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"¿B? ¿estás disponible?" Sebastian estaba ansioso por seguir hablando con la chica misteriosa. Y cruzó los dedos para que ésta le respondiera.
Y efectivamente.
[Por mensajes]
– Claro que estoy, S. Pensé que te habías fugado al ver que no respondías – el mucacho no pudo evitar reír y siguió la conversación:
– Surgió un pequeño problema.
– ¿Todo bien ahora, S?
– Con unos cigarrillos y tus respuestas, por supuesto que sí.
– ¡Qué piropo!
– Para nada. Tan solo me entusiasma poder  hablar con alguien a quien llevo tiempo leyendo sin cesar. Entrada tras entrada. Capítulo tras capítulo. Letra por letra. Incluso a veces, verso por verso. Aunque ya no escribes tanta poesía...
– Últimamente no viene la inspiración que busco.
– Vaya. Yo no diría eso leyendo lo que leo en tu página.
– Tan solo son apuntes. Podría hacerlo mucho mejor si mis ganas volvieran.
– ¿Tus ganas...? – No lo había entendido muy bien.
– Ja, ja, ja, ja, llamemos paranoia a esto que acabo de decir.
– Como quieras, ¿puedo preguntarte tu edad, B?
– Quizá dieciocho. ¿Puedo yo preguntarte la tuya?
– ¡No me lo creo, yo también! – Ahora Sebastian estaba más intrigado aún, preguntó por la localidad en que vivía y también coincidió. Incluso preguntó por el instituto al que iba. Y también fue igual la respuesta de ambos.
– Cuánta casualidad, ahora buscaré nombres de chicos que comiencen por S en las listas hasta encontrarte, ja, ja, ja – escribió la chica
– Podríamos aguantar un rato más la intriga. Además, mi nombre no comienza por S – mintió
– ¿De veras?
– Sorpresa. Ahora te toca a ti guardar el suspense
– Tengo una idea. ¿Quieres que nos veamos? – la propuesta que hizo la chica pilló desprevenido a Sebastian y éste repuso:
– ¿Vernos? ¿cómo que vernos? no sé si sería una buena idea, B... – estaba entusiasmado y quería hacerlo, pero temía lo que pudiera pasar.
– Tranquilo. Dan una fiesta de máscaras mañana en Holly Local. Es alrededor de las diez de la noche cuando comienza. Si quieres, consigue una máscara y ponte en contacto conmigo por la mañana. Te diré cómo es la mía y viceversa. Así nos reconoceremos. Como norma; prohibido quitarnos las máscaras. ¿Aceptas?
– Acepto.

Rita salió de la ducha. Se secó el cuerpo con una toalla y con otra de menor tamaño se cubrió el pelo húmedo. Se metió en su pijama de osos blancos y rosas. Algo infantil, pero confortable. La cena estaba preparada y se adentró a la cocina. Poco después de acabar la comida el teléfono sonó.

[Por teléfono]
– Sí, ¿dígame? – Rita no tenía el número guardado
– ¿Rita? Merch me dijo que necesitabas ayuda con la tabla de ejercicios y el trabajo que debemos entregar para gimnasia – dijo la voz grave que salía del teléfono
– ¿Tabla de... ejercicios? me la iba a invent... – quedó pensativa un tiempo y no acabó la frase, pero preguntó – ¿quién decías que eras?
– No, no te lo he dicho
– Pues dímelo, joder
– Marcos – el pecho de la pelirroja parecía que iba a desarmarse y estallar en cualquier momento. Fingió no conocerle.
– ¿Marcos? ¿qué Marcos? Ah, ¡Marcos! sí, sí...
– ¿Entonces cuándo nos vemos?
– Cuando quieras – Rita se hacía rogar
– ¿Mañana? – dudó el chico
– Tengo que estudiar – mentira
– Venga, pues mañana entonces – Marcos soltó una carcajada. Como si no le importaran los planes de la muchacha. Y colgó.
Rita abrió la aplicación de WhatsApp y mandó un mensaje a Merch. Éste solo decía: 'Zorra'.

Hell estaba muy entusiasmada con Kevin. Al final optaron por ir a cenar a un restaurante que había a las afueras. Se veían las estrellas a pesar de que aquella ciudad no solía tener un cielo estrellado.
La morena se pensó mejor seguir con aquel curioso chico.
Incluso se estaba comenzando a soltar. Le besó varias veces él primero y ella se reía. Eso último hacía entrar en pánico a Kevin que se volvía un poco más indefenso y vulnerable cuando la chica más bonita del universo era casi suya y se reía porque le mordía los labios suavemente. Pero cuando éste iba a apartar la cabeza avergonzado, Hell se aferraba a él con su lengua y le agarraba por la nuca para seguir acortando la distancia entre ambos.
El postre fue lo mejor y más divertido. Aunque no comieron demasiado. Se entretuvieron más lanzándose helado a la cara y abrazándose.
Quién sabe si aquel dulce chico va a saber domar la mente alocada de Hell.
Quién sabe si la joven diablilla va a poder convertir en un rebelde a Kevin.
Algún día.

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