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A la mañana siguiente los despertó el ruido de una puerta. Trunks se levantó, se puso los pantalones y luego se acercó a la puerta con los pies descalzos. En las profundidades del lecho Pan se agitó, vagamente consciente de que alguien estaba hablando en voz baja. La puerta se cerró y mientras él se acercaba, lo miró medio dormida.

—¿Jackson? ¿Qué pasa? -Su voz todavía estaba empañada por el sueño-¿Sucede algo malo?

Jackson se sentó en el borde de la cama. Acarició con los dedos los despeinados cabellos y la besó sin decir una palabra.

—Me temo que sí, querida. Tengo posesiones en Cornwall y al parecer una terrible tormenta ha arrasado la zona.

Elsa se incorporó y se cubrió los pechos con la colcha. A pesar de la noche anterior, todavía no estaba acostumbrada a que Jack la viera desnuda.

—Oh, no. Espero que nadie haya resultado herido. 

—Afortunadamente nadie ha resultado herido de gravedad. -Su mirada quedó prendida de la de ella-. Pero me temo que debo marcharme cuanto antes para supervisar los daños.

—¿Quieres que te acompañe? -preguntó Elsa rápidamente. Jackson lo consideró un momento.

—Creo que no. Es un viaje largo y difícil cuando hace buen tiempo y, la verdad, no estoy seguro de lo que voy a encontrar cuando llegue. Si la casa principal está muy dañada, podría ser muy duro para ti ¿Me esperarás aquí?

—Claro -repuso ella al instante.

—Quiero decir aquí, amor -su mirada se hizo cálida-, en este mismo sitio. -El tono de su voz se hizo más seductor-. Preferiblemente vestida como vas ahora, aunque quizá hubiera debido decir tan desvestida. Elsa se sonrojó,

Jackson rió y se alejó apresuradamente para lavarse y vestirse. Ella se quedó donde estaba, contemplándolo perezosamente. En cuanto estuvo arreglado volvió a su lado, Elsa sintió que un temblor le recorría el cuerpo.

—Vuelve pronto -murmuró, rodeándole el cuello con los brazos. Jackson apoyó la frente en la de ella.

—Oh, lo haré, querida -murmuró con voz ronca-. De eso puedes estar segura. El beso que compartieron fue largo y apasionado.

Elsa pasó los días siguientes tranquila. Deseaba la vuelta de Jackson y tenía el corazón lleno de renovadas esperanzas. Su matrimonio no era el desastre que temía. Jackson la había hecho sentir querida y deseada como nunca lo hubiera soñado. Además, estaba segura de que su matrimonio iba a ser todo lo que siempre había deseado...

Cierto día, cuando volvía de tomar el té con Merida, Nelson fue a su encuentro.

—Milady, mientras estaba fuera, ha llegado un mensajero de Lyndermere Park.

Elsa frunció el entrecejo. Allí tenía Jackson sus posesiones. 

—¿Un mensajero?

—No he podido hablar con él, milady. Pero ha traído esta nota para milord. -Nelson tomó una pequeña misiva de una bandeja de plata y se la entregó.

—El criado que la trajo dijo que el mensajero le había dicho que debía entregarse con urgencia, desgraciadamente se olvidó decirle que el señor está en Cornwall. -Nelson carraspeó-. Por esta razón me he permitido llamarle la atención, milady. Si fuera un asunto de importancia

—Sí, sí, claro. Gracias, Nelson. -Elsa lo despidió con una sonrisa.

Ya, en su habitación, dejó la carta en el buró, luego se quitó los guantes y se desató el sombrero, Su mirada estaba fija en la carta.  ¿Debía abrirla? A pesar de la preocupación de Nelson. No podía dominar la sensación de que se metía donde no debía. Sin embargo, era absurdo ¿no? Después de todo, era la esposa de Jackson. Y si el contenido fuera urgente de verdad...

Una Boda De EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora