Estábamos sentados sobre la cama, uno frente al otro. Mi ira cada vez era mayor, esa maldita imagen de Justin junto a Sara no salía de mi cabeza. Mientras una lagrima se deslizaba por mi mejilla, el solo me miraba. Lucia frustrado, triste, en fin. De lo peor.
- ¿Quieres que me vaya?-pregunto de la nada.
No tenía la fuerza necesaria para responderle, me sentía agobiada. Problemas iban y venían, total que jamás lográbamos estar juntos, en paz, como antes. Cuando hacer el amor con él era erótico y excitante, nos olvidábamos del mundo entero. Y nos concentrábamos en ambos, nada más.
- Dime algo, si me dices que me quieres lejos te juro que no volverás a saber de mi ___. Pero dime… -dijo limpiando las lágrimas de mi mejilla.
Di un respiro profundo.
- Sí, quiero que te vayas… -susurre.
Lo mire a los ojos, me miro, solloce, y el igual. Pero se levanto de la cama, fue a la puerta mientras yo lo seguía. Lo último que pude ver fueron sus hermosos ojos miel, cristalizados. Eso me partía el corazón pero no podía ceder ahora. Ambos teníamos que rehacer nuestras vidas, lejos.
- Te amo –murmuro y salió del departamento.
En ese momento me sentí fatal, la respiración se me acelero al igual que mis latidos cardiacos, madreee. Me tire en el suelo, llore como una bebé, y ahora mi padre no estaba para consolarme. Necesitaba urgentemente sus apapachos, el sabia como subirme el ánimo. Pero claro, creo que en este momento ni eso hubiese logrado que mi estado cambiara.
Caray, porqué tenía que amarle tanto y al mismo tiempo odiarle.
Después de un rato me levante y me di una ducha, lucia fatal. Mis ojos hinchados como globos, entre en la habitación y me deje caer en la cama, aun se encontraba ahí el sobre, sin pensarlo un momento lo tome y rompí las fotos, con furia, rasgaba, halaba y finalmente trozaba el papel.
“Te amo tanto como te odio”
Cuando termine con lo mío, tire los restos en una bolsa y lo lance por la ventana. Hurgue dentro del pequeño closet y tome la caja que Justin me había obsequiado, salí del departamento y me dirigí al basurero, la avente dentro de uno de los contenedores.
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Por fin en casa, Sara y Paul me recibieron con un enorme abrazo. Por un lado mi coraje creció al recordar aquellas fotos, pero qué más daba ya. Al llegar de inmediato me encamine a la habitación de mi padre, inhale hondo, todo estaba tal cual. Cada cosa en el mismo lugar.
“Papá, me haces tanta falta”
Mi madre insistía en que descansara después del largo viaje, pero yo me negué, ahora lo que necesitaba era que alguien me escuchara, así que le pedí a Paul si podría llevarme al cementerio. Cuando llegamos el espero en el auto, mientras yo me concentre en buscarlo, cuando por fin ubique su nombre, me acerque, colocándome en cuclillas toque el pasto, la lápida y no pude evitar llorar.
Dos horas estuve ahí sentada junto a él, a pesar de que el físicamente no estaba conmigo sabía muy bien que me escuchaba y en el viento me susurraba “Te amo”. Cuando empezó a obscurecer, me despedí de él, le plantee un beso y regrese con Paul.
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Chiquitas bonitas, ya se, ya sé, me he tardado demasiado con los capítulos para que sean tan cortos, pero en verdad ahorita se me está complicando demasiado porque no tengo internet y mucho menos computadora, así que tengo que pagar en los ciber’s y pues, es por eso que ha pasado todo esto. Perdón, pero ya saben que aun así la novela sigue, las amo. Besitos.
