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Bianca se dirigió al aula de castigos y desgraciadamente se cruzó con el 'blanquito'. Ella ni siquiera le miró, sólo le esquivó para no enfrentarse con el chico; que iba leyendo.

En esas estúpidas películas americanas el chico y la chica habrían chocado y se habrían enamorado, quedarían alelados mirándose, a las pocas semanas se habrían besado y finalmente habrían hecho un musical en clase de teatro.

Pero ellos sabían que si uno se interponía en el camino del otro iban a reñir, Bianca llegaría tarde de nuevo a su castigo y Sebastian perdería la página por la que había dejado su lectura. Además ellos jamás se besarían ni tendrían una clase de interpretación.

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Se abre la puerta de casa y los pies de la pelirroja caminan sigilosos por todo el pasillo que, tras cruzar el comedor, para en su habitación. Pero desgraciadamemte la cancela hace un terrible ruido al cerrar y su madre la descubre.

- ¿Qué hacías ahí, Rita?

- Na... na... ¡nada, mamá! - no estuvo muy ágil la adolescente con su respuesta.

- ¿Qué tal el instituto? ¿te han entregado ya la nota de algún parcial? ¿almorzaste? ¿con quién estuviste? ¿qué ha pasado hoy en clase? ¿tienes algo que contarme? - Alba, su madre, siguió bombardeando a Rita con diez mil preguntas más, pero ella dejó de escucharla a partir de la sexta. Se unió otra vez a la conversación

- S... s... sí, mamá - dio media vuelta y entró a su cuarto.

- ¿Sí a qué? ¿sí tienes notas? ¿sí tienes algo que contarme? ¿sí... - la madre le perseguía a través de todo el pasillo mientras volvía a recitar las preguntas - ¿sí a qué, Rita?

- ¡Que sí, mamá! ¡que sí tengo mucho que estudiar! ¡márchate ya! - la joven quedó sorprendida por la contestación que dio a su madre, que pareció quedarse conforme y se fue.

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- Ya es la cuarta vez que llegas tarde, hasta ahora no hemos tomado ninguna medida, jovencita, pero si esto sigue sucediendo así nos veremos obligados a tomar cartas en el asunto - le sermoneaba el director a Bianca.

- Sí señor, pero es que debo coger el transporte para llegar y... - la rubia no pudo acabar cuando el señor le interrumpió:

- y nada; sabe bien que el transporte público no varía las horas de sus salidas, y que para en diversas estaciones, puede llegar a tiempo perfectamente... - seguía - que no vuelva a ocurrir. - Bianca abrió los ojos entusiasmada al ver que la extensísima charla había acabado y que se acercaba la hora de volver a casa.

- Está bien, puedes irte, Russo. - ahora sí, acabó.

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- ¡Tía, fiestón hoy en el pub de Eli, no podemos faltar, Hell! - dijo la mayor.

- Joder, Merch, es un local de lesbianas, la última vez que fui me confundieron contigo y... - no pudo acabar

- ¿de qué te quejas? tenías a Stessen en el bote, ¡haber aprovechado! madre mía, lo que habría dado yo por caerme de boca entre sus... - ahora fue Hell la que interrumpió a su gemela

- ¡por Dios, cállate, no quiero saber cuánto marisco incluyes en tu dieta!

Las chicas siguieron discutiendo cariñosamente. Una peleílla de hermanas, algunas confesiones y cotilleos...

Y así, fue pasando la tarde.

MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora