CAPITULO 4

1.3K 154 30
                                    

 

Esa noche, bueno más bien madrugada, dormí como no lo hacía en años, tranquilo entre sus brazos, me desperté antes que ella, aun no podía creer que estuviera a mi lado. Sus traviesos rizos se pegaban a mi cara, verla dormir tan plácidamente era reconfortante, pero a la vez me recordaba las palabras de su padre y me sentía culpable de alterar la vida a la estaba acostumbrada. Las dudas me asaltaban una y otra vez ¿podría darle algún día algo parecido a lo que tenía con su familia? <<claro que sí>> me respondía ella en mi mente.

Me reía por escuchar su voz cantarina en mi mente.

<<Candy, haría hasta lo imposible por ti, daría mi vida por la tuya, quiero poner el mundo a tus pies, quiero que estés bien para que así nunca tengas que irte de mi lado>> Ella se removió entre mis brazos, como si hubiese escuchado mis pensamientos, toque su naricita y sus labios, jugué con sus rizos alborotados y recorrí con mi dedo índice su mandíbula.

Cuando amaneció, en mi cabeza solo rondaba una idea y era irnos a los Ángeles de inmediato, había quedado en ir con los chicos de la banda a una disquera al día siguiente para obtener un posible contrato, pero no era algo seguro, el demo era excelente, pero ya lo habíamos intentado un par de veces y no nos devolvían la llamada. Y no podía darme el lujo de jugar con mi suerte, menos en un terreno que no me apasionaba, ahora más que nunca necesitaba estabilidad, y tenía el presentimiento que esa oportunidad solo estaba en Los Ángeles.

Con el dinero que había ahorrado durante un año y el de la cuenta en donde mi padre me depositaba una mesada (antes de echarme de su vida). Sabía que mi madre había estado depositando mes con mes, lo sé porque sí por mi padre hubiera sido, habría cancelado la cuenta cuando me fui de la casa. Apenas la semana pasada, revise por curiosidad el estado de cuenta que llegaba a mi email, me sorprendió ver la cantidad acumulada. Durante esos años ese dinero estuvo guardado pues mi orgullo no me permitía usarlo, prefería pasar penurias antes que tocar el dinero de mis padres, pero ahora era diferente, por Candy podía tragarme el orgullo y el mundo entero si era necesario. Tome la decisión de abandonar Nueva York ese día y jugarme el todo por el todo en Hollywood.

Cuando despertó la besé y abracé, ella se separó con una risita diciéndome que le diera un minuto, corrió al cuarto de baño. Luego regresó y me rodeó el cuello con sus brazos e hicimos el amor sin prisas.

—Buenos días ¿Cómo durmió la Señora Grandchester? —le pregunté cuando terminamos de amarnos.

—Buenos días, excelente ¿y usted señor Grandchester? —respondió enredando sus piernas en mi cintura.

—Perfectamente, con la mujer más hermosa del mundo —dije con voz agitada al entrar en ella otra vez, sin darnos cuenta nos sumergimos nuevamente en ese universo de placer que recién estábamos descubriendo.

Nos quedamos otra hora en el lecho, sin ánimos de levantarnos. Cuando nos dio hambre nos duchamos y la invité a desayunar. Bajó su cabeza a la alfombra buscando algo en la habitación, sus ojos se detuvieron en el vestido rojo que seguía en donde se lo quitó la noche anterior.

—¿Adónde iremos? —preguntó con un dejo de preocupación.

—Aquí cerca —mascullé.

No tenía más ropa que ponerse, olvide que el ostentoso vestido que estaba tirado en el piso fue lo único que trajo.

—Te compraré ropa terminando de comer —ofrecí entrelazando nuestros dedos.

—No es necesario, préstame tu celular para pedirle a Patty que me traiga ropa.

—No quiero que traigas nada que tu padre pueda chantajearte después —repliqué, levante el vestido, era muy llamativo para usar de día, pero no lo usaría por mucho tiempo— sí prefieres podemos ir de compras antes de comer.

Nuestros SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora