Epílogo

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Había pasado casi un año cuando la brisa fragante de la primavera rizaba los extensos campos de Lancashire.

Jack y Elsa se habían quedado en Lyndermere Park durante la mayor parte del año. Ella amaba aquel lugar tanto como su marido.

Fueron pocas veces a Londres, sólo cuando era absolutamente necesario. Elsa sólo de vez en cuando añoraba una noche en la ópera o un baile en Almanak's porque era allí, en Lyndermere, con Jack, estaban su corazón, sus esperanzas y sus sueños... No podía imaginar otra vida... ni una vida más perfecta.

La familia se había incrementado. Ahora no eran tres, sino cuatro...
Luna Frost Snow entró en el mundo una noche de tormenta a últimos de febrero, para satisfacción de su padre... y alivio de su madre.

Luna, de tres meses, tenía una barriguita redonda y firme y unas mejillas sonrosadas y regordetas. Una capa de rizos blancos le cubría la cabeza y tenía los ojos azules como su madre; su abuelo proclamaba orgulloso que Luna era el vivo retrato de su madre.

Elsa acabó de alimentar al bebé y pasó suavemente la mano por la fina pelusa que cubría la cabeza de su hija luego la dejó en los brazos de su marido que la esperaba anhelante y se arregló el vestido.

Jack dio un cariñoso beso en la delicada frente. Rió cuando Luna le dirigió una luminosa sonrisa y luego la dejó en su cuna con suma delicadeza. Sophie, desde su asiento junto a la ventana, alzó la vista con expresión ansiosa.

—¿Puedo acunarla, mamá? -rogó-. ¿Y contarle un cuento?  La expresión del semblante de Elsa se ablandó.

—Claro que puedes, corazón -sonriendo. Elsa acercó una silla a la cuna para que Sophie pudiera sentarse.

Sophie tomó asiento con una sonrisa rebosante de alegría; Elsa sintió el corazón en un puño. Su deseo más ferviente era que Luna fuera algún día como Sophie, porque no había una niña más dulce en la faz de la tierra.

Además, para Elsa no existía un privilegio mayor que esta hermosa niña de cabellos castaños la llamara «mamá. Sophie alargo un dedo hacía la bebé. Luna lo rodeó con su puñito y lo apretó.

—Escucha, Luna. Te voy a contar un cuento. Había una vez una joven dama que era la admiración de Londres. Pero esta joven dama... creo que deberíamos de llamarla Lavinia, sí, Lavinia. Luna contemplaba arrobada a Sophie, como si entendiera sus palabras.

Elsa observó que Jack movía la cabeza con una sonrisa indulgente en los labios. Sonrió también ella. Cuando él le alargó la mano, ella la tomó en silencio.

—Bueno, Luna -siguió Sophie-, Lavinia no deseaba casarse y se le ocurrió una idea para que su padre dejara de insistir. Imagínate, Luna, Lavinia siguió a un hombre un conde hasta el jardín ¡y lo besó! Pero su plan falló, porque su padre le ordenó que se casara con aquel hombre.

Jack y Elsa, tomados de la mano, retrocedieron. Se detuvieron en el umbral de la puerta para seguir escuchando

—Pero la novia al final fue sensata y se casó con el conde, que aunque era muy guapo, también era un poco perverso.-continuo Sophie

—Guapo, sí -dijo Jackson con un murmullo-. Pero ¿perverso? Sacudió la cabeza con cierta indignación-. ¡Creo que no!

—Según la óptica femenina -dijo Elsa muy seria, aunque con expresión alegre en los ojos. Se puso un dedo en los labios porque Luna estaba bostezando y empezaba a cerrar los ojos.

Sophie se dio prisa para acabar el cuento.

—Y Lavinia domesticó al perverso conde e hizo que se enamorara locamente de ella... Jack abrazó a su mujer.

—Eso sí que es cierto -murmuró contra la suave piel de las sienes; la llevó hasta el corredor donde le dio un beso largo y ardiente en los labios que la hizo estremecer.

Cuando al fin la soltó, en los labios de Elsa apareció una sonrisa maliciosa.

—Ah -dijo traviesa-, pero la novia se arrepintió de una cosa. Jack alzó una ceja.

—¿Y de qué se podía arrepentir, condesa? Elsa le rodeó el cuello con los brazos.

—Si hubiera sabido lo que le esperaba aquella noche, habría besado al perverso conde mucho antes.

                    

Gracias por leer esta historia.
Probablemente suba otra adaptación pero aún no estoy muy segura.

Una Boda De EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora