Dolor y culpa

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Abro los ojos, no me di cuenta del momento en que me he quedado dormido recostado en la barra, alguien sonríe a mi lado.

—¿Estás bien, hermoso? — Su voz me gusta, quizás la noche aún no termina para mí, después de todo sé que sirvo para pasar un buen rato. Sus feromonas llegan hasta mí, inundando mi olfato y calmando un poco el dolor en mi pecho, mi cuerpo se mueve por reflejo, sus brazos firmes y musculosos me sostienen perfectamente.

—Ahora lo estoy...— No sé como nombrarlo, tampoco me gusta ver mi reflejo en sus pupilas dilatadas, prefiero no verme, no quiero darme cuenta de lo jodido que estoy.

—Llámame Kirishima— Su sonrisa me distrae.

—Muy bien Kiri ¿quieres pasar un buen rato? — Sonrío seductor, la idea de que ese alfa alto y atractivo me destroce esta noche me hace estremecer.

—Creo que ya bebiste mucho ¿Me dejas llevarte a casa? — Joder, tenías que ser un santurrón.

—No, creo que seguiré bailando— Un par de palmadas en su hombro como despedida y me alejo, odio a las buenas personas, no me interesa su hipocresía, todos sonríen así al inicio, todos te tratan bien primero para luego destrozarte, ¿no podemos saltarnos la parte bonita? Prefiero que me destrocen en la cama y me desechen como una servilleta usada, ¡no quiero nada amable!

—Oye vamos, no te vayas, déjame ayudarte— El pelirrojo llega de nuevo hasta mí, pero haciendo uso de mis sentidos adormecidos por el alcohol logro ignorarlo, no sé como sigo de pie, pero mis caderas se mueven al ritmo de la música, solo espero que se marche a hacer su papel de buen samaritano a otro lado, por otro lado, el peli morado que bebe despreocupado en la barra no se ve nada mal.

Entre cuerpos en movimiento y los intentos por retenerme de parte del pelirrojo, logro llegar de nuevo a la barra.

—Oye guapo, ¿quieres ir a divertirte un rato? — Su sonrisa desinhibida y llena de lujuria es justo lo que busco.

—Solo si tu novio no me golpea— Su comentario me hace voltear a ver al pelirrojo que sigue detrás de mí, como si se rehusara a dejar ir su buena acción de la noche.

—No es mi novio y no sé que rayos quiere, yo solo vine a beber y divertirme ¿me ayudas? — Agradezco internamente al verlo ponerse de pie, sus brazos rodean mi espalda, comenzamos a caminar. Volteo a ver al pelirrojo que aprieta los puños viéndonos salir del lugar, no puedo evitar despedirme con una sonrisa pícara.

Tú eras mi primera opción Kiri... lástima que fueras solo un alfa santurrón.

En algún momento del camino Shinso se presentó, no me interesó su plática trivial sobre que era un doctor cansado de tanto estrés de su semana, lo único que me servía era su nombre, así sabría que gemir en su cama.

El beta me llevó hasta su departamento, en el quinto nivel de un edificio de la zona más elegante de la ciudad, no me importa que me vean mal por ser un omega "fácil" nadie conoce mis razones y tampoco me interesa darlas a conocer.

Shinso se portó amable al entrar a su apartamento, pero al llegar a su cama toda hipocresía se perdió, él solo quería utilizarme como todos, y yo sonreí por ello.

No necesito palabras dulces, tampoco tratos amables, quiero que marquen mi piel para olvidar sus caricias. Sus manos tocaron cada centímetro de mi cuerpo, mordió mis mejillas llenas de pecas, tocó brusco y lujurioso mis caderas, y sin mayor preparación ingresó en mi cuerpo con su miembro erecto. Olvidando toda la mierda que llevo dentro me dediqué a gemir su nombre, arrugando sus sábanas al apretarlas con mis manos, una y otra vez su pelvis golpeaba fuerte mi trasero, dolía, y el dolor se sintió tan bien. El dolor es lo que me recuerda que estoy vivo, que esta noche sigo aquí, aunque el mundo sea una mierda conmigo y yo solo sea un omega para ser usado para pasar un buen rato.

Las horas en su cama pasaron entre gemidos y caricias rudas, sin un gramo de amor, lujuria impresa en mi piel.

Las mordidas que dejó en mis pezones se tornaron rojizas, los chupetones y golpes en mis caderas y espalda también, pero al despertar de nuevo solo en mi cuarto de alquiler, me siento culpable y bien en la misma medida.

Las mordidas que dejó en mis pezones se tornaron rojizas, los chupetones y golpes en mis caderas y espalda también, pero al despertar de nuevo solo en mi cuarto de alquiler, me siento culpable y bien en la misma medida

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CAOS -Katsudeku-Omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora