CAPITULO DIESICIÉTE
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Victoria confusa.
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Una vez que James se haya calmado, que mejor dicho podían ver como estaba dispuesto a golpear al profesor Snape. Hagrid lo hizo volver a sentarse, a la fuerza, pero lo hizo.
—¿Qué podemos hacer?
—Déjamelo a mi.
Antes de que Ron pudiera decir nada más, Hermione había desaparecido. Ron cada minuto enfocaba a Harry Harriet. La escoba vibraba tanto que era casi imposible que pudieran seguir colgados durante mucho más tiempo. Todos los miraban aterrorizados, mientras cada Weasley volaba hacia cada mellizo, George tratando de ayudar todo lo posible hacia la pelirroja, tratando de ponerla a salvo en una de las escobas. Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaba, la escoba saltaba más alto. Se dejo caer y comenzó a volar en círculos, con el ecidente propósito de atraparla si caía. Marcus Flint cogió la quaffle y macó cinco tantos sin que nadie lo advirtiera.
—¡Si yo estuviera a tu lado, esos cinco tantos no serían anotados! —trató de gritar Harriet, desesperada—. ¡Jerry, ¿dónde diablos estás?!
A unos largos metros de distacia, un chico de cabello rizado, estaba tan concentrado en hacer bailer raros, como simbolo de apoyo hacia Gryffindor, sin darse cuenta de la situación.
—Espera, ¿qué pasó? —se cuestiono Jerry, justo en ese momento se dió cuenta y reaccionó—. ¡Harriet! ¡No es momento de jugar!
—¡Crees que estoy jugando, que divettido! —le gritó la pelirroja cuando lo vió en tierrra firme—¿Me das una mano?
—No puedo volar, ridícula.
—¿Eres un fastama o que demonios? —comenzó a desesperarse cada vez más Lily.
—Pues si, pero no ese tipo de fantasmas —dijo, como si fuera lo más obvio.
Que lindo protector me toco.
Tambien puedo escuchar tus pensamientos, mi estimada.
¿Cómo puedo parar esta cosa?
Pues si mi inteligencia aún sigue intacta, yo diría que te tires de la escoba y que tu compañero te salve damicela en peligro.
Que buena idea, ja ja.
Confía en mi, esta vez saldra bien, está todo en los cálculos genia.
—Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.
Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encotraba Snape, y en aquel momento corría por la fila de abajo. Ni se detuvo para disculparse cuando atropelló al profesor Quirrell y, cuando llegó donde estaba Snape, se agachó, sacó su varita y susurró unas pocas y bien elegidas palabras. Unas llamas azules salieron de su varita y saltaron a la túnica de Snape. El profesor tardó unos treina segundos en darse cuenta que se incendiaba. Un súbito aullido le indicó a la chica que había hecho su trabajo.
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Harriet Potter y la Piedra Filosofal [CANCELADA]
AdventureEn el Valle de Godric, Lily Evans entregó su vida para salvar la de las personas que más amaba en su vida. Harry y Harriet eran mellizos que estaban al cuidado se padre y su madrina. Al recibir su carta de Hogwarts no tenían idea de que comenzaría s...