CAPITULO 6

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El contrato estaba a punto de terminar y eso basto para que la tranquilidad regresara a mí. Con esa última sesión se acababa también mi martirio, pero lo que no esperaba era que me harían esperar a Eliza. Cuando ella llegó nos hicieron pasar a la oficina del director de casting de la agencia. Ambos esperamos hasta que nos pudo atender, estaba al teléfono y nos pidió que le diéramos unos minutos antes de atendernos. Se dirigió a Eliza en cuanto colgó el teléfono.

—Princesa de fuego, sabes que eres mi favorita y que te prefiero en las pasarelas. Pero ya que Rachel me canceló a última hora, tú harás la sesión con este muñeco —un brillo apareció en los ojos de Eliza— esa es la buena noticia, la mala noticia es que como cosa rara Rachel está en el aeropuerto con destino a París, ambos sabemos por qué.

—¿Qué me estás tratando de decir? ¿Ella va a participar con nosotros en el desfile de París?

—Sí, pero tú ya no irás. El jefe te quiere aquí para el evento del sábado ¿no te parece genial? serás otra vez la estrella del desfile.

—¡No me importa ser la estrella en esta ocasión! No se compara con el desfile que hará Dior en París.

Eliza discutió con André por largo rato, lloró de rabia sin importarle que yo la viera. Me dio pena por ella, era su verdadera oportunidad de hacerse famosa. Le quitaron su lugar de una manera deshonesta, al final aceptó hacer la sesión a cambió de las miles de promesas que le hicieron.

<<Genial>> haré mi última sesión de modelaje junto a Eliza, lo único que agradecía era que sería con ropa.

Hicimos la sesión sin ningún problema, Eliza demostraba una seguridad sorprendente y sonreía como si fuese la mujer más feliz del mundo. Sería buena actriz si se lo propusiera. Ese último día en la agencia salí sintiéndome libre al fin, aunque no había tenido suerte en las audiciones. Bajé al estacionamiento y me encontré con Eliza.

—Hola bombón, me gustó trabajar contigo, es una lástima que se haya terminado el contrato, pero eres bienvenido a mi departamento, te daré tu despedida y podrás visitarme cuando quieras. Estoy muy sola y no me caería mal un poco de compañía, sobre todo hoy con lo que me pasó. ¿Qué dices? te prometo que no te arrepentirás.

Colocó sus brazos alrededor de mi cuello. Los ojos ambarinos de Eliza son hipnóticos, tiene el efecto de hacer que te pierdas en su mirada, recordé el día que la vi sin ropa, pero me bastaron solo unos segundos para comparar sus ojos de fuego con la inocencia de las esmeraldas que yo adoro y quité sin delicadeza sus manos.

—Eliza ¿por qué haces esto? no te das cuenta de que no me interesas. Busca a alguien que deseé tu compañía —respondí irritado—. Te recuerdo que estoy casado.

—Pero ¿Cuál es el problema? A mí no me importa que seas casado, no te hagas del rogar, Terrence, sé que te gustó lo que viste el otro día en el vestidor.

—Estás completamente equivocada. Pero no voy a discutir contigo —saqué la llave del auto, Eliza se puso detrás de mí y me susurró al oído.

—Me excitan los hombres casados, me encanta disfrutar de algo prohibido. Te deseo Terrence.

Me mordió la oreja y sus labios rojos carmín resbalaron por mi cuello.

—¡Basta, maldita sea! no soy ese tipo de hombres. Amo a mi esposa y no pretendo faltarle por una mujer como tú.

Estallé en cólera.

—¿Y qué clase de mujer soy yo? —frunció el ceño, pero no se inmuto. Me sostuvo la mirada, pegó su espalda a la puerta de mi auto impidiendo que la abriera. Se cruzó de brazos y sonrió con descaro.

Nuestros SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora