Sí cualquiera de ellos hubiese previsto que ese día las cosas comenzarían a ponerse difíciles, no habrían disfrutado el viaje como lo hacían en ese momento. Había sido un viaje agotador, de alrededor de dos horas en bus hasta un bosque fuera de la ciudad, por un camino que parecía estar clausurado. Dentro de Juran crecía ese sentimiento incontrolable e innegable de una presencia fogosa y densa, que era capaz de sofocar las otras. Mientras, un sentimiento incómodo, que la hacía repetir cosas que en su vida ella habría pensado crecía en su pecho.
Frente a ella, estaban Bonnie y Dante, siendo como cada día, inseparables. Y ella, siendo como cada día, invisible.
- ¿Cómo te fue con Erebo? – Preguntó Franco sentándose junto a ella. – Tuvo que suplicarle a Hebe que lo hiciera lucir así de joven para poder cuidarte.
- Azraen, Franco, Azraen. – Se rió mientras despejaba la vista de la pareja frente a ella. – Dijo que tenía que tener mucho cuidado. Igual era extraño estar en terapia sin ti. No fue tan divertido.
- Lo sé, pero sabes que Dante no habría soportado estar sin ti y sin mí. Ni Grein buscándole pelea le hubiese animado. – Juran volteo sus enormes ojos hasta él, sus mejillas iban colorándose muestra de la vergüenza que aquél comentario le había causado.
- Eso lo dudo. – Dijo riendo, ignorando la mirada que provenía de algunos puestos más adelante, analizando con detenimiento que ocurría ahí. – Me explicó, Dante no se preocupa de esa manera por mí. Es más... Darme tal atribución... No lo sé.
- ¿Qué es lo que estás dudando? ¿Qué te extrañé cuando no estés o qué no te necesite porque Bonnie es su novia?
- ¡Franco! – Exclamó avergonzada.
- Déjala en paz, Franco. – Se quejó Dante frente a ambos. – Ven Juran, es insoportable. No te deja descansar.
El más alto tomó la mano de la chica para levantarla de ahí. – Sólo le estaba contando que no podías comer de la preocupación cuando estuvo resfriada.
- Franco, te dije que no lo repitieras...
- ¿Por qué? Es la verdad. Estaba preocupado, porque... te fuiste de la nada. – Comentó como si eso no fuera nada de lo que se avergonzaba.
- Ah. – La chica rascó su mejilla.
- ¡Dante, ven, Grein va a comerse todo! – Lo llamó Bonnie desde donde estaban sentados. Este rodeo el cuello de Juran con su brazo y caminó por el pasillo hasta donde estaba el grupo.
- Cerda tragona, devuelve eso. Es para Juran. – Dijo Dante arrebatándole de las manos una bolsa de papas saladas.
- No pues, perdone usted. – Dijo Grein mientras le daba un empujón. – Ven, Jur. Siéntate aquí.
Juran iba a caminar con su hermana, pero le fue imposible salirse del brazo de Dante.
- ¿Qué ocurre? – Le preguntó Franco a Mari Elise, quien se sentó junto a él al ver a su hija estar jugando con sus amigos.
- No lo sé, pero en mi corazón... Hay mucha preocupación. ¿Sabes? Siento que la balanza titubea. Siento la balanza inclinarse y equilibrarse. Están jugando con ella, la quieren arrastrar a que desate su poder...
- ¿Qué propones qué hagamos Mae? No podemos aislarla del mundo toda su vida. Ella misma debe comenzar a creer en sí misma. En que ella es más que lo que muchos dirán. Porque si la aíslas, creerá que solo es oscuridad y calamidades.
- Lo sé, Franco, lo sé. Pero, no puedo quedarme quieta en el silencio. Grein y Juran son muy diferentes. Y no puedo hacer la vista gorda, dejarle la carga a Grein, o a Erebo.
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Rebelión.
FantasyDesde que viene la rosada Aurora hasta que el viejo Atlante esconde el día lloran mis ojos con igual porfía su claro sol, que otras montañas dora; y desde que del caos, adonde mora, sale la noche perezosa y fría, hasta que a Venus otra vez envía, vu...