7.
Giros inesperados
.
Castleton, Derbyshire, England
Después de Nochebuena, Minako hizo caso omiso a las alarmas distantes que sonaron en el fondo recóndito de su mente. De hecho le costaba reconocer que su mente funcionara ya con normalidad. Los días transcurrían con una velocidad alarmante. Había dejado de insistir en llamar a América para ver si había llegado su nuevo contrato con Covergirl, había descartado la idea de acudir a alguna tienda de diseñador a Londres o de comer su pasta pesto favorita. Y, en vez de eso, que ahora parecía poco importante e interesante, pues prefería naufragar felizmente en el mar de la pasión en medio de la nada. Y no es que se quejara de ello. Al contrario. Esas sí eran vacaciones. ¿Quién necesitaba HBO de todos modos? Acababa de tener su tercer orgasmo del día y eso era mejor que cualquier pago por evento.
Sólo se tomó un minuto para acompasar su respiración, ahí tumbada y sudorosa descansando sobre su pecho. Luego se giró y volvió a besarlo, y le gustó percibir como bajo el tacto suave de sus manos, su corazón volvía acelerarse frenéticamente con sus caricias provocadoras.
—Vale, déjame recuperar el aliento —protestó él sobre sus labios, aunque sentía como sonreía y le gustaba.
Ya oíste. Deja en paz al pobre hombre, le dijo su conciencia, a la que nunca hacía caso.
Gruñó sugestiva y le hizo caso a medias a su sentido común. Dejó su boca, pero desperdigó un montón de besos cortos por el cuello y el mentón que le hicieron cosquillas.
—¡Minako!
—Perdón... es que eres como una droga peligrosa. Voy a tener que ir a rehabilitación —bromeó en medio de los achuchones. Cada que hablaba, tenía colgada ésa sonrisa estúpida y franca que sólo se consigue después de tener horas de sexo.
—¿Rehabilitación?
—Sí, como Lindsay Lohan.
—¿Es una amiga tuya?
Minako soltó una carcajada catártica.
—Ay, Yaten. Eres como un extraterrestre. Me encantas.
—¿Quieres decir que lo que hacemos es algo tóxico? —preguntó. Minako lo miró y él le respondió con una sonrisa espejeada como la suya. Parecía divertido con la idea.
—Todas las cosas adictivas son las mejores. El café. El vino. Los zapatos. Tú.
—¿Y eso es malo?
—Espero que no, porque ya no puedo contenerme por mi siguiente dosis.
Como una leona implacable, Minako tomó impulso y volvió a trepársele encima, retomando la postura que habían tenido hacía rato. Volvieron a besarse, haciendo cubriera parte de su rostro con la ya bastante enmarañada cabellera rubia. Yaten la rodeó con los brazos por detrás, apretándola contra de él y frotándose, posiblemente cediendo a que ella hiciera lo que se le antojara. Era más o menos lo que había venido haciendo, y no es que le molestara en absoluto, aunque sí le sorprendía la energía que siempre tenía. Prácticamente él estaba a punto de quedarse dormido cuando ella volvió a seducirlo.
—Pues si sigues así no te vas a poder desintoxicar nunca.
—No importa. Ya —beso corto de por medio —lo haré —otro beso más—cuando...—uno más—, me vaya a New York.
El tercer beso no llegó. Yaten tomó distancia esquivándola, y su sonrisa desapareció.
Minako lo miró desconcertada, él tenía aun los ojos aun brillantes por el deseo y el rostro sonrosado por el calor, pero notó que se había estropeado todo rastro del buen humor y la conexión que los unía. ¿Por qué?
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Un amor de intercambio
FanfictionUsagi y Minako tienen vidas totalmente distintas pero tienen algo en común: ambas tienen el corazón roto, y quieren huir para olvidar. Así que durante las fiestas navideñas intercambian lugares sin saber que el verdadero amor también podría estar ag...