Capítulo 4

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*Flashback*

16 de diciembre de 2010.

Escuché los pasos cada vez más cerca de mi habitación, cubrí mi cabeza con las mantas y volteé hacia mi ventana que estaba cubierta por una ligera cortina que permitía pasar algunos rayos del sol. No sabía qué hora era pero podía estar seguro que estaba por descubrirlo.

Fingí estar profundamente dormido cuando la puerta se abrió y la voz cálida de mi madre se hizo notar. Era sábado, no sé suponía que debía levantarme demasiado temprano.

—Bello durmiente, es hora de abrir los ojos. —Se acercó a mi cama y yo me hice bolita abrazando mi almohada de gusano. —Vamos, el desayuno está listo... aunque sería una lástima que papá se comiera tus panqueques...

Y eso fue suficiente para que las mantas volaran a un lado mientras me incorporaba y le daba los buenos días a la mañana y a mi mamá. Ella me miraba con una amplia sonrisa, su cabello estaba atado en un chongo improvisado y sus ojos dejaban ver ese brillo especial que me contagiaba. Me ayudó a levantarme después de que perdiera una guerra de cosquillas y besó mi frente a la vez que susurraba algo que no alcancé a escuchar claramente.

—¿Podrías cargarme como superhéroe? —Dije restregando mis ojos para colocar mis gafas.

—Tú ganas, mi espalda amaneció bien como para llevar a un pequeño dormilón hasta el comedor.

Subí hasta quedar en su espalda y mis brazos se aferraron a su cuello, ella hacía ruidos que se asemejaban a corrientes de aire y daba vueltas antes de llegar a las escaleras. Reí en más de una ocasión y cerré los ojos para que no me sintiera mareado. Conseguimos llegar hasta el último escalón, el olor de los panqueques acarició afablemente mi nariz y entonces mi estómago hizo un ruido pidiendo algo de la deliciosa comida que habían preparado mis padres.

No lo había notado antes pero mi mamá llevaba puestos unos jeans y una playera de manga larga, señal que podía indicar que tendría que salir. Papá aún andaba en pijama, su cabello corto y castaño estaba medio despeinado, sus ojos miel daban la sensación de que todavía tenía sueño y su sonrisa aparecía cuando dejaba de chiflar alguna cancioncilla que se había metido a su cabeza.

—¿Vendrás a la comida cariño? —Preguntó mi padre.

—Sí, eso creo, la junta de hoy no estaba agendada y supongo que no nos llevará mucho tiempo. —Suspiró.

Me quedé observando sus expresiones y escuchando sus diálogos mientras terminaba mi desayuno. Había olvidado despertar a Chock, así que me levanté para ir hasta su cama y darle los buenos días. Después de todo, que el tío Edward nos haya encargado al precioso y pesado perrito color chocolate me hacía feliz, de esa manera podía jugar libremente con él en el parque de la esquina sin necesidad de acercarme a los pocos niños que también acudían, no era como si no quisiera hacer amigos pero sus formas de divertirse eran demasiado aburridas a mi parecer.

Un ladrido se escapó de la boca del cachorro cuando sus ojos se toparon con mi imagen.

—Buenos días. —Correspondí.

Me aseguré de que tuviera agua suficiente y al ver el tazón vacío regresé al comedor por la jarra de agua. Mis pasos no se escuchaban demasiado así que antes de llegar completamente, me detuve al notar a mis padres susurrar, me acerqué aún más a la pared para ver de qué se trataba, sabía que estaba mal, pero en mi defensa esos susurros sólo podían apuntar a cosas malas que mis padres, no querían que yo supiera, ¿Era un nuevo resfriado? ¿Un nuevo recorte de sueldo?

Cartas de mamá [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora