V

           Era una mañana fría, demasiado fría para ser domingo, las nubes oscuras dominaban el cielo, y los chicos ya estaban listos para su clase especial, como cada mañana se preparaban para correr, Grein coqueteaba discretamente con Danyou, Elliot, Jess y Bonnie se burlaban de ellos dos. Pero, faltaba algo importante, que a veces estaba tan callado que no sabían que estaba ahí.

- ¿Han visto a Juran? – Grein se separó de Danyou y miró a Dante de pies a cabeza curiosa.

- Salió con mamá, no vendrá esta semana. – Respondió, entonces los recuerdos de la conversación nocturna le rondaba la cabeza.

La carrera había sido igual que todos los días, pero su sorpresa llegó cuando al pisar la meta Bonnie le sostuvo la mano. – Tengo una respuesta para ti.

- ¿Si? – Preguntó el chico, mientras un sentimiento nervioso dominó su pecho. La chica posó sus manos sobre las mejillas de Dante, y subiendo en puntillas, dejó un beso en la mejilla del chico, este rodeo su cintura en un abrazo y sonrió asumiendo que decía que sí.

Las horas en clase de literatura pasaban lentas, las intervenciones de Juran siempre eran las mejores, pero ella parecía no darse cuenta de lo buena que era para muchas cosas. Y ahora, sin ella en clases, solo eran respuestas a medias.

- ¿Warren? – Dijo la profesora mientras el chico alzó la mirada. – Franco lo espera en el gimnasio.

Dante tomó su libreta y sus cosas, mientras le llenaba de curiosidad por qué Franco lo sacaba de la clase. Con cada paso, Dante se proyectaba en el futuro, quería encontrar a sus padres, saber por qué lo habían abandonado. Quería saber cómo eran, y si eran héroes. Quería saber si también tenían poderes o solamente era humanos, asustados del poder de Dante y por eso lo abandonaron. Cuando quería aliviarse, solía pensar en que ellos lo habían abandonado por gusto y que vivían miserables, en un apartamento destruido pasando hambre, por eso no se quedaron con él cuando pudieron hacerlo. Sin embargo, cada vez que se lo decía, más impotencia le daba.

Su primer recuerdo comienza cuando tenía cinco, y corría por una colina con Agatha, mientras ella la hacía beber un jugo que sabía muy extraño, mismo jugo que le hacía beber mensualmente, según ella, el sabor extraño de este se debía a las vitaminas, así que no se quejaba. Desde que tenía memoria recordaba estar con Agatha en una casa tranquila, no eran pobres, de hecho vivían una vida cómoda, sabía que Agatha trabajaba, pero no sabía de qué. Sólo sabía que era en una organización donde tenía que viajar algunas veces. Dante tampoco fue muy tranquilo en su infancia, no necesitaba motivos para entrar en peleas, y no tiene documentación de alguna pelea perdida. De hecho, siempre lo buscaban para pelear, decían que Dante les daba suerte para ganar peleas, así que en su barrio tenía una reputación bastante temeraria.

En la escuela tenía buenas notas. Y Agatha siempre lo metía en clases de combates, pero jamás lo dejaba aparecer en televisión, ni ir a competencias, ella siempre aceptaba la mayoría de las cosas así que si le decía que no a algo debía tener una buena razón.

De mala gana tuvo que aprender eso.

- ¿Vas a entrenarme? – Dijo Dante al entrar, sin saludar ni nada, solo con la esperanza de que finalmente su maestro y lo más cercano a un padre que tenía, lo ayudará.

- Voy a entrenarte. – Dijo Franco haciendo rodar su espada en su mano estando en guardia de los ataques impulsivos del chico.

Franco quería saber si la divinidad de Dante estaba despertando de nuevo, como pasaba con Juran, no podían permitir que sus divinidades despertarán aún, no con un eclipse tan cerca. Ninguno estaba preparado para lo que vendría. Nadie lo estaba y pocos sabían que era lo que venía.

Rebelión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora