¿Cómo puedes vivir así?

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—¡Ah! P-por favor más suave— Cuando reaccioné de mi aturdimiento por sus feromonas y el alcohol que había ingerido, me di cuenta de que estaba atado a una cama de hotel, mis manos dolían por las esposas metálicas que rosaban mi piel en cada movimiento brusco, causado por el alfa que aferrado a mis caderas me embestía de forma bestial hundiendo mi cuerpo en la cama.

—¡Cállate omega! ¿Esto querías no? Te vi coqueteando en la pista a todos esos alfas — Su voz estaba ronca y me hablaba entre gruñidos —¡Todos los omegas son unas putas! ¡Esto es lo único que buscan!

Mis lágrimas mojaban las sábanas, estaba en el limbo entre el placer y el dolor, su miembro grueso y grande llegaba hasta mi próstata sin piedad, lo que me hacía gemir sin control, pero sus manos se encargaban de llenar de marcas mi pecho al tirar de mis pezones con fuerza o de mis cabellos, dolía ser tratado como un objeto, pero tenía razón, esto era exactamente lo que buscaba cada noche, un alfa que me tomara en alguna cama, mientras más rudo fuera, era mejor, así no recordaría como Kacchan me tocaba con "amor", dolía recordar su calidez y ternura en la cama, pues únicamente era parte de su hipocresía.

—Levanta el trasero omega ¡Obedece! — Mis caderas dolían como el infierno, pero no podía negarme a su voz, con toda la fuerza que me quedaba obedecí, él volvió a ingresar con fuerza, mis gritos parecían agradarle pues siguió golpeando mi interior, en ese instante supe el porqué tras esa expresión en Mineta; este alfa heredero de las empresas -y la mafia- de los Todoroki, no tenía ni un gramo de compasión por los omegas, nos considera menos que personas y se encargó de decírmelo toda la noche, hasta que cansado de mi cuerpo inerte y débil, se marchó.

No supe de mi hasta el amanecer, esa era la primera noche que no lograba llegar a mi cuarto luego de un polvo casual, me dolía todo, pero aún debía ir al trabajo, me levanté despacio, agradeciendo que mis manos ya no estuvieran atadas a la cabecera de la cama. Esa mañana me duché en el hotel, me vestí y sin querer sufrir en las muchedumbres del tren, busqué la tarjeta del pelinegro de anoche, lo llamé.

No tenía mucho dinero, pero hoy el taxi no era un lujo extra, era necesario para poder llegar a mi cuarto, cambiarme y llegar al trabajo a tiempo.

Aizawa-San llegó en menos de media hora, contuve el aliento para no emitir ningún quejido al subirme a su taxi, me dolía todo el cuerpo, así que fue sumamente difícil.

—Chico te ves terrible ¿estás seguro de que no te lleve al hospital?

—No gracias, además no tengo seguro así que no me atenderán... debo ir al trabajo— Quizás era el dolor, pero hablé demás, aquella expresión con la que me veía desde que lo conocí se suavizó un poco.

—No entiendo cómo puedes vivir así, te he visto otras veces entrando en ese bar, debes cambiar ese hábito para no terminar, así como estás, debes cuidarte más— Quise reír al escucharlo, yo ya no tengo ganas de cuidarme de nada, solo busco un poco de emoción en mi vida, que se ha quedado en blanco desde su partida. No hay nada que quiera hacer, no hay nada que me ate a este mundo y, sin embargo, aún me aferro a esta vida.

—Es la vida que tengo... no hay otra manera— No quiero hablar más y él parece notarlo, agradezco su silencio, aunque este me permite escuchar como mi corazón se sigue quebrando en mi interior... quizás si Kacchan no me hubiera desechado, aún valdría algo... Kacchan ¿por qué nunca me buscaste?...

Me desperté cuando el taxi paró, Aizawa se bajó para abrir la puerta de mi lado, me sentí extraño de que lo hiciera, pero no pude hacer nada más que bajar despacio y pagarle por el viaje.

—Gracias.

—De nada, cuídate, ya sabes llámame cuando lo necesites— Lo vi marcharse de nuevo, suspiré, no entiendo a las personas como él.

—Espero no necesitarlo pronto— Comenté al aire mientras metía la llave en la cerradura de mi puerta para entrar. Mi cuarto es pequeño y sin nada de valor, como yo, cuando Mitsuki-San me sacó de aquel que fue mi hogar con mi alfa, no me dejó llevar nada más que una maleta con mi ropa, todo lo que tengo; mi cama, la mesa y la estufa eléctrica sobre ella, los compré con mis primeras pagas del trabajo. 

 

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CAOS -Katsudeku-Omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora