Cambios

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Octubre, 2005.

-Bigy, concéntrate. Tú puedes hacer esto, ya lo hemos practicado- Susurró Amelia ansiosa, a unos metros de distancia se encontraba Abigail con sus ojos cerrados en señal de concentración a la actividad que estaban realizando. Mediados de otoño se había convertido en una excelente ayuda para la joven que entrenaba su gen heredado por las Brujas de Salem. Debido al viento y las temperaturas bajas, nadie se encontraba merodeando los bosques que rodeaban Seattle, siendo el centro de entrenamiento de las mujeres.

Abigail suspiró y enfocó su energía en los objetos que la rodeaban, puso su mente en blanco y bloqueó los sonidos que podía percibir, unos segundos más tarde abrió los ojos decidida y su madre presenció como un árbol frente a ella estallaba, partiéndose en varias partes y provocando que las hojas cayeran con suavidad mientras las ramas volaban con rapidez a su alrededor. La chica de diecisiete años volteó sorprendida para observar a su madre, quien celebraba con los puños en el aire gritando palabras de aliento. Luego de unos momentos, ambas se abrazaron y Amelia tomó ambas manos de su hija mientras hablaba.

-Llevamos casi un año en esto y haz perfeccionado tu técnica a tal punto de manejar más de una habilidad a la vez. No sabes lo orgullosa que estoy de ti Bigy, pero recuerda, nuestros verdaderos enemigos no son objetos inertes, debemos ser rápidas y tenaces. Nunca tengas miedo de defenderte, y de defender lo que tú crees correcto, tu instinto siempre te ayudará. Y en el caso de que no sepas la respuesta, nuestras ancestras siempre están para ayudarnos, así como te ayudaron a llegar a esa playa en La Push-.

-¿No sientes que algo cambió? Es como si los sonidos del bosque trataran de decirme algo, pero no puedo relacionarlo con alguna idea- Murmuró Abigail echando un vistazo a su alrededor. El viento soplaba distinto hoy, ella sentía un cambio en la atmósfera pero no podía explicarlo. Volvió la mirada hacia su madre quien se hallaba con los ojos cerrados y el rostro sereno, luego de unos segundos abrió sus ojos y su mirada cambió.

-Ya no están acá-.

-¿Quiénes?-.

-El grupo de vampiros...-.



Enero, 2006.

-Hey Jake, ¿Cómo va todo?-.

-Extraño tenerte aquí Abs, necesito de tus consejos femeninos y esas cosas raras que ni Embry ni Quil entienden- Abigail soltó una risotada mientras se acomodaba en su habitación, había sido un largo día recorriendo las Universidades de Seattle. Gracias al sustento económico de su trabajo a medio tiempo, y la estabilidad que le provocaba vivir con su madre y compartir gastos, sintió curiosidad por las instituciones que podía pagar. Desde pequeña se interesó por la rama de la psicología, y su sueño era obtener el título académico y poder especializarse en la infancia. Conocía de sobra los traumas que podía provocar una infancia llena de abandonos y sin óptimas condiciones para desarrollarse, y por lo mismo, quería trabajar en base a su experiencia.

-Cuéntame todo, necesito detalles sucios para darle más emoción a mi vida-.

-¿Recuerdas a Bella, cierto? Tuvo una relación o algo con Edward Cullen, un cara pálida de Forks y duraron unos meses. Bueno, el año pasado la familia se fue y el imbécil la dejó abandonada en el bosque, tuvimos que hacer un operativo para buscarla y encontrarla. Sam y su secta la encontraron, de hecho. Hace un tiempo empezamos a pasar el rato juntos, y creo que también le gusto, no estoy seguro-.

Abigail contuvo la respiración mientras escuchaba el relato de su amigo Jacob, conocía perfectamente a los Cullens, con su madre los había estudiado y analizado, ya que eran potenciales enemigos. No comprendía cómo una adolescente como Bella se hubiera involucrado con un vampiro, y vice versa. Su estado de alerta se activó y sintió como se erizaban sus vellos.

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