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Un mensaje sorprendió en la bandeja de entrada de Bianca justo cuando estaban a punto de salir de casa ella y Hell para buscar a la hermana de ésta.
"Tienes que venir al hospital, no vas a creer quién está aquí. Perdóname por la contestación pasada. Tráete a Hell urgente. S."

Sebastian le había mandado aquello justo a tiempo. Ellas no entendían muy bien las prisas del muchacho, ni las exigencias con que la gemela acudiera urgentemente también. Pero lo descubrirían pronto.

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A Sebastian le cayó una buena charla de parte de los doctores de guardia a causa del lío de su madre. La frase que más se repitió era aquella de "prohibido fumar", la madre se reía mientras su hijo era sermoneado. Al acabar de escuchar todo aquello salió del cuarto para relajarse y perder un tiempo de vista a la mujer triste.
En el tercer momento de reflexión se acordó de la veloz camilla que casi le atropella al salir del cuarto de baño hacía no mucho rato atrás. Mercurio.
Bianca. Hell. El castaño recordó que B tenía un par de amigas que eran gemelas. ¿Serían ellas? Decidió reunirlas allí para cerciorarse.

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Al día siguiente Marcos no acudió a clase. Rita le estuvo buscando por todas partes, pero no apareció. Rita había estado pensándose mejor aquello de los besos con él y empezaban a no parecerle una mala idea. Ya había estado esperando bastante en toda su vida. Nunca más iba a tener detrás suyo a otro deportista así.
Aquella mañana se había propuesto lanzarse ella y disculparse por haberla jodido tanto anteriormente, pero Marcos no le dio la oportunidad al quedarse en casa. Pero ella no iba a quedarse de brazos cruzados. Después de todo, sabía dónde vivía y sólo quedaban un par de horas para que finalizara el horario lectivo.

El timbre de salida provocó una estampida de alumnos ansiosos por llegar a casa, quizá para comer, dormir o ver alguna serie. Rita solía comer rápido y más tarde dedicar el día a sus estudios. Envió un mensaje a su madre diciendo que no regresaría esa mediodía a comer porque se quedaba en casa de Bianca para explicarle a ésta algunos problemas que tenía en cuanto al nuevo temario. Mentira. Pero no podía arriesgarse a contarle que iba a buscar a un chico porque su madre aún no había asimilado que ya no tiene seis años.

El segundo timbre de las tres sonó pero lejos de la calle del centro de estudios. En el bloque de pisos de Marcos concretamente. Estaba la puerta del portal cerrada cuando una señora con un cachorro la abrió desde dentro.

- ¿Entras? - la muchacha se quedó un par de segundos pensativa y corriendo asintió y pasó dentro. Soltó un tímido "gracias" y subió las escaleras corriendo.
Estaba casi sin aliento al llegar a la planta correcta. Se encontraba frente al timbre del piso del moreno. Tenía la mano sobrepuesta en éste esperando a recuperarse de la carrera para pulsarlo. Una mano extraña pulsó antes sobre la suya. Era una más grande.

- ¿Pasamos? - cuando ella se giró y vio al muchacho que andaba buscando se lo pensó un milisegundo. Colocó las manos de él sobre las caderas de ella y Rita dirigió las suyas hasta las mejillas de Marcos. Se inclinó para poder cerrar el acto con un beso. Un beso corto. Iban a separarse cuando el joven volvió a crear otro nuevo encuentro entre ambas lenguas y ella aceptó sin retirarse. Éste fue un beso más largo.
Él abrió la puerta y se adentraron en el piso. La cerró. Ella le agarró por detrás a la altura del torso y se pegó a su cuerpo.

- No me voy a volver a ir - dijo Rita antes de que Marcos se abalanzara sobre su cuello.
- Cállate ya, pesada - y le guiñó el ojo.

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Josué había llamado a Sebastian para quedar sobre las siete de la tarde, pero había olvidado que seguía en el hospital con la loca de su madre, así que decidió salir a dar un paseo. Se desvió de la ruta que siempre escogía cuando iba por aquel barrio para adentrarse en un callejón viejo al que daban las puertas traseras de algunas discotecas y restaurantes. De pronto unos gritos femeninos llegaron a sus oídos. Josué iba a acercarse, pero la situación no pintaba muy bien. Decidió huir ya que nadie le había visto. O eso pensaba él.

Se dirigió deprisa hasta la comisaría más cercana para contar lo que había escuchado. Antes de entrar una voz le paró:

- Perdona, ¿podría decirme dónde queda el instituto? - era una voz dulce, de una chica más o menos de su edad. Qué tonto. Él se había asustado pensando que le habían seguido - es que soy nueva en la ciudad - la chica del pelo rosa le hizo una simpática mueca.
- Claro, te acerco si quieres - el chico hacía gestos alegres también
- Sí, sí, sí, sí por f a v o r sí sí sí sí - aquella reacción asusto un poco a Josué, pero era tan mona que se echó a reir y siguieron andando hasta su destino.

Ella iba por detrás de él cuando al fin llegaron.

- Por cierto, me llamo Shiba - el muchacho se giró para presentarse él también frente a la chica del pelo corto rosa. Pero no le dio tiempo. Una bala atravesó su cráneo y cayó en seco al suelo. La joven dio media vuelta mientras se reía y seguía andando con un revólver en la mano.

- Doce, trece, catorce - iba contando por el camino.

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- Ha sido imposible salvar a tu hermana, lo sentimos mucho - tras escuchar esas palabras de la médica Hell preguntó si podía entrar a ver el cuerpo.
Justo dentro del quirófano en el que ambas gemelas estaban, la que seguía con vida apoyó su cabeza sobre las manos de la mayor. Entró Bianca para ver a su difunta amiga cuando de repente un pitido salió del cuerpo de Merch que acto seguido explotó y exparció sus vísceras por la habitación. Hell, cubierta de la sangre de su hermana comenzó a llorar desconsoladamente. La doctora que estaba fuera rápido volvió a entrar al quirófano tras oír el llanto de ambas chicas.

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Las manos de él sujetaban las nalgas desnudas de la pelirroja que se encontraba sobre el cuerpo de Marcos. Ambos se movían a la vez y tapaban algunos gemidos con besos. La ropa de ambos estaba esparcida a lo largo del pasillo hasta llegar al salón donde sólo quedaba un tanga y un sostén pequeño sobre el sofá en el que la pareja se movía.
Marcos cambió de posición y quedó arriba de Rita.

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