido de Ariel. Elsa no olvidaría en toda su vida la expresión de su amiga.

Una Boda De EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora