Idiota || Supercorp G!P

14. Odio la salsa de tomate

Tomé una bocanada de aire, soltándola suavemente mientras movía mis dedos lentamente por sobre las cuerdas de mi guitarra. El material se sentía áspero sobre la yema de mis dedos, pero conseguía crear en mi pecho una sensación que no podía describir en palabras. 

Intenté recordar los acordes que había estado leyendo durante las clases cuando me aburría, antes de que el profesor, o en algunos casos Lena, me quitasen las hojas y me obligaran a prestar atención. 

Llamarlo así en lugar de "Luthor" todo el tiempo... era raro. 

—I never wanted it to be this way, I thought I loved her.—comencé a cantar bajito, casi en susurros.—And it's hard for me to say, but I found another. And you're probably thinking this would last forever. If I could take back time and change my mind, it would end up differently.

Con fuerza tomé la guitarra y, apegándola contra mi pecho, moví mis dedos por el cuello de esta buscando el acorde que necesitaba. 

Comencé a tocar como si ya fuera una acción natural para mis dedos sin vendajes. 

Y lo era. 

—She's so bad for me, and I can't help it.—aumenté un poco el volumen de mi voz, al igual que los movimientos de mis dedos contra las cuerdas eran más seguros.—It's so hard to see, a way around it. Searching her car, and nothing at all. Inch by inch, I got my back to the wall...

Movía mi cabeza al ritmo de aquella canción que conocía a la perfección, relamiendo mis labios antes de seguir entonando la letra en mi cabeza. 

—Cause she's so bad for me, and I can't help it...

Siempre me había gustado esa canción por su significado, sin embargo, ahora se me hacía más y más irónico a cada acorde.

—I can't help it.—la cuerda vibró, dándome tiempo de tomar un respiro y cantar la última parte casi entre mi suave suspiro.—I can't help it...

Acabé aquella improvisación, dejando que la vibración del instrumento se perdiera en mis dedos de una forma reconfortante. Pero no lograba calmar ese sentimiento extraño que tenía en el pecho desde hace días. 

No podía quitarme la sonrisa de Lena de la cabeza, la forma en que rodaba los ojos cuando me burlaba de ella o ese brillo que sus ojos tenían cada vez que me animaba... 

¿Por qué no podía dejar de pensar en ella?

—Wow... 

Casi salté sobre mi lugar en el suelo, girando alarmada y con el corazón en la garganta. Me había apresurado de ocultar mis manos libres de vendajes, pero el encontrar a Harley de pie en el umbral de la puerta de mi dormitorio me hizo suspirar con notorio alivio. 

—Eso fue genial, Kara. 

No pude evitar fruncir el ceño, dejando mi guitarra de lado y con movimientos casi automáticos agarrando las vendas que había dejado cerca antes de empezar a tocar. 

Con cierto fastidio, y sin mirar su sonriente rostro, gruñí:—¿Qué diablos haces aquí?

Escuché tan solo su bufido mezclado con una risita, a la par del suave cerrar de la puerta. Pero estaba muy ocupada arreglando los vendajes en mis manos como para prestar atención a lo que la rubia hacía. 

Sin embargo, cuando escuché sus pasos acercarse entré en pánico. 

—Alto ahí.—ordené sin pensarlo, mirándola sobre mi hombro como pude y ocultando mis manos de su vista. 

Harley dejó de caminar al instante, mirándome alarmada y con algo de exasperación. 

—¿Qué mierda te pasa, Kara?— dijo con cierta confusión.—Solo estabas tocando la guitarra, no jalándotela o algo...